Querer decir "Te amo" (gay)

CAPÍTULO 37

—Así que eso fue lo que ocurrió… 

 

Tras aquel abrazo que duró varios minutos, Liliana se sentó en la mesa junto a Valentín. Estaban tomando café y aunque el chico lo único que quisiera era volver a sus brazos, tomaba en cuenta de que había mostrado una parte suyo que jamás le mostró; se sintió un poco avergonzado por ello. Sus mejillas estaban rojas e intentó esconder su rostro. 

Le contó todo lo ocurrido a la mujer, desde lo que hizo en su viaje hasta cuando encontró a Ezrael en su cama. No quería enfocarse mucho en esos temas, prefirió preguntarle si lo que había dicho en la llamada estaba bien y a lo que Daniela se había referido al decir que “no era su madre”.

Liliana conocía a la pareja, no tenían la mejor de las relaciones, sin embargo ella seguía siendo el contacto más cercano si es que Valentín enfermaba o sentía mal; cosa que no solía pasar a menudo pues él mismo se cuidaba para no ser una molestia.

Le acercó la mano al rostro, pellizcó su nariz y acarició sus cabellos. Todo era muy suave a su tacto, sonrió ante ello. Siguió mirando a Valentín con detenimiento, parecía estar débil, como si no tuviera energía para seguir. 

 

—Yo sé que lo que le dije estaba mal —habló Valentín algo arrepentido—… pero es lo que realmente pienso… y eso hace que no me sienta mal. 

—¿Extrañas mucho a tu mamá? —inclinó su cabeza unos cuantos grados. 

—… no lo sé. Antes esperaba todo el tiempo que volviera pero creo que desde que se mudó a Roma dejé de esperarla —agachó la mirada—. No me sentía solo. Pero no lo sé. Es difícil pensarlo. Me siento como si fuera un mal hijo. 

—Todos nos sentimos así alguna vez.

—¿Tú también? —preguntó con las manos temblorosas.

—Bueno… Yo me siento como una mala madre más que como una mala hija. 

—¿Por qué? —dudó algo extrañado— Eres muy buena con Ezra y conmigo. Eres más madre de lo que fue mi madre.

—Yo —por más que intentó no recordar nada malo, terminó haciéndolo—… fui muy débil e hice que Ezra me protegiera por años. No debí haberlo hecho. 

—Él me contó acerca de… los golpes —habló en voz baja—. Lamento no haber podido ayudarte. Si hubieras querido hubieras vivido aquí cuánto tiempo quisieras. Ustedes son… lo más importante para mí. —su rostro rojo daba ternura—. Si me hubieras dicho que pasaban por algo así, hubiera podido ayudar más. Te hubiera ayudado a que te divorciaras de él.

—Lo sé —suspiró—… pero no podía dejarlo por alguna razón. Por más que yo hablara del divorcio la verdad es que no podía hacerlo. 

—¿Por qué? —dudó algo molesto de no haber sido de más ayuda.

—... Cuando le pedí consejo a mi madre, ella dijo que “el amor no venía sin golpes” —dijo frunciendo el ceño de inmediato—. Pero yo no amaba a Javier. Me hacía sentir culpable y me mantenía a su lado aunque no quisiera. Me asustaba que le hiciera algo más a mi hijo o a tí —recordó todo el dolor e hizo que su estómago doliera—… cuando todo pasó, no me sentí culpable por el accidente. Pero cuando veo a Ezra triste, o cuando veo que le duele el hombro, siento que le fallé como madre.

 

Liliana estaba por llorar cuando Valentín le tomó la mano con cariño. Le apretó los dedos y el calor de su hijo no sanguíneo la hizo sentir algo más tranquila. Era verdad lo que decía acerca de haber fallado como madre, sin embargo Ezrael seguía siendo una buena persona que no paró de protegerla nunca. 

Era una madre que había cometido un error, pero que lo había arreglado cuando se deshizo de aquel hombre. Arregló su vida al conocer a Honey y ahora era feliz. Tanto que en algún punto pensó que estos pequeños problemas que ahora vivía iban a desaparecer. 

 

—Eres una buena madre. Ezra me lo dijo hace un tiempo —sonrió—. Dijo que aún cuando él se sentía débil, no podía dejar que te hicieran daño porque eras importante para él. 

—Valentín…

—Lamento no haber insistido más en saber lo que les ocurría —se disculpó intentando no llorar—. Los hubiera ayudado… pero tú siempre te mostrabas tan tranquila que nunca pensé que sufrías algo como eso. Siempre que le preguntaba a Ezra, él me decía que no era en algo que debería meterme y terminaba alejándose por unos días… Era algo extraño.

—Él no quería verte por lo lastimado que estaba —murmuró—. A veces le decía que saliera de casa y él decía que prefería que sus moratones se disminuyeran para que no te preocuparas.

—Cuando sabe que algo me va a doler se niega a decirme… no entiende que el que me oculte las cosas es lo que en verdad duele. 

 

Valentín no entendía por qué Ezrael hacía eso. Él siempre quería saberlo todo, tener todo tipo de confianza entre ellos, que le contara todo tipo de cosas y ayudarse mutuamente. Era difícil tener el presentimiento de que incluso ahora Ezrael ocultaba algo. Sin embargo era hipócrita pensarlo cuando él jamás le contó de su abuela ni de su pasado. Era muy difícil hablar de algunas cosas por lo cual le daría tiempo y espacio hasta que se sintiera listo y luego hablaría con él acerca de que tenían que tener más comunicación. 

Liliana vio su cara de preocupación. Sabía que aún había algo que hablar entre ellos así que le pellizcó la mejilla dándole una sonrisa tranquilizadora. 




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