Querer decir "Te amo" (gay)

CAPÍTULO 36

Al escuchar quién era, Ezrael miró a Valentín. Su mirada extrañada le hizo caer en cuenta de que no le había dicho todo lo que en verdad estaba pasando. Intentó sonreírle antes de darle un pequeño beso en la mejilla. Tomó lo primero que encontró de ropa y salió de la habitación como si estuviera escapando de algo. Valentín supo que algo malo ocurría, sin embargo confiaba en que Ezrael se lo contaría al terminar la llamada. 

Mientras cada uno tomaba un camino diferente en la casa, se dieron cuenta de que afrontar las cosas era más difícil de lo que habían pensado. 

El pelinegro terminó vistiéndose en la sala mientras que Valentín revisaba los mensajes de su celular en la habitación. En el momento en el que lo encendió llegó a escuchar cientas de notificaciones. Todo hizo silencio de un momento a otro pues el equipo colapsó, se apagó y reinició. 

Valentín se rió de ello. Se recostó boca abajo en la cama aún con cierto dolor muscular. Cuando el teléfono volvió a encender, volvió a colapsar hasta reiniciarse. Esta vez dio un suspiro esperando que no se dañara.  Así pasó dos veces más hasta que se enojó y logró mantenerlo encendido. 

Al abrir su Whatsapp vio miles de mensajes de una variedad de personas. No quería leer ninguno, en especial si eran los de sus padres. Sabía que la mayoría de ellos iban a decir que tenía que vivir con su abuela o convencerla para que lo dejara ir, cosa que era relativamente imposible. Quiso aplazar la conversación lo suficiente para tener las palabras correctas, no lastimar a nadie y salir ganando al mismo tiempo. 

Pero en ese momento lo único que Valentín buscaba era relajarse con una sonrisa. No iba a dejar que aquel problema le quitara la paz. Amaba a sus padres, no quería herirlos aunque estuviera algo resentido con ellos, pero tampoco podían obligarlo a que viviera con aquella mujer. Tenía que encontrar una manera de lograr todo lo que quería, sin embargo quería disfrutar la felicidad que se sentía después de haber tenido sexo. 

Por otro lado, Ezrael escuchaba lo que le decían por el teléfono con cierta mirada de enojo. Veía hacia la mesa del medio de la sala, pero se podía sentir en todo el ambiente que estaba furioso. Lo estaban haciendo dudar de todas las decisiones que había tomado. No era para nada divertido. 

 

—… por lo cual —habló Tanner—, la universidad está dispuesta a aumentar la beca debido a la recomendación de uno de nuestros accionistas y patrocinadores.

—Señor Tanner —dijo en tono serio—. Creí haber enviado la carta de que no iba a entrar a la Universidad Nietzsche. Lo lamento pero… 

—Nos llegó —lo cortó al instante—, pero como te digo, Ezrael, ella habló con nosotros. Está dispuesta a que entres a la universidad y todo está listo. Solo falta la firma de tu madre que sería tu representante financiero y estás dentro. 

—¿Y el papeleo? —murmuró para dar una excusa— Mire…

—Está hecho. Solo falta la firma —podía sentir cuánto dudaba en lo más profundo de su pecho—. Sé que te sientes atraído por lo que te estoy diciendo. Es la mejor opción. Piensalo un poco. Solo falta una firma de tu madre. Un movimiento de su mano y tendrás más de lo que alguna vez imaginaste —sonrió sabiendo que la forma de hablar que tenía era una maravilla.

—¿Solo una firma…? 

 

Ezrael había sido informado de que una persona, de la que no conocía el nombre aún, lo puso en la lista de recomendados e inclusive había estado dispuesta a pagar la mitad de su colegiatura hasta que se graduara. Por lo cual, para su madre no había ningún problema en pagar el restante incluso si él no trabajaba. 

Puso su mano en su rostro, estaba con algo de fiebre. Cuando le dijeron que solo faltaba una firma su corazón no dejaba de latir. Quería cumplir su sueño de entrar a aquella universidad. Solo necesitaba una firma pues incluso el papeleo estaba listo. 

Se golpeó dos veces en la frente antes de salir al pórtico de la casa a tomar algo de aire fresco. 

 

—Solo es eso —siguió Tanner—. Solo tienes que decirle que venga a la universidad y firme. Inclusive la directora tiene el ojo puesto en tí —lo manipuló un poco.

—… querría pensarlo un poco más. 

—Se nota que algo te afecta. Si quieres mi consejo, entrar a la universidad con todo lo que te estamos ofreciendo es tu mejor opción —hablar de opciones estresaba a Ezrael—. No es que la universidad Catarsis sea mala, solo que deberías pensar un poco en el renombre de nuestra universidad, en los beneficios que te estamos dando y en la calidad de vida universitaria que podrías llegar a tener sólo si tu madre firma el contrato. 

—No lo sé —dudó una vez más—… El problema no es cuál universidad es mejor o cuál es la mejor opción… Es algo más personal.

—¿Es acaso esto por alguna persona? —lo supo al instante. 

—¿Disculpe?

—Te encantó la universidad, pude verlo en el momento en el que entramos a tu facultad. Así que no es por gusto —dio razones con todo lo que decía—. Si pensamos en culpa, la beca que se te está dando es la mayor que hemos dado en nuestros casi cien años de existencia y van a ayudarte con la mitad. Cualquier persona podría pagarla, así que no debe ser por tu madre ni economía como quisiste explicar en tu carta —exhaló—. Si eso no te interesa y vas a ir a otra universidad que no tiene casi nada de lo que nosotros te ofrecemos, es irracional. El ser humano es irracional, pero lo es más cuando se deja guiar por sentimientos. ¿Es tú dilema culpa de una persona?




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