Ezrael siguió durmiendo por unos minutos más. La mujer rubia que los había acompañado se acercó a ellos. El sonido de sus tacones inundaba la habitación.
Honey se paró frente a Liliana.
—¿Por qué no respondiste? —preguntó
—… sé que murió.
—Entonces, ¿por qué no lloras? —ella frunció el ceño— No lo querías. Por eso no lloras.
—No sé de lo que hablas.
—¿Te golpeaba? —negó— Lo entiendo.
Honey suspiró. Sabía que mentía en algo. Sus presentimientos jamás le fallaban, tampoco su atracción personal. Le acomodó el cabello con una mano mientras buscaba algo en su celular.
—Soy de servicios sociales, puedes estar tranquila.
—Deja de molestarnos. Alejate. Servicios sociales es una basura.
—¿Cómo te llamas?
—Déjame en paz.
—Me voy a quedar aquí. Si viene la policía puedo ayudarte.
—¡No van a venir!
—Entonces fue premeditado… Sabías lo que tenías que hacer para que no te atraparan. Eres más inteligente que el promedio.
—¡Por favor! ¡Alejate!
—Cálmate… —susurró acariciando su cabello aún mojado— Lo hiciste porque te hacía daño.
—¡Déjame en paz!
—Voy a traer café, debes entrar en calor.
—¡Dije que te fueras!
—Vuelvo en un minuto.
Honey salió de la habitación. Liliana se quedó frotando la mano de Ezrael. Se veía tan calmado que no podía creer aún lo asustado que había estado cuando chocaron.
Suspiró antes de sonreír. Todo estaba yendo tal y como había planeado. Podía arreglar los problemas financieros por su propia cuenta, así también otros legales. Sabía que nadie creería que un hombre inválido la golpeaba, tampoco que una mujer fuera capaz de hacer un suicidio triple cuando había luchado para salvar a su hijo. Sintió tener que arreglar nada más que dos cabos sueltos: Valentín y Honey.
Tomó el teléfono de la habitación para llamarlo.
—Tía, te fui a ver, pero no había nadie en casa. Ezra dijo que me iba a llamar… pero no lo hizo, ¿sabes algo de él?
—Valentín… Él y yo estamos en el hospital. ¿Crees que… puedas venir a verlo?
—¿Qué ocurrió? —dijo ahogando un grito.
—Bueno…
Cuando Valentín se enteró de lo ocurrido, lloró. No por el que Javier hubiera muerto, sino porque sintió quedarse solo una vez más. La soledad corría por sus venas intentando corromperlo. Estaba tan asustado que sólo quería correr a ver a Ezrael y lanzarse a sus brazos para pedirle que no lo dejara solo. Él siempre estaba a su lado, era cruel que lo dejara solo cuando había prometido ir a verlo ese día. No iba a dejar que se fuera por algo como un accidente. Iba a ir a su lado, abrazarlo y asegurarse de que estuviera bien.
Liliana le dijo la ubicación, sonrió antes de colgar.
—Parece que conseguiste a alguien ciertamente especial, Ezra…
Valentín tomó pocas cosas en una pequeña maleta. Aún cuando había algunos rayos, él no podía pensar en eso. Sus oídos se taparon, su visión se volvió borrosa y no podía hablar bien. Se mordía las uñas mientras veía la nada.
Al llegar, corrió a verlo. Apenas entró y vio que estaba sólo dormido, decidió no hacer ruido. Se mostró fuerte aunque lo único que quería era llorar.
Honey volvió con dos cafés comprados. Se había demorado para llamar a sus contactos. Ya que no esperaba la llegada del chico, para quedar bien, le dio su café, se fue al rincón y no dijo nada más. Liliana intentó hacer que se fuera una vez más, pero parecía no hacerle caso.
Al sentir el reconfortante calor de la taza de café, sus energías decayeron. Se sintió débil al instante. Les daba tristeza solo verla. Inclusive sus compañeros de piso se abstuvieron de visitarla. Todos pensaron que era mejor dejarla descansar.
Aún así, Valentín no pudo soportar el silencio:
—… debió haber estado asustado —murmuró.
—¿En el choque?
—Si… sé que le tiene miedo a conducir bajo la lluvia. Aunque cuando lo conocí ni siquiera le gustaba subirse a los autos —sonrió—. Al menos ahora ha mejorado…
—Estaba asustado al igual. No sé lo que pensaba, pero sé que estaba aterrado.
—... ¿Puedo preguntar qué fue lo que pasó en ese accidente?
—¿Ezra no te lo ha contado?
—Suele evitar el tema.
—Bueno, no es como si yo no te pudiera contar —suspiró—. Había pasado una semana de su cumpleaños. Tenía ocho años. Era apenas un niño, pero su actitud casi no ha cambiado.
—… —Valentín escuchaba con calma.
—Ezra estaba enojado con nosotros por no haberle querido comprar un conejo de peluche. Decía que ese conejo sería su único amigo… Aún recuerdo que dijo que “no necesitaba a nadie más que a ese conejo”. Su padre se enojó. Comenzó a gritarle que tenía que tener amigos reales y no juguetes o libros… él fue… muy diferente ese día. Estaba enojado. Furioso. Fue la primera vez que lo vi así. Parecía querer golpearlo.