Orden y caos

—¿Todo está en orden? —pregunta Nick en cuanto subo al auto.
—En un caótico orden.
—Eso suena bien —dice Nick con sus dedos tamborileando el volante —. Una vez me dijeron: "No existe el orden en el mundo que nos rodea, debemos adaptarnos al caos"
—Escuchar esa frase me hace traer en mente a Nahomi. Suele tener cierta fascinación con las frases en donde se encuentran esas dos palabras —confieso mientras estiro mi mano y conecto su teléfono. Luego elijo una canción y regulo el volumen —. Ella dice que el caos y el orden siempre van tomados de la mano, se complementan, es una serie infinita en donde el caos genera orden y viceversa.

Me quedo en silencio, pensando en el caos que habita en mi cabeza.  Liam dijo que no va a huir, pero yo si quiero escapar, una parte de mí dice que vaya lejos, que me hunda y me esconda, pero la otra parte quizá razonable, me recuerda que al final todo sale a flote y que no voy a poder siempre esconderme.

—Sabes —dice Nick, llamando mi atención —, la manera más fácil de quitar la carga de un sentimiento, es expresándolo, dejándolo fluir.

—No creo que esté preparada aun para eso.

Frena en un semáforo. Tarareo la canción que se está reproduciendo mientras espero su respuesta.

—Nunca nadie lo está. —Conduce nuevamente —. Es decir, ¿quién en su sano juicio dice "me voy a enamorar, para que me rompan el corazón"? —No sé qué contestar —. El riesgo siempre está ahí presente, pero no puedes ir por la vida renunciando a las cosas solo porque te da miedo perder.

Suelto un suspiro sintiéndome agobiada. Siempre he escuchado decir que el que no arriesga no gana, pero si el riesgo al final resulta ser más grande que la ganancia, ¿realmente valió la pena tomarlo? ¿Realmente valió la pena arruinar tantos años de amistad por un sentimiento tan complicado?

Una vez perdí a alguien que quise y que sigo queriendo mucho. Cuando sufres una experiencia con la capacidad de robar un pedazo de ti, al vivir nuevamente algo similar, el cerebro tiende a rechazar, a poner cierta resistencia y trazar una línea divisora entre lo que quieres y debes, porque ya sufrió todo un lapso de tiempo para hacerlo de nuevo.

Para caer de nuevo.

No puedo detener el paso de mis sentimientos, porque estos han estado transitando año por año, sin dificultad, sin nada que los detenga o los haga desaparecer por completo. Durante toda mi adolescencia hubo niños que me llamaron la atención, que me hicieron sentir torpe y ridículamente nerviosa, sin embargo, cuando los conocía y trataba con ellos, esa sensación desaparecía; desaparecía como si nunca hubiera estado ahí, así que esa es la razón del porque nunca tuve algo formal con alguien, o por lo menos no hace tres años atrás.

Adam representó luz en mi vida.

Adam hizo una gran diferencia de todo lo que había sentido antes y lo quise, y aun cuando lo nuestro no acabó de la manera correcta, lo quiero. Sin embargo, aun cuando él trazó esa brecha en mis sentimientos, con Liam es diferente.

Con Liam siempre todo ha sido diferente, así que no me siento capaz de tomar ese riesgo porque después de todo sé que al final lo nuestro puede terminar igual o peor.

Al llegar a la casa de Nick, vamos hacia la cocina a saludar a su madre y hermana menor, pero al entrar solo nos encontramos con una nota adherida en el refrigerador en la que le avisan que tienen cita médica y llegaran en la noche, por consiguiente, la casa está para nosotros dos.

—Así que hoy conseguiste una nueva amiga —me dice mientras pone a calentar la comida en el microondas.

—Supongo que sí. Solía hablar con Mia, pero siempre fue por asuntos de la Universidad.

Me encargo de colocar los cubiertos en la mesa. Le había comentado acerca de ella, pero no mencione nada de acerca de nuestra conversación de James y que incluso la vi llorar.

—Es la chica con la que James salía, ¿verdad? —pregunta.

Hago una mueca en disgusto.

—Suena feo que la conozcan por eso.

—Si, pero lamentablemente la mayoría la conoció por su relación.

—Soy la excepción.

Nick deposita los platos en la mesa y tomamos asiento para comer.

—Debe ser incómodo ¿no? —curiosea—. Ya sabes, compartir el mismo salón.

—Si lo estaban, no lo demostraron. De hecho, fueron pareja para la clase de Connor.

—Eso tuvo que ser incómodo. Pase por una experiencia de esas, fue horrible. Créeme, la tensión que se percibe es fatal y además de que te molesta a ti, a veces llegas a fastidiar a los demás.

—Supongo que eso también se trata de madurez—comento —. Ellos estuvieron bien. Ninguno hizo algún berrinche o se mostró molesto.

—¿Me estás llamando inmaduro?

—Si. —No dudo y le mantengo la mirada —. De hecho, sigues siendo un niño.

—Yaaa, hablo la anciana. —Muerdo mi labio para no reírme—. Pero hablando en serio, no te enamores de alguien de tu mismo salón —pide. Me lo quedo mirando fijamente—. Lo siento, lo siento, el consejo te llegó demasiado tarde. —Niega con la cabeza con la mano en el pecho, como si estuviera dándome su pesar.

Continuamos hablando acerca de la Universidad y me comenta del proyecto final que tiene que presentar al final del semestre. Le hablo sobre Davis y su equipo de fútbol, así como también le menciono que papá nuevamente ha ido a remar. Lo había dejado de hacer hace cinco años atrás por el accidente que tuvo y nunca más volvió a tomar un remo. Nick me dice que le comunique a él que lo invita cualquier fin de semana a Putney, donde su abuelo vive, para hacer una competencia.

Tras terminar de comer, realizamos los deberes y luego me ayuda a estudiar realizándome preguntas para la prueba que tengo con Smith el día de mañana. Me felicita cuando puedo responder todo y me pregunta como soy capaz de meterme tanta información, le respondo que ni siquiera yo lo sé, pero que las técnicas de estudio si ayudan y que son importantes, lo que él niega con la cabeza al no estar de acuerdo ya que dice que solo consumen demasiado tiempo.