¡quédate conmigo!

Capítulo 15

Chiara

 

Milán es hermoso, sin embargo, podría apreciarlo de otras maneras si no fuera por el hecho de que esta vez sí que estoy siendo secuestrada por la fuerza para acceder a lo que será mi boda. Lo que más miedo me da es verlo a Donato completamente feliz mirando por la ventanilla de cristal mientras sostiene a Aurora en brazos como si fuese un asunto completamente normal lo que está haciendo. ¡Y a ella se la ve muy cómoda con sus cosas! Con los juegos de él, con sus palabras, con su voz, es como si hubiesen estado juntos toda la vida. Esto tiene que estar escondiendo algo de lo cual no estoy completamente al tanto y estoy dispuesta a descubrirlo contra toda teoría o pronóstico.

—Por favor, Donato—le digo, con la voz raspando en mi garganta—, tienes que decirme cuál ha sido el resultado de ese análisis.

—¿Cambia algo de lo que tenemos hasta ahora?

—Quiero la verdad, quiero saber qué ha sucedido, los resultados del estudio de ADN que he solicitado, sé que me has hecho esto porque me interviniste el móvil.

Él me tira un besito con un gesto divertido, cuando en realidad la situación no me resulta en absoluto dentro de los panoramas que pueden causarme risa. Esto es más bien desesperante.

—Descuida, yo seguiré amándote a ti y a nuestra hija más allá de lo que diga la sangre. Un hijo adopta a un padre de la misma manera que un padre adopta a un hijo aún cuando la filiación está por encima de todo lo demás.

—Donato…

—¡Es mi hija! Si es lo que te preocupaba, cariño. Lo es. Ahora tendré que ocuparme de lo que está sucediendo en nuestras vidas, es decir, que la madre biológica pueda aparecerse, sin embargo tú seguirás siendo la madre de mi hija para toda la eternidad.

—¿Lo eres…? ¿En serio?

—Lo soy.

—Hummm.

No sé cuál será el motivo que está interviniendo lo que siento ahora mismo, pero él está dispuesto a hacer colapsar cada uno de mis sentidos.

—¿Y qué hiciste con el genetista? —le pido saber.

—Tranquila, estamos a salvo. Estamos todos seguros de lo que sucede. Por cierto, amor, debo avisarte que el turno está un poco encimado por lo que no tendremos mucho tiempo suficiente para hacer presentaciones formales con mi familia.

Parpadeo, asombrada y al mismo tiempo aterrada por lo que dice.

—¿Tu…familia?

—¿Crees que iba a casarme sin invitar a mi familia a nuestra boda?

Niega, enérgicamente.

—¡Claro que no, amor mío! Los abuelos de nuestra hija tienen que estar presentes en la celebración.

—¿Los abuelos?

En ese caso qué hay de mis propios padres si quiere someterme a un matrimonio forzado en el que pretende que todo el mundo piense que somos una familia feliz. Dios santo, esto me exaspera verdaderamente.

—Espero no te haya molestado que no hayamos invitado a tus padres, realmente creo que puedes ser capaz de aceptar que mantengamos una nueva celebración en cuanto lleguemos a París nuevamente.

Sucede algo distinto y es que no estoy preparada para ser presentada en familia de alguien más. Jamás estuve con un hombre siquiera, apenas he mantenido algún romance burdo sin importancia alguna como para que termine sucediendo esto.

 

 

Milán es fascinante, hermoso. El cordón montañoso de Los Alpes se impone con fuerza delante del paisaje que hace que esta vida sea aún más maravillosa de lo que mis propios límites conocidos me ayudan a saber lo que es nuestro alrededor.

Una vez que pasamos el helipuerto, nos suben a un auto y pasamos luego de manera ligera por la ciudad. Aurora estira los brazos en mi dirección, por lo cual termino recibiendo sus brazos hasta recogerla.

El asunto es que no está con nosotros mi futuro marido, por lo cual me hace pensar que quiere sostener los nexos necesarios para que se mantenga nuestra tradicional vida y amorío netamente de mentira.

En cuanto llegamos a la Capilla de Nuestra Señora del Sefirá, descendemos con toda intención de que el mundo ya se ha terminado para mí.

No obstante, una mujer alta, con grandes gafas de aumento, vestido elegante y el cabello recogido, se encarga de recibirnos. Me abraza, tomándome por sorpresa. Comienza a hablar en italiano, por lo que no consigo entender un comino de lo que me dice; ella comprende que no entiendo el idioma, por lo que rápidamente pasa al francés.

¡Mi idioma! Eso hace. Oh, cielos.

—Cariño, qué alegría más grande poder conocerte. Me entusiasma la opción de que seas por primera vez quien ha conseguido cautivar el corazón de mi hijo. No le perdono que no me hayan presentado antes… Un placer, Charo. Un placer. Y yo…¡qué alegría! ¡Seré una de las mejores suegras que puedas conocer!

Una de las mejores suegras…qué locura más grande.

Entonces añade algo que me deja el corazón completamente de piedra:

—Mi hijo te ama mucho, ya verás. Timoteo es muy frío, pero me alegra mucho que al fin hayan conseguido conmover todo su amor.

¡¿Cómo que “Timoteo”?!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.