Querido Aldrich

19

Asentí incapaz de pensar demasiado en lo que dijo y caminé hacia las escaleras subiendo los escalones de uno en uno con demasiado pesar. Sentía mí cabeza en una nube de aire, apenas lograba hilas un pensamiento para darme cuenta que en realidad no estaba haciéndolo, estaba pensando en pensar.

La mujer, Ness, me llevo hasta el primer piso y me indicó ir a la segunda puerta a la izquierda del pasillo antes de irse a buscar los “instrumentos”.

Julián me tomo por los hombros con gentileza y comenzó a guiarme cuando me detuve. Me estremecía por el frío. No comprendía cómo era que en un lugar tan lindo y cuidado hacía tanto frío, y cuando aparte la mano abrir la puerta me di cuenta que la sangre estaba todavía peor, manchándome el frente del vestido y buena parte del brazo.

—Deja, yo lo hago—Julian estiró la mano por mí costado y abrió la puerta sin reaccionar a mí herida.

En la habitación había una mesa para instrumentos junto a una silla giratoria de aspecto crudo y, frente a ella, una camilla con un hombre extremadamente delgado con el pecho abierto y varios órganos fuera.

Contuve un grito al darme cuenta de toda la sangre que regaba el suelo y la puerta se cerró en mis narices.

Miré al oficial Clive igual de asombrado y asqueado que yo y luego oí un bufido.

—Oh, dios, lo siento—la mujer apareció caminando con una diminuta valija en la mano y media sonrisa avergonzada—, olvidé que el señor Theos estaba allí. Vengan por aquí—abrió otra puerta, se asomó dentro para comprobar que no había ningún otro cadáver, y se apartó para dejarnos pasar a una habitación idéntica a la otra solo que en esta en vez de una camilla había un sillón de metal.—Siéntese, por favor.

Entro sonriendo como si nada y comenzó a dejar los utensilios en la mesa junto a la silla.

Por un momento dude. La mujer tenía toda la pinta de haber perdido la cabeza pero no era eso lo que me preocupaba sino el hecho de que sepa lo que hacía. O mejor dicho que siendo mujer comprenda la ciencia médica.

Le lance una mirada a Julián, seguía desconcertado luego de salir de la otra habitación pero sostenía el libro de rituales con los nudillos blancos del esfuerzo.

Caminé hacia el sillón metálico, me quite el saco de los hombros para no mancharlo con sangre y me senté con cuidado de no moverme demasiado. El dolor ya era mínimo, pero tampoco sentía mi brazo por completo.

—Muy bien, ahora coloca tu mano aquí—Ness acercó un tipo de bastón con una placa metálica encima y apoye la mano como me lo indicó. Se colocó de un lado, rebuscó en la valija y saco unas tijeras. Me estremecí y atraje mí mano con una mueca de dolor—, tranquila, solo es para cortar la venda.

Dudé. Podría negarme a que me ayude o podría arriesgándome. No podía volver a mí casa con el brazo lastimado de nuevo y simplemente decirle a mis hermanos que tuve un accidente porqué no me creerían.

Exhalé y con mis propias reservas, cedí.

Lo primero que Ness hizo fue quitar parte de la manga de mí vestido y la venda inservible y mojada de sangre. El dolor era punzante pero nada en comparación con lo que había sentido en el carruaje, hasta podría decir que era soportable.

Se inclinó con los ojos entrecerrados y se apartó a buscar algo en su bandeja mientras alzaba la voz con monotonía.

—¿Jules, por qué no traes té o algo para calentar a la señorita?.

Le lance una mirada de súplica para que no se vaya.

—No me siento cómodo abandonándola.

Ella bufo exasperada y se volteó a verlo con el ceño fruncido y los ojos, enloquecidos, entrecerrados.

—No le robare ningún órgano, solo necesita sutura. Ve por té.

Trague saliva mirando mí mano con el enorme corte profundo expuesto y comencé a sentir más dolor que antes. No se veía para nada bien, la superficie alrededor parecía enrojecida y los puntos de sutura del anterior médico estaban hinchados.

Eso no podía ser bueno.

Julián me miró preocupado. También había estado observando mí herida y no se porque pero me causaba vergüenza.

—¿Señorita…?.

Aparte la mirada, incómoda y seguramente pálida.

—Ve, por favor.

No vi su reacción pero si oí cuando dejó el libro en la punta del sillón y salió de la habitación cerrando la puerta.

Contuve un estremecimiento y mire a la Ness ponerse unos anteojos con lupa e inclinarse hacia mi mano con pinzas y una diminuta tijera.

—¿Cortaras las suturas anteriores?—pregunté temerosa de lo que opinaría el médico de padre y padre.

—Esta infectado—explico señalando el enrojecimiento—, esto y esto no es buena señal. Debo abrir, limpiar y volver a cerrar para que no tengan que cortarte la mano.

Mis ojos se abrieron con sorpresa.

Definitivamente no quería que me corten la mano así que asentí a qué continúe.

—Bien.

Ella humedeció sus labios y continúo en silencio.

Trabajaba rápido, solo tardo unos minutos en quitarme todas las suturas y embeber un algodón en yodo.

También era silenciosa, ni siquiera bufaba o suspiraba como si fuera un suplicio, solamente respiraba con tranquilidad y parpadeaba de vez en cuando.

Supongo que era un requisito para trabajar con cadáveres.

Pasaron unos minutos más y la herida en mí mano quedó al descubierto por completo. Iba de lado a lado y tenía tanta profundidad que no sabía cómo no me había lastimado las venas, pero por ello quizás fue que salió tanta sangre, así que no dije nada.

Ella se alejó para tomar algo de la bandeja y me estremecí.

—No es que sea mi asunto—comenzó con monótona tranquilidad—, pero ¿Cuál fue el motivo para que te hagas está herida?.

La miré sin comprender.

—¿Motivo de que me haga?—negué—Yo no me hice esto.

—Mira—señaló el inicio del corte con la punta de la pinza—, por la manera en la que está dispuesta la herida tuvo que haber sido desde afuera hacia adentro, es decir que tu tendrías que sujetar el arma, apoyarla y cortar.




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