Querido Aldrich

15

Miré a mis hermano de reojo y baje mí copa de agua con lentitud y simpleza. Mentalmente me sentía bien pero físicamente sentía como si todo mí cuerpo hubiera entrado en rigidez. No era propio de mi ponerme nerviosa con ellos, teóricamente eran las personas en las que más confiaba en todo el mundo luego de padre, pero no podía evitarlo.

Me incliné hacia lo plato de sopa y bebí de la cuchara en silencio. Oí a alguien suspirar y alce los ojos hacia Otis sentado del otro lado con su cena intacta y sus ojos pensativos encima de mí hombro.

—¿Qué sucede?—se me ocurrió preguntar y segundos después me arrepentí. Debería haberme quedado en silencio hasta poder huir a la habitación.

 Los ojos de ambos se posaron en mi con molestia.

—¿Me dirás que hablaste con ese policía?—preguntó Otis con tono irritado aunque tranquilo.

Silas también me miró expectante.

Me incliné y bebí más sopa en silencio. Lo que haga no debía ser de su incumbencia, ellos hacían su vida sin consultarme o comentarme nada y no veía la razón para que yo haga lo contrario. Además, no podía decirles la verdad porque subestimarían mis capacidades y terminarían echando todo a perder.

—Muriel…—comenzó Silas con fastidio.

Me enderece apretando los labios y limpie los restos de sopa de mí rostro antes de hablar, modulando la voz tan fría y distante como podía.

—El hecho de que esté comiendo con ustedes no significa que mí enojo haya diluido. No recuerdo cómo me hice esto—alce la muñeca vendada—, pero sí mis condiciones de convivencia.

—Eso ya quedó atrás—murmuro Otis.

—Quizás para ustedes—estaba demasiado molesta como para pasar por alto que rodaron los ojos como si solo fueran exageraciones mías—, pero no pasaré tiempo con personas que me tratan como una frágil decoración, llevándome de un lado al otro y diciéndome que hacer o decir. Necesito respeto, intimidad y amabilidad—tiré la silla hacia atrás levantándome—, y me temo que ustedes solo me respetan cuando necesitan que me vea presentable. Con permiso.

Salí del pequeño espacio entre la silla y la mesa con cuidado de no caer y caminé hacia la puerta oyendo como ambos me llamaban dispuestos a conversar. Pero yo ya había caído en su truco otras veces, las palabras de perdón no eran nada si en realidad no había cambio en su manera de tratarme y yo, por mucho que tema, tenía cosas importantes que hacer.

Subí hasta mi habitación haciendo que cada paso de tacón resonará en la casa y cerré la puerta como si me hubieran perseguido. Sentía el pecho agitado, los brazos me temblaban y la sensación de ansiedad parecía correrme por las entrañas.

Apoye la frente en la madera de la puerta y cerré los ojos intentando calmarme. Desde que tuve el accidente no había vuelto a mí habitación. Hacía frío, supongo que había olvidado la ventana abierta, y el suelo parecía algo húmedo bajo mis zapatos. Debía cambiarme de vestido, este ya estaba sucio y gastado, debía abrigarme y también debía preparar las disculpas para Aldrich Cyrus luego de la bochornosa respuesta, pero también debía preparar una excusa viable para salir mañana.

 Algo que mis hermanos crean y permitan.

 Aunque pensándolo mejor, no había excusa suficiente para que confíen en mí.

Me volteé y camine hacia mí cama. Por suerte mis hermanos habían mandado a limpiar la habitación y ni siquiera el olor a sangre y vómito prevalencia dando vueltas. Me senté en el nuevo edredón y mire el dosel arrancado y sin cortina.

¿Cómo había logrado tener la fuerza para sacarlo de un tirón?.

Exhalé y baje la cabeza al suelo dónde antes habían estado mis libros, ahora ni siquiera el polvo era testigo de mi aprendizaje. Me incliné sobre la mesa junto a la cama, saque la carta de Aldrich de mí bolsillo y la guarde junto a las demás como un recordatorio. Padre tenía que volver y detener ese compromiso.

* * *

Estimado Aldrich:

Mire hacia la ventana abierta y dejé la briza fría de la noche me revuelva el cabello. Pensé en su carta, su recuerdo era para mí algo especial de una manera decepcionante. No quería saber nada de él, decir verdad quería seguir pensando en una silueta sin rasgos definidos porque sino lograría empatizar, pensar que ambos éramos víctimas me habían creer que sí podríamos hacerlo llevadero.

Aquel era el problema, pensar en ambos como un algo.

 Exhalé y llené de tinta la pluma que saque de la habitación de Silas.

 Lamento que sus padres hayan pasado por un matrimonio arreglado, en mí opinión es un poco triste pensar que nací para contraer nupcias con alguien que no conozco ni me conoce.

 Me aleje y miré la letra en el papel, era tarde para arrepentirme y, aunque no deban, esas eran palabras sinceras.

No creo que sea lo peor del mundo, más no pienso tampoco que sea justo. Espero que usted entienda mis inquietudes. Pensar en entregar mí mano a alguien de que tiene una vida por delante, que ya vio aquello con lo que sueño, me angustia de una manera insoportable.

Cambiando de tema, lamento que haya perdido una mujer tan importante en su vida, no debe ser fácil seguir adelante.


Solté una mueca involuntaria, claro que no sería fácil.

 Pero de nuevo, me vi incapaz de borrar mis palabras.

Lamento comunicar que, a pesar de sus palabras tan ansiosas y contentas no siento lo mismo por qué la fecha de nuestro encuentro se aproxime. Solo son días hasta que mí mano sea entregada a usted y me preocupa no estar…a la altura.

 Lo siento, divago entre pensamientos. Me gustaría contarle acerca de mí familia como usted lo hizo conmigo, pero no encuentro más historia que la que ya conoce, un padre que crio solo a sus tres hijos y trabajo su vida entera para darnos educación, salud y techo. Según él, las cosas más importantes.

 Con respeto, Muriel Cassian.

Aquello se había vuelto difícil, hablarle fríamente a alguien que me había mostrado parte de su corazón, parte de su angustia e historia era diferente a no tener un rostro que ver. No tener... Un signo de interrogación en una silueta sin definir. 

Ahora todo se había vuelto difícil y peor, pero siempre podría volver atrás. Había una forma de solucionarlo, y casualmente se encontraba en el hombre desaparecido con la capacidad de frenar todo. De poner un alto al tiempo.

Exhalé y leí la carta. No era una disculpas propiamente dichas, ni siquiera lo parecían, pero quería creer que la voz de angustia y mi dolor se interpretasen bien.

Tomé el sobre para sellarlo y me detuve cuando doble la carta. Aldrich Cyrus trabajaba con padre. Éll quizás sabía de su paradero, aunque dudaba que me dijera algo. Rememoré la conversación con el oficial Clive y pensé en las respuestas, dudaba que las encontraremos en una sola visita y mis hermano no estarían dispuestos a darme mucha libertad, así que tome mí pluma y escribí:

PD: Aunque me gustaría omitirlo quiero consultarle algo con respecto a las casa de Italia. Usted debe conocer a la familia D’ Lovego, me gustaría consultarle acerca de sus tratos y… afinidades con mí padre.




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