Quédate Conmigo

Peticiones

Me remuevo un poco al escuchar ruido. Pido mentalmente por algunos segundos que la bulla se detenga, pero no funciona por lo que con pesadez abro mis ojos y la vergüenza se expande en mi rostro al sentir su piel en contacto con la mía.

La vergüenza se mezcla con la culpa y me pregunto qué debería hacer. La probabilidad es que se levante al mínimo movimiento que haga y es algo que no quiero que suceda, pero también es inevitable. Con un intento vano, me levanto cuidadosamente, pero sus manos aprensan mi cintura, deteniéndome.

—Un momento más —pide con un susurro bajo.

Mi corazón revolotea al escuchar ese tono ronco y me cuestiono si es normal sentirse así con solo escuchar su voz.

—¿Cuánto es eso? —pregunto.

—Puede ser toda una vida si así lo deseas.

Esbozo una sonrisa tan grande que me siento estúpida por sentirme así.

—No creo que eso sea posible —respondo sin saber que más decir.

—¿Por qué?

—Porque si nos quedamos así no podremos hacer nada más.

—¿Quieres hacer más? —pregunta y eso lo dice con doble sentido—. Podemos hacer todo lo que tú...

—No hables —le interrumpo.

Liam ríe, su pecho vibra bajo mi mejilla. Intento levantarme por segunda vez, pero él no me lo permite.

—¿No dormiste incómodo? —Quiero saber.

—Nunca he dormido tan bien en mi vida.

—Y yo tan mal —miento.

—Trataré de que la próxima vez sea diferente.

—No habrá próxima vez.

—No confió en esas palabras.

Y esa voz no es la de Liam. Mi corazón se acelera y quiero hundirme hasta desaparecer.

» Han ocultado muy bien su secreto —continúa—. He tomado varias fotos por si en un futuro llegan a negarlo frente a sus hijos. Les contaré todo a ellos.

Y conociéndola sé que así va hacer. La vergüenza que siento ahora no me deja ni moverme, incluso cuando Liam afloja su agarre.

—¿Quieres que la eche? —pregunta en voz baja, asegurándome de que lo hará si así lo deseo.

Suelto una carcajada, aunque sé que no es el momento para hacerlo. Intento contestar, pero Alice me detiene.

—¿Quieren que me vaya? —cuestiona. Puedo ver sus botas cafés —. Puedo darles una semana más si así lo desean.

—De hecho, lo estábamos come...

—No es necesario. —Impido a que Liam diga algo más.

Me coloco de pie lentamente y con el rostro rojo llevo mi mirada hacia la castaña que tiene una sonrisa demasiado amplia en su rostro y en sus manos un sartén y un cucharon, una en cada una.

Me había olvidado del ruido, de hecho, dejé de escucharlo en el momento en que empecé hablar con Liam.

—Bonito día —dice ella al ver que no digo nada.

—Bonito día —le respondo.

No sé que excusa decir para defenderme. Ayer cuando Liam me preguntó si deseo recostarme sobre él, ya que el sillón era pequeño para que alcancemos los dos, hasta que terminemos de ver la película, no me pareció tan mala idea, ni siquiera lo pensé, solo asentí y cuando empecé a cuestionarme ya era demasiado tarde.

Si tan solo lo hubiera meditado un poco, no estaría en está apretada situación.

—¿Qué tal es dormir con mi hermano? —pregunta —. ¿Es mejor que dormir conmigo?

Enarco una ceja, divertida.

—¿Realmente tengo que responder a eso?

—Obligatoriamente —asiente.

—Te prefiero a ti —sonrío.

Ella mueve su brazo en victoria para luego ladear su cabeza hacia Liam.

—Te diste cuenta —le dice —. Mis hábitos de dormir definitivamente han mejorado, de otro modo no me hubiera escogido.

Liam rueda los ojos antes de colocarse de pie y dirigirse a ella.

—Las personas a menudo dicen mentiras para no herir los sentimientos de quien las escucha.

Segundos después, Liam y yo soltamos una cargada por la expresión indignada de Alice. Él rodea su brazo por el hombro de ella y le atrae hacia él.

—¿Se puede saber por qué ninguna llamada a tu hermano mayor? —le pregunta.

—¿Es necesario cuando existen los mensajes de texto, Liam?

—Prefiero las llamadas.

—Prefiero los mensajes.

Ambos voltean a verme con atención.

—Prefiero las videollamadas. —Encojo los hombros con una sonrisa.

Ambos niegan con la cabeza. Luego los tres nos dirigimos hacia la cocina.

—¿Cómo está mamá? —le pregunta Liam mientras pone a tostar los panes—. He hablado con ella, pero no he podido verla.

—Bien, productiva como siempre. Me dijo que te preguntara si vas a asistir a la cena que siempre hacen cada año.

—Siempre voy, ¿por qué no iría?

—¿Elena?

—¿Qué pasa con ella?

—Supongo que no quiere que te sientas incómodo.

Liam frunce el ceño confundido.

—Ha pasado tiempo desde que terminamos y ella sabe que guardo una buena relación con Elena.

—Entonces no lo sé, deberás preguntarle por ti mismo.

—Lo haré. Pasaré mañana por la casa.

Alice se prepara su té como todas las mañanas y yo me encargo de preparar dos tazas de café. Una vez listo el desayuno nos dirigimos al comedor.

—¿Vas hacer algo hoy? —le pregunto a Liam.

—Voy a salir con James, ¿necesitas algo?

—Quería preguntarte si me puedes acompañar hacer las compras después del trabajo. La despensa está vacía.

Él asiente entusiasmado.

—Seguro, pasaré a recogerte.

—¿Trabajas hoy? —pregunta Alice, llamando mi atención.

No tengo días fijos de trabajo, aunque la mayoría de veces son los días lunes, miércoles y viernes. O a veces el viernes puede cambiar al día jueves. Todo depende de cómo se encuentre el restaurante. Hay días en los que doña Mercedes me llama y me dice que no vaya o que en vez de ir al restaurante cuide a sus nietos. Es bueno porque esos días que tengo libres puedo estudiar y dormir más temprano, y al final el dinero con el que salgo siempre me abastece para cubrir mis gastos.

—Si, no pude ir la anterior semana, así que tengo que recompensarlo con estos dos días.



#44733 en Novela romántica

En el texto hay: amor amistad juvenil

Editado: 21.06.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.