GABRIEL
Voy junto a Frank camino a la casa de mi hermano. Según él, hay algo muy importante que quiere decirme y estoy algo nervioso, espero que no tenga nada que ver con mi padre.
La última vez que supe de él fue cuando me golpeó en el hospital, y... luego de eso nada. Mi hermano solo me dijo que se había ido de viaje al campo, donde tenemos familiares que piensan igual que él. Es obvio el porqué se fue para allá.
—Amor. —dice Frank a mi lado, tomándome de la mano.
—Dime. —respondo.
—¿En qué piensas? —pregunta.
—En qué será lo que Fran me va a decir, espero y no sea nada malo. —respondo agachando la cabeza.
—No te preocupes —Frank me levanta la cabeza suavemente, y me obliga a mirarle.— Te aseguro que ya todo lo malo pasó, y debe ser algo de su trabajo, o algo así, ¿vale?
—Está bien —digo no tan seguro.
Frank me acerca a él soltándome la mano y colocando un brazo por sobre mis hombros. Puedo sentir su aroma, y este me relaja. Estar cerca de Frank siempre me relaja. Tiene algo que me hace sentirme bien.
—Te amo... —susurro.
—Yo mucho más. —me responde Frank.
Y como si nos conociéramos hace poco tiempo, siento mariposas en mi estómago. Quizás eso no depende del tiempo, sino de lo intenso del sentimiento. Quizás mañana seguiré sintiéndolas, porque tendré los mismos sentimientos que el ayer, porque yo amo a Frank cada día, yo amo a Frank cada segundo, minuto, hora. Amo a Frank como no he amado a nadie y por eso siento mariposas.
—¡Maricas! —escucho un grito atrás nuestro. Frank y yo nos detenemos al mismo tiempo.— Eh, maricas.
Frank saca su brazo sobre mí y ambos nos damos una media vuelta. Al hacerlo, nos encontramos con un hombre de unos cuarenta años mirándonos con recelo, junto a un chico de quizás nuestra edad, mirándonos avergonzado.
—¡Hagan sus cocinadas en otro lado, que hay gente decente aquí! —vuelve a gritar.
—Y una mierda lo decente. —dice Frank.— Que tu vida sea una basura no es culpa nuestra, que a ti no te amen por lo asqueroso que eres, no es nuestra culpa. Yo amo a mi novio y le abrazaré, besaré, mimaré, todo lo que yo quiera y donde quiera. ¿Sabes por qué? Porque le amo, y no me importa lo que gentezuela como tú diga.
Sin yo poder alcanzar a reaccionar, o que el hombre pueda reaccionar, porque está igual de impactado que yo, Frank me sujeta la cabeza, me obliga a mirarle fijamente, y me besa.
Es un beso lento, de esos besos que te hacen sentir querido, amado, deseado. Esos besos que te dicen: Te amo.
Nos separamos con cuidado, nos miramos fijamente a los ojos y sonreímos. Yo me sonrojo, porque sí, me sigo sonrojando con su hermosura, porque él es hermoso. El chico más hermoso.
Ignoramos cualquier otro insulto, porque estamos en nuestro propio mundo, estamos en nuestro propio paraíso en los que no existe nadie más que nosotros. Comenzamos a caminar nuevamente, con sonrisas en las caras, olvidando la desagradable escena de hace un momento. Porque no nos importa, porque nos amamos profundamente, un amor real y ya no hay nadie que nos pueda detener.
* * *
Saco mis llaves, introduzco la indicada en la cerradura, y, abro la puerta. Con Frank entramos y cerramos la puerta a nuestras espaldas.
Logro escuchar que la televisión está encendida, lo que es raro porque mi hermano casi nunca ve TV, le aburre. A menos que sea una película, y de sus favoritas.
Nos adentramos en la casa y llegamos finalmente a la sala de estar. La escena que encuentro me extraña un poco. Por no decir demasiado.
Mi hermano, tiene a Ivan, su mejor amigo sobre sus piernas. Están abrazados viendo una película... extremadamente gay: "Hidden Kisses"
—¿Fran? —logro pronunciar con todo el asombro con el que estoy lidiando.
—¡Gabriel, Frank! —exclama mi hermano saliendo de su ensimismamiento.— Llegaron por fin.
Ivan se sonroja y sale de las piernas de mi hermano, sentándose a un lado de él, encogiéndose en su lugar.
—¿Supongo que querrán respuestas a lo que acaban de ver, no?
—Y una muy buena porque sigo sin creerlo. —digo sincero.
—Bueno, siéntese. —nos invita indicando los sofás pequeños que están a un lado del más grande.
Tomo la mano de Frank y nos vamos juntos con parsimonia a sentarnos a los sofás. Cada uno se sienta en uno.
—Bueno... primero que todo, hola. —dice Fran.
—Hola. —decimos Frank y yo al unísono.
—Hola. —dice Ivan bastante bajo, pero se logró escuchar.
—Está bien, miren, conozco a Ivan hace ya un tiempo. Estudiamos juntos y todo eso, tú Gabo le conoces. —yo solo asiento—, y pues hace dos días, Ivan se ha estado quedando aquí. Mientras tu estabas en la casa de Frank haciendo sus cosas de novios.
—¿Puedes ser más directo? No estoy entendiendo mucho. —digo confundido y avergonzando al mismo tiempo.
—Simple, estoy con Ivan, somos novios o estamos intentando tener una relación más allá de la amistad.
—¿Novios? —decimos Frank y yo al unísono.
—Ajá —dice Fran en modo de confirmación.
—¿Desde cuándo eres gay o bi, hermano? —digo extrañado.
—Ni idea, la verdad. —dice riéndose y llevándose una mano a la nuca.— Solo las cosas se dieron, y pues yo nunca me he cerrado a la opción de estar con un hombre.