Mi corazón latia tan rápido que tenia la impresión de que se iba a escapar de mi pecho y terminaría en el piso.
Y no lo hacía porque la música envolvía al lugar en una especie de aura mágica, no. Lo hacía porque luego de tanto tiempo tenía a Jake frente a mí.A unos pocos pasos.
Caminé hasta la barra y pedí una cerveza. No podía tolerar esto sin la ayuda del alcohol. A pesar de que sabía que no pensaba claramente cuando tomaba , era lo único que me daría valor para poder llevar a cabo esto.
-Estas sola esta noche?-preguntó el bartender.
-Algo así. Tu tienes por costumbre hablar con cada chica que se para frente a ti buscando algo que tomar?
-Algo así-imitó mis palabras-Pero no tenías porque ser tan grosera.
-Lo siento, estoy algo nerviosa-me disculpé- No quise decir eso.
-No te preocupes.Después de todo no es lo peor que me han dicho desde que estoy aquí.
Su acento era peculiar, no sonaba como un chico parisino.
-De donde eres? No suenas como alguien que haya nacido en Francia.
-Soy de Nueva York. Vine por un trabajo de modelo y como podrás ver las cosas no salieron como las esperaba. Asi que aquí me tienes. Un gusto soy Jacob.
-Debes estar bromeando-bufé.
-Disculpa?
-Lo siento, es que casualmente te llamas como alguien que odio.
-Ah si?
-Si.
-Y quien se supone que es esa persona?
Señalé con mi cabeza al escenario.
-Ahh, Jake Strauss.
-Ese mismo.
-Me dejas que te cuente algo? Yo también lo odiaba, a él, a su música y a su legión de groupies. Pero luego lo conocí un poco mejor y me dí cuenta de que no era tan malo. Vi que lo que hace es solo una pose.
-Que suerte que tienes. Yo no la tuve. Por eso vengo a arreglar unos asuntos con él. Si tan solo pudiera saber como hacerlo.
-Yo puedo ayudar.
-Cómo?- lo miré intrigada.
-Puedo decirte donde vive.
-Estarías hablando.
Tomó de debajo de la barra una servilleta y un bolígrafo y anotó una dirección ahí.
-Aquí tienes.
Leí lo que estaba escrito y una gran sonrisa iluminó mi rostro.
-Eres el mejor Jake- besé su mejilla-Hoy te ganaste tu propina.-deposite el dinero en su mano antes de dejar el lugar.
Alguien esperaría a Strauss en la puerta de su casa y esa no sería Clarisse.
Sería yo.