Querer decir "Te amo" (gay)

CAPÍTULO 17

Tras unos minutos de silencio, Ezrael decidió hablar:

 

—No puedo creer que haya escrito eso. 

—Vamos, niños, ¿Qué les ocurre? 

 

Mientras Liliana reía, aprovechó el momento para despeinarles los cabellos. Le parecía divertido ver cómo estando tan rojos, intentaban componerse lo más pronto posible para hablar otra vez.

 

—Es vergonzoso —se quejó Ezrael—. Muy vergonzoso. 

—Pensé que era una broma el que Ezra fuera serio desde niño —intentó seguir la corriente Valentín. 

—Siempre fui así. 

—Lo he notado. 

—Callate, eres molesto.

—Y tú eres un llorón.

 

Aquel abrazo entre los tres, hacía que el calor fuera suficiente para aguantar el frío. Parecía que iba a nevar. Valentín sonrió al ver la mano de Ezrael fuera del sillón. Acercó la suya para tomarla. Apenas le había tocado los dedos cuando él pelinegro hizo que los entrecruzaran en símbolo de que aquellas palabras no habían sido para ofender. 

Continuaron con el álbum sin la intención de soltarse. Liliana siguió dándole vueltas a las páginas. Fotografías de ambos juntos desde que se conocieron aparecían allí. Les parecía tierno verse cuando eran sólo pequeñas versiones de ellos. Valentín se sintió extraño al notar que en ninguna foto podía ver a Ezrael sonreír. Lo que sí podía notar era que mientras más crecía más demacrado parecía estar. 

En una foto navideña antigua, se podía ver como en todas, que cuando estaban juntos, Ezrael era incapaz de apartar la mirada de Valentín. Su rostro no era muy expresivo, pero parecía estar disfrutando estar a su lado. Le apretó la mano con fuerza para saber si estaba consciente de que aún no se habían soltado. Ezrael lo acarició con su pulgar para que se diera cuenta de que jamás había dejado de pensarlo. 

Liliana recibió una llamada. Cuando se levantó, habló con alguien por unos segundos. Tenía una sonrisa que ninguno de los dos chicos sabía que tenía. Parecía que sus ojos brillaban de forma diferente. Les gustó saber que estaba feliz. Soltaron sus manos para que ella no los viera. 

 

—¿Vas a venir a verme? —la escucharon reír— Sí… sólo tengo que vestirme. No me demoro nada. Tú… dime cuando estés por llegar, ¿te parece?

 

Liliana corrió a su habitación dejando a los dos chicos en la sala. Ezrael miró a Valentín. En sus ojos se podía notar el deseo que tenía de besarlo ahora que estaban solos. Quería abalanzarse a él aún cuando los nervios seguían presentes. Al intentar mover su mano para tocarle la pierna, esta no le respondió. Estaba demasiado tembloroso como para acercarse así que Valentín lo hizo. Se acomodó para verlo con una sonrisa. 

 

—Deja de estar avergonzado. Mejor dime qué me vas a dar de regalo de navidad. 

—¿Justo ahora?

—¡Si! ¡Dime! Vamos. Por favor. Por favor. Por favor.  

 

La mirada de Ezrael fue al suelo. Estaba rojo y avergonzado. Sabía que Valentín le daba regalos tiernos y que le gustaban. Normalmente eran libros que adoraba, pero él era muy malo sabiendo lo que tenía que regalar. Por ello, cada Nochebuena le preguntaba si lo que compró estaba bien antes de saber si era mejor comprar algo más. Nunca le había pasado que no le gustara su regalo, pero siguió con aquella tradición. 

 

—... Compré dos entradas para una convención. Si no quieres eso de regalo, sólo dímelo. 

 

Valentín se acercó a él casi gateando por el asiento. Fue tan sexy verlo, que Ezrael dejó caer su cuerpo hacia el respaldo del sillón. Terminó siento acorralado por Valentín. Dejó que sus brazos fueran a los lados, listos para lo que fuera. No podía luchar. 

 

—¿Vamos juntos, Ezra? 

—Si quieres ir con alguien más no puedo decirte que no. 

—No quisiera ir con nadie que no fueras tú. 

 

Valentín se acercó más hacia él. Se había puesto demasiado feliz al escuchar esa carta, ver las fotos y sentir su mano. Quería continuar con el beso que tuvieron antes. Le puso la mano en la pierna haciendo que la moviera con prisa por culpa de los nervios. Iba a besarlo cuando Ezrael habló:

 

—Si quieres besarnos, espera a que se vaya mi mamá. Puede salir en cualquier momento, idiota. 

—¿Y crees poder esperar? 

 

La mirada de Ezrael fue hacia cualquier lado para evitar a Valentín. Eso significaba que se estaba conteniendo más de lo que pensaba. Sin embargo no quiso obligarlo a nada. Se levantó y estiró todo su cuerpo. Tomó algo que había traído dentro de la caja de regalo y sonrió. Eran unos cuernos navideños que se acomodaban en su cabeza. Cuando se los puso, miró a Ezrael. 

 

—¿Cómo me veo? 

 

El momento en el que vio lo tierno que Valentín se veía utilizando aquello, moviendo su cabeza y haciendo sonar los cascabeles pegados, se puso duro. Su mente de forma automática le mostró imágenes del chico desnudo utilizando aquello. Se lo imagino utilizando una pequeña cola de venado. Puesto en cuatro y moviéndose mientras le sonreía e intentaba pedirle más. Tuvo que cubrirse los ojos y poner un almohadón encima de sus piernas. Se negó a verlo a los ojos, se cubrió todo el rostro con una mano. 




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