Habían pasado las vacaciones. Febrero estaba por empezar. Estaban en hora libre, sin embargo la temperatura afuera era tan baja que sólo salieron a comprar comida antes de volver. Amelia se había sentado en un rincón. Las épocas depresivas por la estación del año se hacían presentes en casi todas las personas de la ciudad.
En especial en ella quien sólo podía sufrir en silencio. Aún pensaba en cuánto odiaba a su madre. Veía sus muñecas, pero no ignoraba aquellas cicatrices de cortadas que tenía. Ni siquiera aquella larga que había necesitado sutura. Las sintió con la piel de su frente. Ezrael la miró a lo lejos. Como un buen amigo, se acercó a hacerle compañía. Se sentó a su lado.
—Vamos, abre los brazos un segundo.
—¿Y tú? —abrió los ojos— Pensé que estabas con Valentín como siempre.
—Deyanira está con él. Me miró tan horrible que no pude evitar sentirme incómodo.
Ezrael no le mintió del todo. Deyanira apareció de la nada para hablar con Valentín quien tomando su típica actitud coqueta, hizo que Ezrael se sintiera nervioso. Salió de ese mundo al ver a Amelia triste. Cuando se dio la vuelta para ver si ir o no a ayudarla, sintió la mirada de la mujer quemarle la nuca confirmando que lo mejor era marcharse. No quería meterse en problemas e ir un rato con su amiga no le parecía mal. Incluso pensó que sería divertido pasar juntos un rato.
—¿Alguien como ella te incomoda? —rió Amelia de forma despectiva.
—Nah. Sólo quiero ver si el amor nace entre esos dos —se burló.
—¿Y eso?
—Es broma, tonta. Es solo ella, ¿sabes? No es como si fuera la gran cosa. Es sólo para un rato. Valentín terminará aburriendose. No la necesita en su vida.
—Eso suena a que a pesar de todo, le tienes celos —lo descubrió—. Quieres que pase eso porque sabes que ahora hay algo diferente entre tú y Valentín y no quieres perderlo. No creas que no me he dado cuenta.
—... no sé de lo que hablas.
—Ezra —arregló sus cabellos—, cuando una persona que no tenía sueños, esperanzas ni deseos, como lo éramos ambos, ve la vida de forma diferente, se nota. Has cambiado mucho desde la muerte de tu padre. Te ves más feliz. En especial cuando pasas con él. No creas que nadie nota que están más unidos que antes.
—Sólo somos amigos.
—Eso no cambia nada.
Amelia era como un espejo traductor. Parecía ser capaz de decirle en un de forma entendible todo lo que sentía en lo más profundo de su pecho. Cuando dijo “eso no cambia nada”, tenía especial razón. Ezrael logró entender, conjunto a los recuerdos de aquel accidente de navidad, que aún si eran amigos esos sentimientos estarían presentes.
Hizo que sintiera terror. Se enojó consigo mismo.
—Abre tus brazos, voy a acostarme en tus pechos.
—Vulgar.
—Si quieres que sea vulgar, deja te quito esos botones.
—No, no, no —lo golpeó con delicadeza en la mano—. Ven, recuéstate. Veamos la telenovela.
Ezrael se acomodó sin apartar la mirada de Valentín. Cuando lo veía coquetear se sentía hipnotizado, su rostro visto de perfil era mucho más hermoso de lo que pensaba. Siempre traía los cabellos alborotados y dos botones de la camiseta abiertos. Le gustaba así también que a pesar de lo sexy que era, no paraba de sonreír o decir cosas lindas que lo hacían la persona perfecta para estar cuando querías sentir lo que era el verdadero amor.
Terminó dando un largo suspiro cuando pensó en que no le gustaba que fuera Deyanira la que estuviera recibiendo aquella atención. No le molestaba en general el coqueteo, tampoco el que la halagara o que tuvieran sexo. Le molestaba que ella fuera tan insistente que arruinaba los buenos momentos en los cuales pasaban juntos. Aparecía de la nada para, de forma muy grosera, ignorarlo y hablar con Valentín. Y aunque Valentín quisiera unir a Ezrael a la conversación, ella lo tornaba todo muy incómodo rompiendo su conexión por varios minutos.
No la odiaba, tampoco le deseaba el mal. Era una controversia de sentimientos en su cabeza. Le gustaba ver cómo Valentí la acariciaba o tocaba sus cabellos, pero odiaba que parecieran tan cercanos. Entendió entonces que lo único que le gustaba de ella era que lo volvía capaz de pensar que aún cuando Valentín tenía a una mujer a su lado, lo prefería a él por creces. Suspiró antes de cerrar sus ojos y decidir quedarse dormido.
Valentín seguía hablando con Deyanira, respondía a todas sus preguntas sin dar demasiados detalles. Se preguntaba por qué Ezrael lo había dejado sólo. No quería pensar que había sido reemplazado, pero tampoco podía evitarlo. Había querido seguir hablando con él de todas las tonterías que salían de sus bocas, pero él sólo se fue con Amelia sin dar ninguna explicación.
Cuando le preguntaron acerca de su cumpleaños, tuvo que ponerse a la defensiva.
—Vamos… —Deyanira le tomaba la mano con cuidado— ¿Cuando es? Podremos salir ese día.
—Ya pasó. Lo siento —rió.
—¿Ah sí? —hizo un ligero puchero— Hubiéramos salido a comer pastel