—¿Esperaste por mucho tiempo? —pregunto tras acomodar el bolso sobre mi hombro.
Liam voltea a verme, sus comisuras se levantan antes de impulsarse de la pared hacia adelante y caminar hacia a mí.
—Unos diez minutos, quizá. —Encoge sus hombros sin darle mucha importancia al tiempo que ha perdido—. ¿Viajarás mañana? —pregunta, acomodándose a mi lado para poder caminar juntos.
—Ese es el plan. De hecho, Alice se ofreció a comprarme el boleto en tren, puesto a que este día estaba un poco ajetreada con todo.
—¿Y tu carro?
—El de Alice —Le corrijo —. Pensé que podría utilizarlo. No puedo llevarme el carro durante tantos días.
—¿Le preguntaste si lo utilizaría?
—No, pero si lo nece...
—No lo necesitará.
—¿Cómo estás seguro?
—La conozco —asegura —. Y porque tiene a Lucas, a mamá o a mí de sus chóferes.
Sonrío, negando con la cabeza.
—De cualquier forma, el boleto está comprado y me sentiré más tranquila dejando el carro.
Nuestros dedos se rozan y ante ese mínimo y corto contacto, mi corazón tropieza precipitadamente y quiero más de está sensación que toca mis nervios.
—¿Ha cambiado el lugar? —pregunta, curioso.
Y eso me hace ser consciente hasta ahora que nunca hemos hablado de ello.
—No mucho realmente. Nuevos edificios, carreteras y casas, algunos cambios, pero todo se sigue sintiendo familiar.
—Cuando me fui, ¿te llevaste bien con tu nuevo vecino?
Volteo a verlo con una sonrisa antes de regresar mi vista al frente.
—Nunca me he llevado mal con nadie, Liam. Ni siquiera contigo que eras demasiado revoltoso para mi gusto.
—Me siento traicionado —dice él negando con la cabeza—. Cuando mamá nos comentó que iba alquilar la casa, acepté con la única condición que no tuvieran hijos de nuestra edad o en todo caso que sean mayores, muy mayores.
Me hecho a reír sin poder evitarlo.
—¿Y qué hay de mí? Tenía derecho ha conocer a nuevas personas.
—Lo sé, lo sé, fue egoísta de mi parte, pero en ese momento no quería que lo hagas. Tenía miedo de que ese niño fuera más encantador que yo y te fijarás en él.
—Fue más encantador que tú. —Apunto recibiendo un pequeño empujoncito en mi hombro—. Pero no me fije en él.
—¿Por qué?
—Porque te quería a ti —le confieso aun con el miedo latente transitando por mi piel —. Nadie podría reemplazarte. Nadie puede hacerlo incluso ahora —sonrío —. Ocupas mucho espacio en mi vida sin pagar renta, Liam.
Nuestras manos se rozan una vez más, pero está vez Liam engancha dos de sus dedos en los míos y mi corazón late con más fuerza.
—¿Soy un mal inquilino?
—Incluso si lo fueras no puedo desalojarte.
—Tampoco me iría.
Mis labios se extienden un poco más por la conversación absurda que estamos teniendo.
—Pero volviendo con el tema del nuevo vecino —continúo—, nos llevamos bastante bien. De hecho, a veces nos comunicamos. Fue a estudiar a Stanford
—Así que encantador e inteligente —asiente con la cabeza —. Un buen partido, ¿no es así?
Voltea a verme con sus ojos entrecerrados logrando que suelte una carcajada en respuesta.
—Definitivamente.
Su mano cubre la mía y en un silencio cómodo caminamos por las calles iluminadas y concurridas. Puedo escuchar a lo lejos el sonido de un acordeón en compañía de las cuerdas de un arpa, la suave melodía se arremolina bajo mi pecho y me hace apreciar el momento que estamos teniendo. Me hace vivir el presente y dejar a un lado el futuro, pero me convertiría en una mentirosa si digo que no tengo miedo, porque, muy por el contrario, el sentimiento sigue presente, sin embargo, a diferencia de antes, ahora puedo ser capaz de ser sincera conmigo misma y aceptar lo que siento y es más fácil de esa manera.
—¿Cuál es el miedo que tiene acerca de todo esto? —Rompe el silencio primero, apagando cualquier sonido de alrededor.
Me toma un par de segundos poder responder, no porque no sepa que decir, sino más bien no saber cómo expresarme de la manera correcta, pero permito que todos esos pensamientos desordenados tomen de alguna manera forma.
—A que lo que tengo que ofrecer no sea suficiente. —Trato de sonar calmada —. Y que esos espacios que no pueda llenar me alejen de ti. No quisiera perder todo lo que tenemos por situaciones que quizá no pueda manejar. Y no, no me basta una promesa, un "todo estará bien", porque al final ni tú, ni yo podemos asegurar lo que pueda suceder entre nosotros.
—¿Así que dejaremos pasar esta oportunidad por miedo a un futuro que ni siquiera ha llegado?
—No es sólo eso —le digo, sintiendo la aceleración de mis latidos con cada palabra —. Una relación requiere de responsabilidad y compromiso, requiere de tiempo. Mi tiempo a veces puede ser limitado, ni siquiera puedo cuidar de mí misma, cómo... ¿cómo voy a cuidar de nuestra relación? Es injusto para ti y sería muy egoísta de mi parte.
—También es de comunicación y comprensión. —Me recuerda él—. Puedo entender si estás demasiado cansada, si el día te ha tratado mal, si solo quieres descansar. Un beso, una caricia, un abrazo, hablar contigo hasta que te quedes dormida, será suficiente para mí en esos días porque sé que tendrás días ajetreados y que a veces pueden ser demasiado. Lo sé. Te conozco. Así que no se trata del qué puede pasar, sino del cómo lo vamos a resolver. Mientras podamos gestionar esos pequeños desajustes, expresar lo que sentimos, comunicarnos de la manera más sincera, podremos llevar lo que tenemos de la mejor manera. —Eleva nuestras manos hacia adelante—. Quiero seguir haciendo esto. Quiero poder sostener tu mano todas las veces que pueda y no dejarte ir. Lo hice hace 6 años atrás, porque creí en ese momento que el amor se trataba de eso; que todo lo justifica, que todo lo soporta, que todo lo perdona, que mientras esa persona que algún día profesó amar hasta la eternidad, esté para la otra, incluso si solo ofrece sobras, será suficiente —sonríe lánguidamente —. Nunca había estado tan errado en mi vida como en ese entonces y... cometí errores que dañaron la vida de algunas personas. Y quizá no merezca todo lo que la vida me ha dado a pesar de ello, pero... —Sus pasos se detienen para voltearme a ver —. Pero me enseñaste o quizá me recordaste lo que es el amor realmente. Y quizá no pueda asegurarte que todo irá bien, que no tendremos problemas, pero puedo asegurarte que todo el amor que tenemos que ofrecer nos sabrá orientar, y quizá tengamos mucho que aprender, pero si me lo permites quiero explorar y redescubrir este sentimiento contigo, Kate.