Donato encontró a esa niña en el aeropuerto y la recogió en brazos sin saber que era su propia hija.
Si algo el destino sabe y nunca pretenderá defender algo distinto es que no sabes nunca las vueltas que se arma para que, tarde o temprano, todos los cabos sueltos encuentren su curso viable como un campo magnético.
Algunos le llaman precisamente destino, mientras que otros se ocupan de darle otras denominaciones y estudios como "karma" o "asuntos de la ciencia o de la casualidad", pero si de algo no se puede escapar es de que todo lo que somos, tiene su efecto y su vuelta.
Ahora Donato parece no tener idea de lo que eso significaría algún día para su vida.
La niña de ojos azules era lo más bello que pudo haber conocido alguna vez, un flechazo inmediato a su corazón y el instinto protector más fuerte que jamás pudiera haberse imaginado que un criminal de elite como él podría llegar a sentir en algún momento.
Porque si existe un código que él siempre tuvo en claro es que los sentimientos y los lazos que de vinculan con afectos son un peligro en la vida, un auténtico talón de aquiles del cual puedes proveer a tus enemigos en cualquier momento, para que en cuando menos te lo esperes, recibas el hachazo que te derribe en un santiamén.
Por lo que esa sensación al ver a la pequeña en absoluto desamparo resultó ser un auténtico riesgo que no estaba seguro de querer correr.
¿A quién se le ocurriría hacer eso? En su vida hizo cosas horribles, pero jamás se le cruzaría por la cabeza dejar en abandono a una pequeña que apenas puede respirar por sí misma.
Desde la risita divertida de ella hasta los balbuceos torpes, todo parecía estar hecho para cautivar a quienquiera que pudiera ponerse al frente.
Y ese día, daría inicio a un nuevo curso que tomaría su vida entera.
Primero, nadie podría saber que una niña estaría entonces a su cargo desde entonces porque la tomarían como blanco directo para hacerle daño desde los bandos enemigos.
Segundo, tendría que arreglar de inmediato una opción para llegar a concluir de qué manera salvarle la vida sin que quede en juego su propio nombre y su vida oscura en relación a su accionar.
Tercero, necesitaría de alguien que pueda tener los conocimientos suficientes para salvarle la vida a la pequeña porque, ni él ni todos sus guardias, estarían preparados o en condiciones de ocuparse de tiempo completo de una criatura.
Está bien, esto solo podría significar una cosa: ¡mucho trabajo por hacer!
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Si siempre hubo algo que Chiara amó tanto o más que a su familia es a su profesión. La ilusión que le generó siempre la idea de poder salvar a otros, es algo que la fascinó de la misma manera que fascinó a otros desde el origen de la humanidad.
Ser una doctora, ser una sanadora del padecer de otras personas, es algo con lo que nació, muy propio de su sentido altruista y solidario de ser.
Por fin, ahora, conseguiría todos los honores para seguir adelante con una profesión a la cual rendir todos los galardones necesarios para concluir su residencia en el hospital y ganarse un puesto laboral estable y de prestigio en la guardia pediátrica.
Lo que jamás se imaginó es que ella sería el blanco ideal de un peligroso mafioso con una nena a cuestas y un mastodonte humano cumpliendo la función de su guardia de seguridad, quienes podrían arremeter al punto de hacerle dar el viraje más violento que en su vida podría haber conocido.
El destino juntaría a los tres.
A la pequeña, a Donato y a Chiara.
Pero, por muy explosiva que podría ser esta combinación, puede que los desafíos que les encuentre en el camino, sean mucho más complejos de lo que jamás imaginaron...