Quédate Conmigo

Último día

—¡Hey! —Es lo primero que digo cuando su cara aparece en la pantalla —. ¿Qué están haciendo?

—Mamá hornea pollo —avisa Davis con una sonrisa —. Yo miro, soy bueno en eso.

Eso me saca una carcajada.

—Es igual de bueno que ti, cariño.

Escucho la voz de mamá, luego la puedo observar a ella también. Está con su delantal de flores y su moño arreglado.

—Mamá, también soy buena ayudando —le reprocho.

—Y comiendo, no cabe duda. —Esa es la voz de Nahomi, quién pica zanahorias.

—También soy bueno en eso —dice Davis orgullo de sí mismo—. Somos tan buenos, Kate. —Se acerca a la pantalla. Está con el gorro de lana que le envié en su cumpleaños —. ¿Y tú qué estás haciendo?

—Recién llegué de trabajar.

Los días miércoles son mis días favoritos porque salgo temprano de la Universidad y por ende puedo trabajar y terminar mi jornada laboral con más tranquilidad.

—¿Ya comiste?

—Lo haré tras terminar la llamada, mamá.

—Eso espero, sabes que debes alimentarte bien.

Pese a mi respuesta, puedo percibir su preocupación.

—Y dormir —dice Davis.

—Y no estresarte —añade Nahomi.

—Eso es imposible —respondo yo.

—Nada es imposible y si lo es, halla el modo de volverlo posible para ti—Y ese sin duda es papá —. ¿De qué están hablando? —pregunta lo que nos hace reír.

Papá toma asiento. No sé si es por la clase de Connor, pero puedo ver su expresión facial casi imperceptible, por lo que me es inevitable no preocuparme y preguntar:

—¿Un día agotador?

—Un día normal —sonríe.

Él es así. Es el tipo de persona que siempre mantiene una sonrisa en la cara y nunca se queja incluso si las circunstancias son desfavorables. Siempre parece estar lleno de energía y motivado para enfrentar cualquier reto. Y, sobre todo, le gusta mantenerse activo, lo que a veces conlleva a que se exija más de lo que él puede hacer, pero nunca exterioriza sus problemas o preocupaciones, o por lo menos no a nosotros, sus hijos. Sé que lo hace para no preocuparnos y en su momento traté de entenderlo, pero me gustaría que él entendiera que Nahomi y yo hemos crecido y que ahora él y mamá no están solos, que junto a ellos podemos ser el soporte de está familia.

—Podrías trabajar a tiempo parcial —le sugiero —. Puedo ayu...

—Eso es tuyo, cariño —me interrumpe papá —. Ve, diviértete, compra ropa, libros, visita lugares o haz cualquier cosa que desees. A veces es bueno consentirnos un poco.

—Tengo lo que necesito, papá. Ese dinero les puede servir más a ustedes.

Él niega con la cabeza y se acerca más a la pantalla.

—Esto no es un tema de discusión, cariño. No te preocupes, estamos bien.

Pero los números rojos dicen lo contrario y eso es algo que él no lo dirá. Voy a continuar, pero Davis nos interrumpe.

—La comida está lista. —Avisa él aplaudiendo, llamando nuestra atención—. Tú también, Kate —me dice cuando no me muevo—. Debes comer con nosotros.

Con la laptop en la mano, bajo con cuidado las gradas procurando no caerme. Me pregunto si Liam prepararía la cena o pediría comida a domicilio. La mayoría de veces Liam y Alice son los encargados de cocinar, yo les ayudo en lo que puedo, pero hay días en lo que tomo riendas y cocino para ellos. Dicen que tengo una buena sazón, pero sinceramente prefiero la comida que Liam realiza; cocina excelentemente. Y en aquellos días en los que nadie está de humor para cocinar, se pide a domicilio o salimos a cenar afuera. De hecho, fue en esas noches en las que Liam reservó una mesa que conocí a doña Mercedes y empecé a trabajar con ella.

—Iba a subir avisarte que la comida ya llegó —dice él cuando cruzo el umbral de la puerta. Se encuentra de espaldas abriendo las fundas. Desde aquí puedo oler la lassaña —. Pero ya que es la primera vez que nos vemos en el día después de lo que sucedió ayer entre los dos, ciertamente no sabía si hacerlo o no. No quería hacerte sentir nerviosa o avergonzada.

—¿Qué sucedió ayer entre los dos? —pregunta mamá.

Liam voltea despacio para cerciorarse de que no ha escuchado mal. Mis mejillas se encuentran calientes y tengo el impulso de colgar la videollamada para evitar responder.

—Son ciertas circunstancias en las que las personas se sienten de tal modo. —Empeora más la situación Nahomi —. Tengo curiosidad de saber cuáles son esas circunstancias —sonríe.

—Yo también quiero saber. —Asiente Davis emocionado, aunque no sepa lo que Naho está suponiendo.

¿Qué se supone que debo decir?

Hago contacto visual con Liam para que me ayude a salir de esta situación. Él también parece no saber que excusa dar. Es la primera vez que le veo con esa expresión.

—¿Y entonces? —Ahora es papá—. ¿Hay algo que nos quieran decir?

Trato de pensar, pero las palabras que leí en ese papel acuden a mi mente haciéndome sentir más nerviosa y torpe. Abro la boca para decir cualquier estupidez, pero Liam se coloca junto a mí y lo que dice a continuación es algo que no vi venir

—Dormimos juntos. —Sonríe como si decir esas palabras fueran lo más normal del mundo. Ahora si voy ha colgar la videollamada, pero él me detiene —. Se fue la luz, así que Kate vino a mi habitación —explica—. Sinceramente no supe hasta ayer que Kate tenía miedo a la obscuridad ya que cuando éramos niños nunca dio algún indicio de ello y en los años que hemos vivido juntos no tuve la oportunidad de estar con ella cuando ha sucedido algún apagón.

Suena como algo creíble sobre todo porque es algo que mi familia sabe y además, Liam no tuvo que inventarse una historia ya que es exactamente lo que sucedió, solo que no fue ayer. Sin embargo, es algo que mis padres habían visto cuando tenía 15 años y cuándo ocurrió lo otro solo Nahomi lo sabe.

—Creí que lo habías superado—dice mamá un poco preocupada—. ¿Te encuentras bien ahora?

—Si mamá, además, Liam me acompañó en todo momento.



#48695 en Novela romántica

En el texto hay: amor amistad juvenil

Editado: 21.06.2022

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