Querer decir "Te amo" (gay)

CAPÍTULO 15

Estando en la cama, Ezrael y Amelia se acomodaban el uno junto al otro para sentir el calor de sus cuerpos. No sonreían ni decían nada. Sólo contemplaban el candelabro de cristal de la habitación y los detalles dorados en el mármol de la pared. Cuando el reloj mostró que se acercaba la medianoche, ella decidió hablar.

 

—Deberías irte, Ezra.

—¿Ya no puedes una vez más? 

Nop, esta vez ya no aguanto. 

 

Haberlo hecho desde que llegó, usar decenas de posturas y hacer que tuvieran que parar porque a Amelia le hubiera dado un calambre le decía que había contenido mucho su energía sexual las últimas semanas. Era culpa de Valentín y el deseo que tenía por acostarse con él. 

 

—Oye, Amelia… 

—¿Qué? 

—¿Por qué siempre terminamos en la misma situación? —la hizo reír. 

—Nos parecemos lo suficiente como para tener una misma forma en la cual desahogarnos. 

—¿Nos parecemos? 

—No hay muchas cosas que nos hagan felices y las pocas que existen, suelen estar fuera de nuestro alcance —lo hizo estremecer—. Ergo, sentimos aquel extraño sentimiento de querer ser felices y no tener la capacidad de serlo. 

—¿Por qué dices eso? 

—Nuestros ojos… —murmuró— cuando te ves al espejo, ¿has pensado alguna vez que no brillan? 

—Nunca me he visto de esa manera. 

 

La mujer se movió de forma delicada antes de tomar un espejo de la mesa de noche. Se lo enseñó. Ezrael notó que tenía razón. No brillaban, eran oscuros y casi no se diferenciaban de su pupila. Los cerró con fuerza antes de acurrucarse en sus pechos. Su olor a café era magnífico. Suspiró antes de darle una mordida y levantarse. 

Se vistió, no habló demasiado y se fue. Al llegar a su casa pensó en si entrar a la suya o a la de Valentín. Quería dormir a su lado. Se sentía extraño después de lo que habló con Amelia e inclusive seguía enojado por lo de Deyanira. Le escribió a su madre que dormiría con el otro chico y lo llamó sólo para ver si seguía despierto. 

Valentín, por su lado, no había parado de jugar con todas las cosas que compró. Estaba lleno de sudor y después de haber aceptado sus sentimientos, no podía parar de cambiar de posiciones para sentirse mejor mientras escuchaba aquella voz diciéndole que sentía lo mismo. Se encontraba a “cuatro patas” cuando por error contestó la llamada:

 

—¿Ez… Ezra…? 

—Pensé que estabas dormido —sonrió—. Sólo era para decirte que iba a dormir contigo esta noche. 

—¡¿Ah?! —reaccionó al escuchar que la puerta de enfrente se abría—  ¡No, no, no! 

—¿Estás con alguien? —sonaba molesto

—¡Claro que no! ¡Solo…! ¡Solo no! ¡Hoy no! 

—Pero ya entre… 

—¡Que no! 

—Ya estoy yendo a tu habitación. 

 

Mientras Valentín saltaba de la cama a cerrar con seguro la puerta, sintió sus piernas temblar al punto en el cual fue inevitable caer al suelo tras lograr su cometido. 

 

—¡Que no puedes! —colgó.

—No me vas a ignorar estando ya en la puerta.

—¡Si puedo! ¡Duerme en la sala! 

—Oye, Val… dejame entrar —tocaba la puerta suavemente— Quiero verte, idiota. 

—¡No hoy! 

—Quiero dormir a tu lado, Valentín —se sentía nervioso de aquel repentino rechazo.

—¡He dicho que no! ¡Ve a la sala o a tu casa!

—¡¿Por qué me rechazas?! —se había enojado— ¡Vete a la mierda entonces! ¡Me largo a la sala! 

—¡Idiota!

 

Mientras con odio tomaba una cobija del armario, se acercó entonces al sofá. Se lanzó allí mismo y con deseo de llorar se tapó el rostro por completo. Se sentía un completo idiota. Mordía el interior de sus labios con el dolor más profundo de su corazón. No entendía la razón por la cual estaba tan enojado. Al sentir la sangre correr por su boca, se obligó a sí mismo a tranquilizarse. Cerró sus ojos y suspiró.  

No le importaba que estuviera con otra chica, inclusive lo entendería. Se hubiera quejado si es que hubiese sido Deyanira, pero no hubiera hecho ningún drama. Sin embargo, Valentín sólo le había dicho que se alejara. Eso lo llevaba a pensar que estaba haciendo algo que sabía que no iba a gustarle o que era incapaz de contarle sobre ello. Por esa razón, una cosa llevó a la otra y en lo tortuoso de su mente, llegó a imaginar que estaba con otro chico. 

Lo que en realidad ocurría era que estaba tomando un baño con prisa mientras limpiaba todos los juguetes que había utilizado. Los escondió como si fueran lo más importante de su vida y corrió a la sala. Encontró a Ezrael mirando su teléfono con ojos rojos. Había estado llorando, lo supo al instante. Se abrió espacio a su lado sin decir nada.

Ezrael dejó caer su cabeza hacia atrás. No podía respirar de lo enojado que se había puesto. Jamás había tenido ese sentimiento en su pecho. Era doloroso y lo quemaba. Sus piernas temblaban y sollozaba sin poder aguantarlo. No lograba entender lo que le pasaba a su cabeza o corazón, pero sea lo que fuera, quería gritar. 



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En el texto hay: romance, gay, amor lgbt

Editado: 11.01.2022

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