Habían pasado algunos meses. Las clases les habían exigido tanto que no habían tenido tiempo para muchas cosas.. El tartamudeo de Valentín mejoraba exponencialmente. Lo había ayudado el sentirse cada día más seguro de que Ezrael sentía algo parecido a lo suyo. Se seguían besando, teniendo sexo e incluso había logrado hacer que Ezrael tuviera pensamientos más pervertidos y versatiles acerca de su posición en la cama.
Todo aquel tiempo evitaron la típica pregunta del “¿Qué somos?” por miedo a arruinar algo. No querían complicarse la vida así que siguieron actuando como si todo fuera normal. Descubrieron lo excitante que era ocultar su relación al mundo. Inclusive se convirtió en algo excitante el seducir a una chica sabiendo que quien en verdad los traía loco era su “mejor amigo”.
Así fue como llegó el día del viaje. Liliana había dejado a ambos chicos en la casa de Amelia de donde iban a salir. Les dio un beso en la frente y se fue para seguir durmiendo.
Ezrael se dejó caer en el hombro de Valentín por unos segundos. Vio a lo lejos a Amelia recibiendo las llaves del auto de la mano de su padre con desdén. Sintió una mirada fulminante por el resentimiento de la última vez. Cuando miró hacia otro lado, se encontró con la caminata de Deyanira yendo a por Valentín. Suspiró antes de irse para evitar una situación incómoda.
Al ir con Amelia, la vio abrir la puerta del conductor como si estuviera pensando en algo. Le dio algo de miedo que no estuviera lista para conducir así que prefirió hablar. Se estiró para darle un abrazo por la espalda.
—¿Qué pasa? ¿Tu papá sigue enojado conmigo?
—Se le ha de pasar algún día —suspiró—. No pienses en ello. Sigue pensando que soy una santa… que estupidez.
—¿Qué te pasa? Suenas mal.
—… solo me siento idiota.
—¿Alguna razón en especial?
Por la cabeza de Amelia pasaron decenas de cosas. En especial un pequeño error que había cometido hace unos días. No se sentía culpable, sin embargo sí estaba preocupada de lo que podría pasar en el viaje si no se contenía esta vez. Ezrael se acercó a su oreja a darle pequeños besos. Haciéndola reír, ella decidió no comportarse extraña y responder:
—No, ninguna —mintió—. Mejor dime cómo quieres ir.
—¿A qué te refieres?
—Nos dividimos en tres autos. Connie conduce uno, Matthew el otro y yo este. Vamos con Deya y Valentín. —lo empujó a un lado para que dejara el romanticismo—. Yo conduzco así que dime si quieres ir con tu novia o conmigo.
Haciendo que Ezrael pusiera una cara tonta algo avergonzada, ella sonrió. Al menos aquello la había hecho feliz. Quería hablar, pero ese no era el momento. Se acercó a él para abrazarlo por el cuello. Le daba leves besos antes de comenzar uno romántico. No se sentía tan bien como debía, sin embargo la sacaba de su cabeza. Le acarició un poco los cabellos antes de empujarlo. Aquello les había subido el ánimo.
—¿Y en verdad sabes manejar? —la molestó— Siempre me pregunté si serías buena en ello.
—Claro que soy buena. Tengo más talentos de los que crees, Ezra.
—¿Ah, si? ¿Y crees que pueda conocer algunos de ellos?
Mordiendo su mejilla pudo saborear la base de su maquillaje. Le dio un suave beso antes de pasarle las manos por la cintura. Estar a su lado era relajante. Le traía buenas memorias e incluso lo hacía soñar despierto.
—¿Seguimos hablando de conducir? —lo trajo de vuelta a la realidad.
—No. Tú ya sabes de lo que hablo.
—Que pervertido —sonrió.
Por otro lado, Valentín y Deyanira conversaban sin dejar de verse a los ojos. Parecían dos tortolos sonriéndole tanto a la vida como al amor. Coqueteaban con una sonrisa en el rostro.
—¿Crees que pueda dormir en tus brazos? —Deyanira pidió permiso.
—Claro que sí.
Valentín sonrió mientras la abrazaba por la cintura. Aprovechó la nueva fuerza que tenía para levantarla en el aire. Le gustaba hacer aquello y desde que supo el nuevo peso de Ezrael cargaba cosas para que cuando lo hiciera con él, no se le cayera.
—¿Vas a compartir habitación con alguien? —preguntó para asegurar su tiempo a solas— Yo iba a compartir con Amelia pero a último minuto prefirió ir sola. Podríamos dormir juntos, ¿qué piensas?
Deyanira había mentido. Le había dicho a Amelia que se sentía mejor estando en un cuarto para ella sola. Valentín lo notó al instante. Mintió al igual que ella.
—Bueno… iba a compartir la habitación con Ezra así que no lo sé. Tendría que hablar con él.
—¿Hablarlo con él? —dijo de forma despectiva— ¿Para qué?
—Nos salía mejor un cuarto para ambos. Sería un desperdicio no dormir allí.
Valentín también mintió. Habían pedido un cuarto para ambos ya que se sentían extraños durmiendo en habitaciones diferentes. Si hubieran podido pedir un cuarto con sólo una cama sin levantar sospechas, les hubiera gustado más. Pero ya que eso no era posible, dormir en la misma habitación era el plan.