Querido Aldrich

3

Me detuve de nuevo junto al escritorio y mire el papel en blanco con la pluma a un lado, lista para ser usada. La idea que rondaba en mi mente me aterraba tanto que no podía quedarme quieta para plasmarla. 

Estar contra mi padre, contra la vida que él estaba planeándome, era similar a declararle la guerra. Y no estaba segura de tener la fuerza y el valor para hacerlo. 

Me acerque a la ventana abierta, los suaves rayos del sol se filtraban por el vidrio limpio y los pájaros aún volaban por la calle ajenos a lo que había sucedido. Desearía que hiciera más frío, que el sol desaparezca y la nieve vuelva a suplantar el suelo con su blanco puro. 

Las noticias del asesinato ya habíamos comenzado a filtrarse por la ciudad. Los periódicos anunciaban la tragedia del días anterior como si fuera una simple publicidad y no una advertencia. 

La señora Stephan nos advirtió que las calles se estaban volviendo peligrosas y que los peores delincuentes por fin se aventuraban a las zonas acaudaladas para buscar victimas. Para ella solo fue una prostituta muerta por consecuencia de andar sola por las noches, para mí fue algo aterrador que pudo sucederle a cualquiera. 

Pensar que yo deseé ser esa mujer, caminar libre por las calles de la mano de un hombre que me amé. Pero aquel hombre no parecía amar a esa mujer. 

Inhalé aire por la ventana y volví al escritorio ordenando las palabras para plasmarlas en la hoja. 

Aldrich Cyrus:... 

¿Aquello era buena idea?. 

Me disculpo por responder luego de tanto tiempo, mí padre no me había puesto al tanto de su trato y me desconcertó recibir una carta como la suya. 
Estaría encantada de recibir su visita, tantos rumores sobre mí deben despertar la curiosidad y lo mejor se su imaginación. Espero no se decepcione. 
Padre me comentó acerca de su trabajo, viajar por los diferentes países para defender inocentes es realmente admirable ¿Me preguntó cuál será su método para comprobar la inocencia?¿Alguna vez le han mentido?¿Cómo cree en la palabra de un desconocido sin desconfiar de sus acciones?. 
Sea tan amable de responder las preguntas, si no le molesta, es para una investigación personal. 

Me detuve con la pluma a pocos centímetros de la hoja y exhalé. Tanta falta de educación podría traer reproches de mi padre o de cualquiera que lea la carta. 

Mire la ventana. Me sentía culpable por haber deseado ser la mujer de la otra noche pero no de imaginarme caminamos sola por las calles en plena noche. 

¿Acaso era tan malo desear la libertar?. 

Me preguntaba si lo sucedido a la joven fue consecuencia de querer más, de arraigarse a una idea fuera de lo común. 

Volví a la hoja frente a mi pensando mejor en mi idea y solté una mueca por recordar el estado en que la mujer había perecido. Su cuerpo sin vida controlando el cielo con el pecho y los brazos como si recibiera a Dios. 

Volví a la hoja y sumergí la pluma en el tintero. 

Espero su visita. Aún no he oído nada de usted pero siento curiosidad. Preguntaré a padre sobre su aspecto y su manera de ser. Cómo usted ya debería tener, me gustaría hacerme de una imagen cada vez que escribo su respuesta. 

Cordialmente, Muriel Cassian. 

Doble el papel y lo metí en el sobre antes de arrepentirme. Si tenía la edad para contraer matrimonio, tenía edad pasa escribir una carta sin ser corregida. 

Me levanté del escritorio y salí de mí habitación con el sobre en la mano. Mi padre guardaba el sello familiar en su estudio. 

Cruce los pasillos con determinación y el mentón alzado, si se aparecía podría decirle lo que pensaba. Acribillarlo a preguntas de Aldrich y terminar por reprocharle mi falta de opinión en un matrimonio arreglado. 

Baje las escaleras hasta la última planta buscando con miedo su silueta imponente y me detuve en el último escalón al oír voces graves conversando en el salón. 

Tragué saliva y me volteé hacia el pasillo de la cocina, alejándome del estudio. Camine con los brazos pegados al cuerpo y el corazón acelerado, suplicando para mis adentros que padre no me haya oído, cuando oí la conocida voz del oficial que se me acercó ayer en la escena. 

—Dada la relación creímos que usted tendría información acerca de la víctima y su agresor. 

—En absoluto—respondió padre con la voz amarga—, aquella muchacha no mantenía relación alguna con mi familia. 

—¿Sabe si alguno de sus hijos se puso en contacto con ella?—ignoró el oficio con voz monótona. 

—Mis hijos no tenían relación con ella—volvió a gruñir mi padre, aunque está vez, cuando pronunció la última palabra, su voz se suavizó. 

—Lo lamento. 

Hubo una pausa profunda, como si de repente yo hubiera dejado de oír, y luego de un suspiro volví a escuchar la voz de mi padre. 

—Yo lo lamento aún más.—Sus pasos resonaron en la madera del suelo y su bastó dejó fuertes ecos en el pasillo hasta la puerta—Ahora retírese, está es una casa de familia. 

Antes que la puerta se cerrará volvieron a enfrascarse en una conversación demasiado baja para los oídos. Intenté acercarme, me hubiera gustado saber que tenía que ver aquella joven con mi padre, pero me detuve al sentir el rasposo papel en mis manos. 

Debía sellar la carta antes que mi padre se enteré. Era mí única oportunidad. 

Me volteé aprobando el ruido y caminé tan rápido como pude hasta el estudio de mi padre, abrí la puerta, entré y la cerré con delicadeza apoyando la espalda contra la madera para tomar un respiro. 

Sentía el corazón agitado del miedo.  
Nosotros no teníamos permitido entrar sin autorización o presencia de mí padre ¿En qué estaba pensando?. 

Apoye la oreja contra la puerta buscando algún signo de mí padre o el oficial. Tenía la respiración tan acelerada que temía que cualquiera en la calle pudiera oírme. 

Me volteé para huir despavorida, aquello sí era una mala idea, si padre encontraba ahí... 

Detuve mi mirada en su escritorio lleno de papeles y plumas. Había un tintero volcado sobre un retazo de tela manchado. 

Me acerque con cautela oyendo a mis espaldas el silencio del pasillo y  comencé a respirar por la nariz para controlar mejor mis pulsaciones. 

Parecía un pedazo de tela normal, algo que se puede ver en sastrerías y locales de remiendo, pero era extraño verlo en la casa. Apoye la carta sobre el escritorio y estire los dedos para tomar el tintero de cristal manchándome los dedos con el oscuro líquido derramado. Lo aparté y tome la tela con los dedos limpios de mi otra mano para sentir la aspereza sucia y desgastada. No era ningún tipo de tela que haya usado. 

Además, olía mal. Como si alguien hubiera limpiado las herraduras de los caballos con aquel pequeño retazo. 

Lo alejé de mi rostro aguantando las arcadas, el olor metálico que emanaba era suficiente para causar revoltijo en mí estomago. Volteé una de las esquinas pegadas al centro con el líquido y me encontré con una etiqueta blanca con purpurina y un nombre extraño bordado: "Deusa da lua". 

¿Qué idioma era aquel?. 

Lo volví a colocar en su lugar con cuidado de que parezca como antes y apoye el tintero de cristal volcado encima. Me estremecí por un momento ante la alocada idea de que padre tenga algo que ver con la muerte de esa pobre muchacha, el oficial dijo que la conocía y él no lo negó.  

Pero no podía ser, padre era estricto más no violento, y la manera en la que se encontró al cadáver indicaban un tipo de agresión furica. Nadie que yo conozca tenía sentimientos suficientes para herir a alguien así. 

Apreté los labios mirando alrededor en busca del sello familiar, si estaba por algún lado debía encontrarlo en el escritorio pero ahí no había nada más que papeles. Lo rodeé amortiguando el sonido de mis zapatos y busque abrir los cajones justo cuando la puerta exterior, la que comunicaba a la calle, se cerraba con un golpe. 

Sentí un calor excesivo estando ahí. Mi padre podría volver y encontrarme husmeando entre sus cosas, y estaba segura de que no le gustaría. 

Tragué saliva mirando que todo esté como antes. El tintero, la tela, los papeles y las plumas, todo podía indicar que yo estuve en el estudio. Camine hacia la puerta con las palmas sudando, la abrí mirando a ambos lados por si alguien se acercaba y la cerré detrás, huyendo a mi habitación sin ser vista. 

* * * 

—¿Puedes dejar ese cuaderno cuando estamos cenando?—la voz de padre retumbó en todo el salón y hasta las chispas de la chimenea callaron intimidadas. Alce la cabeza de mi plato con sopa y busque a mis hermanos sentados del otro lado de la mesa. 

—Lo lamento—murmuró Silas guardando el cuaderno debajo de la mesa y acomodándose los puños de su traje con elegancia. Me miró un momento hundiendo las cejas y se inclinó q tomar la cuchara de su lado. 

Otis se aclaró la garganta en mi dirección y al mirarlo encontré una leve inclinación de su mentón hacia padre. Tragué saliva, el hombre me observaba con la mano en su barba, acariciándola, y la espalda recostada en su silla dando a entender que ya había acabado con su cena.  

Baje la mirada hacia mi plato y apoye las manos sobre mi regazo con una nueva oleada de miedo trepando por mí estómago. Desde que entré a mí habitación esperaba que padre me regañe por entrar a su estudio y tocar sus cosas. Me sentía perseguida, como si miles de ojos estuvieran puestos en las paredes y me observarán con atención. 

Apreté los puños hasta que se volvieron blancos y agradecí que queden escondidos bajo el mantel. 

—Muriel—llamó padre con autoridad. Deje caer los hombros tensos y mire en su dirección con arrepentimiento—, he visto que tienes la respuesta de la carta que te entregué. 

Oh dios. Había olvidado la carta a Aldrich encima de su escritorio. 

Baje la cabeza con el corazón acelerado golpeándome con fuerza dentro de las costillas y asentí murmurando. 

—Así es, padre. 

—¿Y puedo saber que contenía?. 

Tragué saliva. 

—El señor Cyrus me pidió una respuesta a su invitación—mi sopa parecía fría en comparación con mi rostro y los dedos me dolían de apretarlos con tanta fuerza—, le he dicho que estamos encantados de recibirlo dentro de una semana. 

Sentí los ojos del hombre en mi rostro y tuve la intención de ocultarme debajo de la mesa. Me ponía nerviosa, tenía tanto calor que no lograba controlar los latidos erráticos de mi corazón. 

No me atreví a mirarlo, tampoco busque ayuda de mis hermanos del otro lado de la mesa, esperé un reclamo, un grito, el golpe sobre la mesa, pero padre solamente musitó: 

—Bien.—Corrió la silla hacia atrás levantándose de la mesa con educación y nos miró a los tres por igual con su habitual frialdad—, buen provecho. 

Se volteó y, con una mano dentro de su saco, salió del salón haciendo tanto ruido como un fantasma. 

Oí la puerta principal abrirse, sentí el frío de la noche acariciándome los tobillos y devolverme la calma de a poco. Exhale aliviada, me estremecía pensar que si encontró la carta se enteró que hurge en sus cosas, pero era tarde para explicarme. 

—Muriel—llamo Otis segundos después de que padre ordene un carruaje a la criada y la puerta se cierre con un golpe—¿Qué sucede?. 

—Entre al estudio—admití cabizbaja. 

Silas me miró con desconcierto a medio camino de sacar el cuaderno nuevamente. 

—¿Qué estás loca?—susurró Otis con tono alto, vigilando que padre no vuelva y nadie oiga nuestra conversación—No tenemos permiso de... 

—Lo se, estaba entregando la carta cuando lo oí hablar con el oficial que vino ayer. 

—El oficial de la escena del crimen—preguntó Silas como si realmente importara. Asentí y se recostó sobre el respaldo con la mano en el mentón y una mueca de pensamiento profundo. 

Otis rodó los ojos y se inclinó hacia adelante. 

—¿Y entraste sin autorización?. 

—Si, no fue mi intención—mentí con cierto remordimiento—, deje la carta y salí. 

—¿Qué hacia aquí el oficial Clive?—Silas aún tenía la mirada pérdida encima de mí cabeza pero parecía estar hablando con nosotros mientras pensaba. 

Otis lo miro con asombro y encogí los hombros inclinándome para hablar en confidencial. 

—Dijo que padre conocía a la mujer asesinada. 

—No es posible—se apartó Otis con estupefacción. 

—Eso oí. 

—¿Y padre que dijo?—preguntó Silas sin dejarse sorprender. 

—Dijo que la familia no tiene relación con ella, pero que lo lamenta. 

—¿Qué lamenta?—Otis miró al chico a su lado como si tuviera las respuestas y ambos se encogieron de hombros a la vez—Si no la conocía. 

—Quizás sí la conocía de...—forcé a mis pensamientos a crear excusas creíbles—Algún trabajo o... No lo se. 

—¿Por qué padre conocería a una prostituta?—suspiró Silas volviendo a recostarse en la silla para poner nuevamente la mano en su mentón. 

Ni siquiera me había detenido a pensar en eso, pero ahora que oía a mí hermano no podía evitar recordar la conversación con el oficial. Solo había una manera en la que padre podía conocer a una mujer que vendía su placer. Los tres nos miramos preocupados por el camino que tomaba la idea. 

Si mi fallido matrimonio no alzaba suficientes rumores algo así sí podría arruinar la reputación de la familia. 

Un par de zapatos resonó en el piso del pasillo antes de pasar al del salón. Me aparte hacia mi asiento y Otis hizo lo mismo mirando a Silas ocultar nuevamente el cuaderno bajo la mesa. 

Contuve una mueca tomando la cuchara de la mesa, la sumergí en la sopa y oí como una criada de aclaraba la garganta. 

—El señor me ha pedido que les informe que se ausentará el resto de la noche—mire a Silas entrecerrar los ojos en su dirección y Otis apoyo las manos sobre la mesa—. Espera que pasen buena noche. 

Uno de mis hermanos asintió dando a entender que el mensaje fue recibido y luego la mujer salió del salón cerrando las puertas detrás. 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.