Querida Rosa

O C H O | Parte 2

GABRIEL

 

—Gabo —me llama Frank. Yo me volteo a verle y me encuentro con una bella sonrisa. — Dime, amor.

—Te amo. 

 

Me sonrojo rápidamente. He estado ya más de dos años con este idiota, pero no puedo parar de sonrojarme cuando me dice algo lindo. 

—¿A que viene eso? —digo tratando de disimular mi sonrojo.

—No hay razones, solo quiero decírtelo. ¿Por qué tendría que haber un porqué para decirle a mi lindo novio que le amo? 

 

Mierda, mierda y más mierda. Mi corazón late rápido. 

—Yo también te amo, Frank. —digo devolviéndole la sonrisa. 

 

Y ya, las palabras sobran, ya no hay más que decir. Frank me abraza, me atrae hacia él y me acurruca en sus brazos. Me besa de forma tierna la frente y me acaricia el cabello. 

 

Frank y Fran, son las cura de mis penas. Son mis personas favoritas. Mis amigos ayudan, y mucho, pero Fran y Frank, tiene algo que me llena, que me hace feliz, sí, feliz.

 

Porque ellos me mostraron que no estaba solo. Que tengo apoyo incondicional de los dos. Que me aman tal como yo lo hago.

 

Dos semanas han pasado, del abrazo con mi hermano. En donde nos sinceramos, donde nos consolamos y nos hicimos uno, los mejores hermanos del mundo. 

 

—No sé qué haría sin ti, mi Pollito. —dice Frank.

—Eso lo debería decir yo. Porque el que me ha ayudado, eres tú. —redondo en un susurro, pero estoy seguro que me escuchó.

—Sin ti, mi vida sería monótona, no me llevaría bien con mi hermana. No sería feliz. Pero, contigo lo soy. Eres alguien tan bueno, que ha sufrido tanto... ¡y me molesta mucho eso! Porque no lo mereces. Pero, me tienes a mí y a tu hermano. También a los chicos, que te quieren tanto. 

 

Y me quedo sin habla. Porque... es demasiado hermoso el momento. Frank no es de mucho de palabras.

 

Me levanto y quedo a la par de Frank, mirándole directo a los ojos.

—¿Frank, pasa algo? Tú no eres de mucha palabras. Y, realmente estoy asombrado, porque lo que dijiste fue hermoso, pero... ¿a qué viene? 

—Por eso mismo lo hago, porque nunca hablo. Son tan pocas las veces en las que te he dicho lo que siento, que me arrepiento. Me di cuenta que a veces, las palabras son necesarias, porque son cosas que mantienen encendida la llama del amor. Y yo no quiero perder el tuyo... 

 

Una lágrima desciende por su cara, luego otra, y otra. Entonces lo entiendo. Él ha sufrido en silencio mi ausencia. Él, ha tenido que ser fuerte, pero darme a mí fuerzas.

 

Y no le puedo amar más. 

 

Le beso, le beso intensamente. Porque le necesito, le necesito cerca. Me apego más Frank. Y él me toma de las caderas y me presiona contra él.

 

Profundizamos el beso mucho más, Frank pide permiso e introduce su lengua, jugando con la mía. Una danza entre ellas empieza. Van a un ritmo lento, por la música de fondo que tenemos puesta Now we are free. 

 

Y me llega al corazón.

Porque sí, somos libres. 

 

 

Libres de amarnos sin prejuicios, sin importar lo que digan los demás. Porque nuestro amor es puro, es un amor verdadero. 

 

Nos recostamos en la cama, yo sobre Frank. 

Frank me acaricia mi espalda, sube y baja con movimientos lentos. Luego, introduce su mano bajo mi camiseta y siento una corriente eléctrica que me recorre completamente. 

 

Me separo de mi novio, y este me quita la camiseta, y yo se la quito a él. 

 

Continuamos con el beso, ahora, nuestras pieles se rozan. Me fascina la sensación. Frank recorre con sus manos toda mi espalda, me presiona más contra él. 

En un rápido movimiento, Frank se posiciona sobre mí, nos separamos para poder respirar. 

 

Nuestras respiraciones están entre cortadas.

 

Nos sonreímos. 

 

—Soy feliz, solo, junto a ti. —confieso.

 

Solo eso basta para que Frank me vuelva a besar y comience a bajarme la cremallera de mi jean. Yo no me quedo atrás, y también se lo bajo. 

 

—Te amo, mi lindo Pollito. —dice Frank, separándose unos centímetros. 

 

* * * 

 

FRANCISCO

 

—¡Ayuda! ¡Ayuda por favor! —grito desesperado. 

 

Un grupo de enfermeras me ve con Ivan en mis brazos, y rápidamente traen una camilla. Dejo el inerte cuerpo de Ivan sobre esta y se lo llevan. 

 

Ivan, ¿qué hiciste? 

 

Intento seguirlas, pero, una de ellas se queda atrás y me detiene. 

—Por favor, espere aquí. No puede pasar, cuando tengamos noticias de su estado, le notificaremos. —dice la enfermera ojimiel. 

—Pero... ¡quiero estar con él! —gritos

—Lo sé, pero, por favor, confíe en nosotros, le cuidaremos bien. Se lo aseguro. —dice con una voz que denota seguridad. 




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