Querer decir "Te amo" (gay)

CAPÍTULO 30

“¿A qué universidad vas a ir?”

 

Aquel fue el primer mensaje que recibió Ezrael al despertar. Era Amelia. Tenía que hablar con ella. La noche anterior le había escrito algo, pero él no había tenido el mínimo interés. Estaba concentrado sólo en Valentín. Aún ahora, lo tenía en sus brazos aún dormido y agotado de lo que hicieron la noche anterior. Le dio un beso en la frente y se levantó igual de exhausto. Suspiró antes de responderle: 

 

“Catarsis”

“¿Y qué pasó con la Nietszche?” 

“No quiero hablar de eso” temblaba al escribirlo. 

“Perfecto” 

“¿Qué favor querías?”

“Mis padres creen que me volveré loca si voy sola a la universidad así que les dije que iríamos juntos. Mentí pero ahora parece que no” Se notaba el odio en el mensaje. 

“¿Y qué quieres que haga?”

“Solo tienes que mentirles un poco, ¿sabes? Y si disipas los rumores de que salgo con el novio de mi prima, sería excelente.”

“¿Sales con el novio de tu prima?”

“¿Me creerías si te digo que no?” sonrieron al mismo tiempo.  

Nah” 

“Cambiemos de tema, ¿Te vas a mudar para seguir tu carrera allá? ¿Por qué no te quedas aquí?”

 

Sin querer decirle que la razón principal era que quería vivir con Valentín y que Honey le había convencido, respondió:

 

“Son muchas cosas. Iré con Val” 

“Mierda, y yo pensé que podríamos pasar tiempo a solas. Así tal vez podríamos desahogarnos un poco, ¿no?” 

“Lo siento. Él ya no me deja” sonrió.

“¿Por fín son novios? Felicidades” 

 

No pensó en que aquello sonaría a que eran novios por lo cual algo preocupado de no querer negarlo, cambió de tema. 

 

“¿Cuándo nos vemos?” 

“Sábado de la próxima semana” 

“Esta bien. Quiero ir a los bolos” 

“Me encantan los bolos” 

 

Antes de darse cuenta, Ezrael terminó recostado en el sofá hablando con Amelia por unas cuantas horas. Cuando estaban juntos y solos siempre sintió que había alguien que lo entendía aún si no decía nada. Alguien que se le metía en la cabeza como un gusano y le daba los consejos que necesitaba cuando necesitaba. Pero eso ya no le interesaba. Le gustaba Valentín más que cualquier otra persona. Sabía que no podía decirle aún que lo quería pero estaba orgulloso de al menos haber dicho un “yo también”. Suspiró antes de estirarse y decirle que se tenía que ir. Había escuchado despertar al otro y parecía estar buscándolo. 

 

—¡Ezra! ¡Ezra! 

 

Valentín había tenido una pequeña pesadilla en la que se quedaba solo por lo cual cuando estiró su brazo para encontrar a su casi pareja y no lo logró, se asustó. Ezrael apareció por la puerta. Antes de darse cuenta o de decir algo ya lo tenía arrodillado frente a él besándole todos sus dedos. 

 

—Volviste… 

—Estaba en la sala —sonrió mordiéndole los nudillos—. ¿Qué pasa? ¿Te duele algo?

—No. Mi cuerpo está bien hoy. 

—Me alegro de escucharlo —se movió para besarle desde la muñeca hasta llegar a sus labios—. Buenos días, idiota. 

—Eres tan grosero.  

 

La sonrisa que dio el momento en el que recordó lo que hablaron la noche anterior lo hacía brillar. La luz del sol que pasaba por la cortina iluminaba el rostro de Valentín entre sus manos. Sus ojos estaban algo rojos; por culpa del placer de la noche anterior había llorado a más no poder. Fue tan romántica la forma en la que de imprevisto se abrazaron que Ezrael decidió dejar de pensar en ir a la universidad que quería. 

Estuvo a punto de volverlo a pensar cuando Valentín le acarició el rostro.

 

—¿Listo para decirle a tu madre que vamos a mudarnos juntos? 

—Creo que Honey es la que más emocionada va a estar por eso. 

—Está loca por la tía ¿no? —bostezó sin soltarlo.  

—Si, aunque es algo incómodo. 

—¿Incómodo? 

—Algo así —suspiró—… Después de lo que pasó con mi padre, me asusta dejarla sola con alguien. Aunque creo que Honey no es mala, no puedo dejar de recordar lo que sufrió. 

—¿Estás bien hablando de eso? —movió su cabeza de arriba a abajo. 

—Este último año ha sido el mejor de mi vida. Es como si por mucho todo estuviera mejorando. Especialmente ahora que estamos juntos. 

 

Valentín soltó una suave risa dulce mientras cubría su rostro. Lo había hecho ponerse más rojo que antes. Se separó un poco para verlo.  Terminó mostrando sus ojos cafés claro ante él. Nunca se había sentido tan delicado por unas cuantas palabras. Ezrael se dio cuenta de lo que dijo y tapó su rostro de la misma manera. Estaba avergonzado. Se volvió a levantar y antes de ir a preparar el desayuno, le dio un tierno beso en la mejilla. Se preguntaba si todos los días serían igual de tranquilos. Pero no todo era siempre igual. No ahora que todo iba a tomar un nuevo rumbo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.