Quedate a mi lado

Cuidarla

Pietro

– El cargamento de mercancía ya fue entregado con éxito, ahora esperamos a que lleguen las armas que solicitamos así podemos atacar territorio francés. Nuestro querido Artut no se ha podido callar la boca así que debemos callarla a disparos. No quiero que nada salga mal y si puedes tráeme su cabeza, ya mucho hemos soportado de ese hijo de puta. Y porfavor Bruno que nadie se entere que fue la mafia italiana – recalco lo ultimo pues una vez en lugar de ocultar que fuimos nosotros el idiota me enterndio que queria que todos se enteraran que fuimos nosotros.

– Solo fue una vez carajo y fue porque no te explicaste bien. Debo decirle a Alena que te enseñe a vocalizar.

– Que simpático – ironizó.

– Ya hombre, mejor cuentame bien lo que me contaste de la otra noche.

– ¿Qué más quieres saber? Tienes conocimiento de lo necesario.

– Chistoso, lo que quiero decir es que por primera vez abriste tu corazón y aunque no dijiste todo exactamente pudiste hablar con alguien.

– Eso me aterra.

– ¿Por qué? 

– Porque ella es distinta y su reacción cuando le diga sobre nuestros negocios me aterra. ¿Qué pasa si se aleja por miedo?

– Ese es un desafío al que debes enfrentarte. En el momento en el que se lo digas debes ser totalmente honesto, no la puedes forzar porque recuerda que tiene tres niñas que dependen de ella y claramente las va a querer cuidar. No te digo que la dejes ir fácilmente pero si ya tomó la decisión de irse debes dejarla ir por más que duela.

– Ya ves, eso es lo que temo que ocurra.

– Es 50 50, hay tanto posibilidad de que ocurra como que no.

– Si ocurre que mierda hare? Nunca he querido algo como ahora. No quiero quedarme solo otra vez.

– Amigo no pienses en lo negativo.

– ¿Cómo no hacerlo si me acabas de hacer pensarlo?

– Rebobinalo de tu cabeza.

– Sí claro.

Tomo mi saco y salgo de la oficina. Necesito ver a Alena y contarle lo más antes posible todo.

Entro en la cafetería donde está de turno pero no la veo en ningún lado así que no tengo de otra que acercarme a su compañera.

– ¿Dónde está Alena? – se que me reconoció por su cara toda pálida. 

– Amm… eh está enferma.

Salgo de ahí directo a su casa. Se dónde es pues cada noche que salimos la dejo en la puerta.

Demoró unos 20 minutos hasta que me encuentro fuera de su casa. Mi reloj marca las 2 de la tarde así que supongo que su tía debe estar ya ahí después de recoger a las hermanas de Alena.

Con cautela salgo mirando a todos lados y con miedo como si fuera a conocer a los padres de una novia toco la puerta. Desde dentro escucho una voz dulce e infantil por lo que detecto que es una de las tres hermanas de Alena.

– Busco a Alena.

Escucho los pasos acercarse y con cautela una niña de aproximadamente cinco años me abre la puerta con una cara de pocos amigos pero sus facciones son algo parecidas a mi perinola.

– ¿Quién eres y porque buscas a mi hermana? – dice con un tono muy amenazante para ser una niña pequeña.

– Soy… – estoy por hablar pero otra voz me interrumpe.

– ¿Sabes donde hay más trapos Danae? – otra vocecita grita.

– Están en el tercer cajón a la izquierda del mueble de la cocina – dice ahora sé que es Danae.

– Ahora si ¿quien dices que eres? – regresa su mirada a mi.

– Soy Pietro un amigo de tu hermana – intento ser dulce pero tengo un problema con los niños. No sé como actuar con ellos.

– Ya – dice sin creer nada de lo que digo.

No se como hacer que me deje entrar porque es muy desconfiada y está bien porque si no me conoce como me dejara pasar. 

– Lilith ten cuidado con caerte – se gira a ver a una niña más pequeña que viene a ella con los ojos llorosos.

– No quiero ser impertinente pero ¿puedo pasar a ver a tu hermana? 

– Dejame preguntarle – cierra la puerta en mi cara y escucho sus pasos corriendo. Si no fuera una niña hace rato habría hecho rodar su cabeza.

Tarda un poco hasta que regresa y me deja pasar. Observó alrededor detallando como no es una casa pequeña pero tampoco enorme, hay fotografías de los que supongo son los tíos de Alena y de ella y sus hermanas. Desde pequeña era muy tierna. La cocina no se encuentra muy alejada de la sala pues no hay puerta que las divida.

– Alena está dormida pero pasa, eso si cuidadito que puedo llamar a la policía – trato de no reírme ante su amenaza.

Con algo de esfuerzo toma a la pequeña en sus brazos.

– Gracias Danae – subo con cuidado las escaleras, al estar arriba no demoró mucho en adivinar cual es su habitación pues puedo verla recostada en la cama con un paño en la frente.

Se ve muy frágil, su rostro está muy pálido. Esos labios que tanto amó se encuentran secos, está con los ojos cerrados junto a una mueca de dolor.

– ¿Quién demonios eres? – pregunta en un susurro su última hermana con el ceño fruncido.

– Soy amigo de tu hermana – digo de igual manera para no despertar a mi linda perinola.

– Supongo que es un placer – retira el paño de la frente de Alena para remojarlo en agua fría y volver a dejarlo en su frente.

– ¿Hace cuanto está con fiebre? – me remango los puños de mi camisa para sustituirla.

– Hace media hora, creímos que con los medicamentos que mi tía le dio se sentiría mejor pero ya vez no fue así – suspira cansada.

Ella se parece a mi en parte, cuando Alena no está ella es la hermana mayor encargada de cuidar al resto.

– ¿A qué hora llega su tía? 

– La intentamos contactar pero no responde y supongo que debe venir antes de que Alena se vaya a su segundo trabajo.

Miro la hora y aun faltan unas cinco horas para que regrese. Tengo una reunión en unas horas pero no puedo irme dejándolas aquí solas. Alena esta enferma y no puede estar a su cuidado. Son tres niñas que podría pasarles cualquier cosa, debo quedarme con ellas.



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En el texto hay: mafia, romance, hot romance

Editado: 29.04.2024

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