Querer decir "Te amo" (gay)

CAPÍTULO 29

—Volví —suspiró Ezrael llegando a casa.

—¿Cómo te fue en el examen? —sonrió su madre.

—Es la primera vez que diré que no tengo ni la menor idea. 

—¿Tan mal te fue?

—No lo sé —gruñó mientras frotaba sus ojos—. Estoy cansado. Iré a ver a Valentín en un rato. Solo vine a coger algo. 

 

Mientras su madre tomaba un té junto a Honey, vio a Ezrael ir a su habitación. Sus manos apretaron la taza y su rostro hizo una mueca de preocupación. Al ver esto, la rubia estiró su pierna para tocar la suya. 

 

—Vamos —llamó su atención—… es tu hijo. Es obvio que pasó el examen.

—No es por él… tal vez es por Valentín. 

—¿Él? ¿Por qué?

—Ezrael puede perder las oportunidades que quiera, pero sabe que no puede perder ninguna que pueda compartir con Valentín. 

—¿Hoy dan los resultados de ambos exámenes? —asintió con la cabeza

—A las cinco.

—Son las tres. 

—Eso me pone aún más nerviosa…

 

Mientras Ezrael tomaba su computadora y la ponía dentro de su maleta, el walkie talkie sonó poniéndolo en guardia. Valentín lo estaba llamando.

 

—¿Qué pasa?

—¿Estás bien? —preguntó algo nervioso. 

—Si. Solo estoy recogiendo algunas cosas antes de ir a verte.

—¿Me prometes que todo va a estar bien? —titubeó.

—Valentín… 

—S-s-s-solo prometelo.

—… todo va a estar bien. 

 

Lanzando aquel aparato, volvió a salir. Valentín lo esperaba con un rostro algo extrañado que se negó a ver a pesar de todo. Cerró sus ojos y fue directamente a la cama. Se recostó allí y sin pensarlo demasiado, se quedó dormido. 

Valentín lo notó, se acercó y lo cubrió con una cobija. Parecía estar enojado consigo mismo, así que, como la última vez que él lo apoyó, ahora le tocaba a él. Sabían que las universidades que quedaban no eran lo que ninguno de los dos quería. Querían sus dos primeras opciones. Cualquiera de ambas. Sus puños temblaron. Dejó todo a un lado y entró en los brazos de Ezrael con cuidado. Se acurrucó en su pecho y aunque no podía dormir, tampoco quería despertarlo.

Habían estudiado siete días seguidos. No se habían detenido casi para nada. Comían bien pues Valentín cocinaba para ambos, pero las horas de sueño se volvieron insuficientes. Sus mentes estaban vagando por lugares que creyeron que no eran los correctos. Estaban cansados y antes de dar la prueba, sus ojos estaban inundados de ira contra todos los que se acercaban.

Aquel día iban a dar las respuestas. Todo iba a cambiar si es que algo salía mal. Pero Valentín se sentía extrañamente tranquilo por culpa de la promesa que le había pedido a Ezrael que hiciera. Lo tomó de la mano e hizo que se le pusiera en el rostro. Estaba en un profundo sueño y Valentín no podía dejar de sentirse agradecido con él. 

Exhaló cierto humo caliente antes de intentar dormir. No podía hacerlo, pero aquel calor en su cuerpo hacía que se sintiera relajado. Estar de esa manera a su lado hacía que se imaginara una vida a su lado. Pensaba en qué harían por sus cumpleaños. También en lo que podrían hacer por sus días libres. Su primer Halloween juntos, así también su primera Navidad. Estaba ilusionado dentro de un sueño vivido. Sonreía con ternura sin dejar de crear escenarios en su mente.

Se preguntaba si algún día podrían ser novios. Quería pedírselo él. Tomarlo de la mano y besarlo. Pensó en darle un anillo, sabía que le encantaban. Tenía uno plateado que hacía que sus manos se vieran más masculinas de lo que ya eran. Nunca había pensado que lo excitaría ser ahorcado, pero si esas manos lo hacían, probablemente terminaría creando un fetiche. 

Recordó los días que fueron a la playa. Así también la cena de graduación en la cual se escondieron en los baños del hotel solo para besarse. Recordó las fotos que se tomaron juntos. También aquella que les tomaron juntos con su diploma y que ahora estaba colgada en medio de la sala.

“Pasar juntos es… divertido” dedujo en su cabeza. “Tan sexy…” pensó al verle los labios. Se acercó a ellos a darle un beso imperceptible. 

Descubrió que estaba a punto de tener una erección cuando sintió algo caliente recorrer por todo su cuerpo. Se dio la vuelta para intentar salir de sus brazos, pero por instinto, Ezrael se dio cuenta de que su fuente de calor se escapaba. Abrió los ojos por un segundo y al verlo tan vulnerable lo volvió a atrapar. Sus manos le tocaron el abdomen suavemente. 

 

—No te atrevas a irte… 

—… está bien. 

 

Ezrael volvió a caer dormido cuando sintió que el otro dejó de patalear. Cuando se quedaba inmobil y podía abrazarlo por la espalda, una calma que anhelaba todo el tiempo lo recorría. 

Valentín por su lado estaba rojo. Su cuerpo ardía; se sentía un pervertido por haberlo besado mientras dormía. Siempre pensó en hacerlo, pero le daba vergüenza. No sabía muy bien lo que había ocurrido. Prefirió tomar su celular un momento para que le diera sueño. La ansiedad no lo dejaba dormir. 




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