Querer decir "Te amo" (gay)

CAPÍTULO 14

—¿Qué? —dudó Ezrael. 

—Si quieres que sea yo el de abajo. 

—¿Tú debajo mio? 

 

Todo un mundo de posibilidades se puso frente a Ezrael. Si es que era así, los besos serían más constantes, así también cualquier tipo de acercamiento que tuvieran entre ellos. Eso le encantaba. 

Su mirada cambió por completo. Ahora se parecía a la de un depredador listo para atacar a Valentín. 

 

—Si. Así como el beso en el parque… 

—¿Te gustó el beso en el parque? —murmuró acercándose a su cuello. 

—¿Cómo podría olvidarlo? 

—Me gusta tu idea. ¿Significa que serás el pasivo? 

—... sólo cuando quieras. Cualquier día podríamos cambiar.

 

Ezrael sonrió sin saber si algún día sería capaz de dejarle. Decidió dejar eso de lado por un momento.  

 

—¿Entonces puedo hacer lo mismo que hice en el parque? 

 

Al levantar la mirada sus ojos fueron directamente a los de Valentin quien con una sonrisa y mordiendo su labio de forma sexy confirmaba su respuesta. Tomándolo de ambas manos, hizo que sostuviera su cintura. Ezrael pasó sus dedos de arriba hacia abajo hasta llegar al inicio de su pantalón. Besó sus mejillas con calma antes de perder algo de control. 

 

—Mírame —así lo hizo—, ¿puedo besarte? 

—Puedes hacerme lo que sea.

 

Rodeando su cuello, sintió ambos corazones latir con prisa cuando sus pechos chocaron.

 

—¿Por qué te diría que no a ti, Ezra? 

—Niño molesto. 

 

Ezrael no soportó lo que le había dicho. Si nunca le decía que no, algún día terminaría haciendo algo que no iba a terminar bien. Sentía que aquel deseo con el que ahora lo estaba mirando había sido contenido por tantos años que ahora era incapaz de mantenerlo oculto.

Subió hasta su oído para besarlo y crear cosquillas. Sus manos se abrieron paso entre su ropa para acariciar la piel de su espalda baja. Bajó un poco más hasta llegar a la pegada ropa interior que al parecer estaba utilizando. Ambas palmas terminaron sosteniendo sus glúteos. Jugaron con ellos como si fueran dos bolas de masa que se acoplaban a la perfección con él.

Metió una de sus piernas entre las suyas e hizo que fuera un poco más alto para que la gravedad hiciera su trabajo de estimular la entrepierna de Valentín. Hizo que se pegara a la pared con más fuerza aún con el peso de su cuerpo. Quería besarlo, pero así también lo que quería era volverlo loco por sus movimientos. 

Se dio cuenta que logró su cometido cuando regresando a ver su rostro, Valentín tenía los ojos cerrados y la respiración jadeante. Sus labios brillaban de forma preciosa ante la poca luz que le llegaba. Le encantaban a un punto en el que no podía entender. Siempre estaba humectados, eran suaves y dulces. Movió sus caderas en un leve vaivén para frotarse contra el cuerpo de Valentín. Mordió su cuello para hacerlo soltar leves sonidos que le parecieron deliciosos. 

Cambió de posición una de sus manos para subir la camiseta de Valentín. En principio acarició su espalda, sin embargo, fue directo a sus pezones. Los pellizcaba para hacerlo tanto reír como para sentir lo suave de su piel. Cuando sintió las contracciones musculares del cuello de Valentín buscando casi desesperado la atención de su boca, no soportó. 

Se lanzó a sus labios con la necesidad de cumplir su sueño de besarlo. Valentín era tan delicioso que no podría jamás negarse ante él. Era todo lo que deseaba. Quería llorar por los sentimientos nada concretos que tenía dentro de su pecho. Se sentía tan bien poder meter su lengua en su boca que era incapaz de no darle vueltas por dentro para sentir que podía tener todo el mundo en sus manos sólo con sostenerlo en un abrazo. 

Valentín sintió lo mismo. No quería separarse de él jamás. Nunca pensó hacerlo en público, pero ahora no le interesaba. Movió sus manos mientras sonreía para abrirle el cierre de la chompa. Lo agarró del elástico de su pantalón deportivo y lo pegó a él para que sintiera que quería más. 

Estaban a punto de hacer más cuando un par de personas pasaron frente al callejón riendo. Se empujaron al mismo tiempo para separarse. No se miraron y decidieron dejar pasar aquello. Terminaron nerviosos por completo. Ezrael decidió romper la tensión. 

 

—Lo siento.

—La próxima… La próxima vez hagamos eso en casa.

—¿En casa? —dándose la vuelta para que no lo viera, sonrió.

 

Sintieron cierto extraño calor recorrerlos. Sus cuerpos se buscaban. Sus miradas, labios y calor también. Valentín quiso ser quien diera el paso ahora. 

 

—En casa, tonto. 

 

Yendo por su espalda, lo abrazó antes de sonreír y como un juego, ponerle su mano en su trasero. Le causó ternura ver que daba un pequeño brinco ante ello. 

 

—No hagas eso —susurró.

—¿Qué cosa? —apretó con fuerza aprovechando la oportunidad— ¿Esto, Ezra?

—Dijiste que ibas a ser el pasivo. ¿Qué tiene eso de pasivo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.