Quédate Conmigo

Caída libre

—Sabes que puedes dormir en mi cama.

 

Insiste una vez más tratando de convencerme. Pero mi postura sigue siendo lo misma, dormiría en el sofá reclinable.

 

—Estoy bien ahí —Le ayudo con las cobijas y llevo las misma hacia el sofá—. A comparación de una banca de hospital, este lugar parece bastante cómodo.

 

Lo veo suspirar dándose por vencido.

 

—No intentaré cambiar tu decisión, porque sé que no lo lograré. —Se sienta sobre su cama, observándome mientras yo me acomodo —. ¿Ocurrió algo? —pregunta finalmente —. No recuerdo que hayas tenido este tipo de miedo. De hecho, preferías estar sin luz.

 

Sonrío, recordando esos buenos tiempos.

 

—Sucedieron muchas cosas después de que te fuiste. —Recuerdo perfectamente el día en el que aquel suceso provoco un trauma, pero es mejor no decirle, es mejor maquillar esa respuesta con algo infantil —. Sabes que soy una persona bastante miedosa. Un día, junto a los juegos de diversiones, hubo una casa de terror. No quería entrar, pero un amigo me convenció con la promesa de que no me dejaría sola. Con esa promesa, entramos en grupos de 12 personas. Todo estaba yendo bien hasta que llegamos a la tercera habitación…

—¿Qué había ahí?

—Había una cama y en ella una persona amarrada, era la recreación de la niña del exorcista. —Sonrío. Realmente recuerdo haberme llevado un buen susto —.  Cuando Leo y yo entramos, las luces se apagaban y luego se encendían en rojo, pero llego un momento en donde todo se quedó a oscuras y en lo único en lo que podía pensar es que no debí entrar y que quería ir a casa. —Le relato —.  Segundos después manos empezaron a jalonearnos y con ello nuestras manos se separaron. Me quedé sola y no sabía en donde estaba, solo escuchaba gritos y lamentos en medio de toda esa obscuridad y por desgracia no lo encontraba a él.

—¿Naho no fue contigo?

 

Niego con la cabeza.

 

—Ella estaba en otro grupo. Sinceramente no sé cómo llegué hasta la octava habitación, solo recuerdo haber entrelazado mis dedos con otra chica, que quizá estaba más peor que yo.

—¿Y tu amigo no te buscó? —Su ceño se encuentra fruncido. 

—Estábamos a obscuras, no me hubiera podido encontrar.

—Yo sí.

—Pero tú no estabas —le recuerdo con una sonrisa —. No pude dormir esa noche y cada vez que las luces se apagaban me asustaba por lo que iba a la habitación de Nahomi a dormir con ella.

 

Nos quedamos en silencio por algunos segundos.

 

—¿Alice lo sabía?

—Si. Una vez se fue la luz y fui con ella.

 

Él asiente.

 

—¿Y eso ocurre cada vez que las luces se apagan?

 

Niego con la cabeza.

 

—No, antes era así por lo que dormía con las luces prendidas, ahora solo sucede cuando se va de golpe y me toma desapercibida.

 

No miento. En aquel entonces esa experiencia origino un gran miedo, pero con el tiempo supe superarlo hasta que ocurrió lo otro que a veces es difícil no traer a colación.

 

Observo a Liam deslizarse bajo las cobijas y acomodarse de lado para poder mirarnos.

 

—Siento que me perdí de muchas cosas en ese tiempo que no estuve contigo.

—No realmente. —Le aseguro —. La mayor parte de mi tiempo la pasé estudiando y cuidando a Davis.

—Si es contigo incluso esos momentos suenan increíbles —Sus ojos empiezan a cerrarse. Debe estar realmente cansado —. Estudiar contigo era divertido, aunque siempre terminábamos discutiendo. —Esboza una sonrisa y lo hago también por el recuerdo —. Deberíamos hacerlo algún día.

—Pero sin las discusiones.

—Suena bien.

 

No digo nada más para que él pueda descansar. Por mi lado, el sueño incluso el cansancio se había consumido por el miedo que sentí minutos antes. Un nombre resuena en mi cabeza y siento un revoltijo de sentimientos que solo forman un nudo en mi corazón. Creo que más que enojo, en ese momento sentí decepción y tristeza por lo que había hecho, por la confianza que construimos con el tiempo pero que él, a quién alguna vez llamé mi mejor amigo, rompió con tanta facilidad que dolió.

 

Ha pasado años, pero la cicatriz que Thomas dejó aún sigue sangrando. Es difícil olvidar, sobretodo cuando estoy expuesta a enfrentarme a lo que él me hizo temer. Y ni siquiera es algo que directamente fuese obscuridad, pero esas cuatro paredes, ese lugar y el camino que tuve que transitar para regresar me llevan a eso.



#44724 en Novela romántica

En el texto hay: amor amistad juvenil

Editado: 21.06.2022

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