Quedate a mi lado

Cena

Alena

Después del encuentro con Pietro regreso a casa con una sonrisa en mi rostro, por alguna razón siento que esta no será la única vez que lo veré y me gusta saberlo. Algo en él me atrajo como imán, quería mostrar una mirada dominante, aunque para mí cada intento suyo era divertido porque sentí que es de esos hombres que te hacen ver estrellas e incluso llevarte al infierno pero detrás de esa máscara hay alguien tal vez lastimado o roto como yo.

Su rostro se quedó grabado en mi cabeza, todo en él emana poder y peligro. 

Estoy por delirar más cosas hasta que suena mi móvil avisándome rápidamente quién es la única que llama a estas horas.

– Alena te luciste, dejaste impactados a todos. Te dije que ibas a ser una sensación – me felicita Eli.

– Me gustó bailar. Dile a Mario que acepto el trabajo.

– Se lo diré. Arrasaste el día de hoy preciosa.

– Estaba muerta de nervios, pero al estar ahí los nervios desaparecieron.

– Te lo dije. No tienes idea de cuántos hombres han preguntado por ti.

– No lo creo.

– Enserio. Inclusive un pajarito por ahí me dijo que el dueño del club preguntó por ti. Lo dejaste enamorado.

Eso sí me sorprende pues el dueño del club si no estoy mal informada es uno de esos hombres con los que es mejor no dejarte atrapar por sus garras porque si te dejas te consumirá hasta el último suspiro.

– Espero que no. Sabes cuánto miedo me dan ese tipo de hombres. No sería seguro para mi ni para mis hermanas.

– Solo sería como quien llama un polvo – trata de persuadirme pero nunca sería capaz de entrar en ese mundo.

– Ni en un millón de años – me niego rotundamente.

Veo que hora es y madre mía faltan tres horas para que mis hermanas despierten. No pueden verme cansada, las haré preocupar y ahora quiero que se enfoquen solo en la escuela.

– Te dejo, debo dormir para levantar a mis hermanas a la escuela.

– Lo entiendo nena, duerme lo que te queda de la madrugada. Dales un beso de mi parte.

Cuelga la llamada dejándome algo pensativa por su comentario. Es extraño que el dueño pregunte por mi, no se quien es pero he escuchado en qué cosas anda. Nunca me perdonaría si algo es llegara a pasar a mi hermanas por una imprudencia mía.

Solo espero nunca encontrármelo para nunca hacer de mi vida un infierno.

Trabajar de medio tiempo es agotador nuevamente que entre a trabajar. Antes lo era pues debía trabajar y estudiar. Solo que la diferencia con ahora en mi otro trabajo con el que no he podido dormir adecuadamente por lo que lucho porque mis párpados no caigan dejándome en sueño profundo.

– Alena ten cuidado – me hace reaccionar Cristina.

Quita el café que estaba preparando para ella culminarlo y así darle al cliente.

– Gracias por eso – le sonrió apenada – no he dormido lo suficiente y decir verdad me siento cansada.

– Las cosas están muy difíciles para ti?.

Me entrega uno de los chocolates que suele guardar en su saco para cuando le da hambre.

– Gracias y si, podría decir que demasiado. Gracias a mi mejor amiga conseguí un empleo con el que ya conseguí pagar la colegiatura de Lilith pero aun me falta para el resto de gastos.

– Lo siento Alena. Se cuan duro te ha tratado la vida desde que estabas en el colegio y por eso te admiro tanto. Eres como una superheroína – escuchar eso me hace recordar a mis hermanas.

– Lo mismo dice Danae.

– Tiene razón la pequeña. Desde que su madre las dejó has hecho todo por cuidarlas anteponiendo su felicidad por sobre la tuya.

– Siempre lo haré. Desde que nacieron las cuide y ahora no dejaré de hacerlo. Así me tome toda la vida tener hasta tres empleos lo haré – digo decidida.

Sé cuán duro es conseguir un empleo si no tienes estudios por lo que no dejaré que ninguna de mis hermanas deje de estudiar. Papá me dejo a cargo de ella y el día que ellas tengan un título universitario será el día que puedo decir que soy una superheroína.

– Eres una guerrera. Sabes que cuentas conmigo para lo que desees.

– Te lo agradezco Cris – le doy una sonrisa.

– No tienes porque Ale – me da un abrazo haciéndome sentir que no estoy sola.

El día transcurre como siempre hasta la hora que debo prepárame para ir al club. Mientras guardo en mi bolso lo necesario para esta noche veo a una intrusa agarrada del marco de la puerta con una sonrisa.

– ¿Qué haces ahí mi amor?

Corro a atraparla en mis brazos para hacerle dar vueltas y escuchar su risita. Lilith tiene el poder de con solo su sonrisa alegrar mi día. Tal vez odie a su madre por todo lo que nos ha hecho pero lo que siempre le agradeceré es que me haya dado tres hermanas.

– Basta – dice cuando se que empezó a marearse.

– ¿Qué buscas pequeña intrusa? – beso sus mejillas coloradas porque sabe que la he atrapado husmeando como lo hacen los niños de su edad.

– A ti – esconde su carita en mi cuello tímidamente.

– ¿Para qué mi amor?

– Cuento – murmura aún contra mi cuello haciéndome cosquillas.

– ¿Qué cuento quieres? – le preguntó retirando su cabello de su rostro.

Salgo de mi habitación tomando mi maleta para contarle un cuento antes de ir al club. Probablemente me retrase un poco, pero estos momentos los atesorare cuando sea grande. Al estar en su cama la arropo y comienzo a contarle el cuento de la caperucita roja que por cierto no llego ni a la mitad porque el sueño de gano.

– Buenas noches, mi amor – murmuró y dejó un suave beso en su frente para ahora si irme a trabajar.

Antes de irme me encuentro con mi tia en la sala asi que aprovecho para darle el dinero de la colegiatura de mi hermana.

– Tía que bueno que te veo. Ten.

Me mira sorprendida y para evitar que me pregunté como lo conseguí salgo corriendo. Debe ella ya tener una idea de porque salgo en las noches así que prefiero aclarar todo en la mañana cuando este calmada.



#165 en Joven Adulto
#2986 en Novela romántica

En el texto hay: mafia, romance, hot romance

Editado: 29.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.