Querido Aldrich

22

Alce el mentón.

—Busco a mi padre.

—Lo se, pero—chasqueo la lengua—¿Por qué aquí?¿Por qué conmigo?.

Me quedé en silencio. No sabía que responder por qué la única persona que podría tener pruebas de que mi padre estaba ahí acaba de irse. Y no podía decirle la verdad, ella parecía amigable y muy amable, pero no significaba que no fuera una mafiosa peligrosa. Julián dijo que estaban a cargo del tráfico de inmigrante y hace solo unos segundos lo había confirmado.

No, tenía que cuidar mis palabras.

Ella volvió a reclinarse hacia atrás con un suspiro e hizo una mueca.

—Señorita Cassian, aunque su visita me resulte encantadora y entretenida, su espontaneidad me tomo tan desprevenida que tuve que hacer un incómodo espacio en mí ajustada agenda. Si tiene algo que...

—Tengo la seguridad de que usted sabe dónde está mí padre—aclaré con tono desesperado—porque encontré cartas que se enviaron.

Me miró unos segundos mordisqueandose el labio inferior e hizo un gesto de aburrimiento con círculos en los dedos.

—Si, el intercambió es habitual entre personas de negocio.

—¿Padre tiene negocio con usted?¿Por qué?—me arrimé un poco hacia ella, ansiosa, pero termino por fruncir el ceño.

—Eso no le incumbre, y dudo que a su padre le guste que meta las narices en sus negocios.—Asentí cabizbaja. Qué me encuentre metiendo las narices dónde no debía era el mínimo de mis problemas, por el momento solo quería que volviera, que nos ayudará a sobrellevar lo que sea que sucedía y, sobre todo, que cancele mi matrimonio.— Pero le diré una cosa, él no está conmigo.

—¿Usted sabe dónde está?.

—Puede ser, sí—encogio los hombros con obviedad y sentí un brillo se esperanza que no tardó en apagarse—. Pero no puedo decírtelo.

—¿Por qué?.

—Por que pertenece a la parte privada de una relación de negocios que lleva años en pie, lo siento.

Al hablar me miraba directamente a los ojos, enfocada cada uno de mis movimientos, y era extraño porque yo hacia lo mismo, pero también me indicaba que era sincera. Ella sabía acerca de padre pero no estaba dispuesta a traicionar su confianza por ayudar a una desconocida.

—No puede decirme dónde esta—comencé, arrimandome un poco más al escritorio—¿Pero, puede decirme si está bien?.

Ella asintió.

—Él está bien.

Exhalé aliviada, le temía a la policía y, sobre todo, al hecho de que huyera ¿Qué pudo haber hecho que huya de esa forma tan tarde por la noche?¿A qué le temía para hacerlo?.

Padre nunca había demostrado miedo ante nosotros, pero cuando intentaba recordarlo no podía evitar imaginarme lo angustiado por algo que nosotros desconocíamos.

Me mordí el labio unos segundos, pensando, y luego volví a mirar la mujer que me observaba con curiosidad.

—¿Puede decirme, al menos, dónde puedo encontrar una pista para saber de su paradero?—quizas ella no me pueda decir nada directamente, aunque su rostro falsamente ofendido y asombrado me dijo que no.

—¿Me propone que traicione la confianza de su padre?.

—Le propongo que ayude a una hija desesperada a encontrar a su padre antes de que sucedan cosas malas—ella no pareció muy convencida, así que probé otra cosa.—Miré, estoy muy preocupada, la policía dijo que él era sospechoso de homicidio y nos vigilan constantemente. Hay un asesino en las calles y—me señale con obviedad—veame aquí, en un bar cerca del muelle a horas completamente indecentes peleando contra marineros extranjeros que me doblan el tamaño, ¿No cree que necesitamos de él?.

Era obvio que me sobrepase, hablarle así no era prudente tampoco, pero si la ofendió o enfureció no lo dejo ver en su rostro. En cambio, me miró fijamente unos segundos, estudiandome con detenimiento y mordiéndose el labio, y luego chasqueo la lengua como si hubiera tomado una desición.

Se enderezó en el sillón.

—¿Sabes lo que es un psicopata?.—Negué, extrañada y ella hizo un gesto de desdén.—Bien, olvídalo. Con respecto a tu padre, lo único que puedo decirte eso eso, él está bien. Aunque eres muy buena y estás llamando mí atencion de buena manera, no logro comprender del todo por qué lo buscas.

Se veía demasiada interesada en mí respuesta. Apoyo los codos sobre la mesa, tomo un cigarro con su respectivo cerrillo y en vez de encenderlo se puso a jugar con estos, girandolos en los dedos de su mano izquierda.

No sabía que quería que dijera.

—Por que lo necesito—encogí los hombros y sentí el peso de los sacos como algo asfixiante y agotador—, él es mí padre.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, toco dos veces sus labios con la punta de su mano libre y siguió observandome.

Supongo que mí sinceridad era poco común, mis hermanos no estaban tan desesperados en encontrar a padre como yo, nadie lo estaría, pero era cierto que lo necesitábamos. Para que Otis vuelva a dormir y Silas dejé el caso, para que Aldrich cancele el compromiso y para que él aclaré que no era el verdero asesino y su desaparición fue una coincidencia.

Lo necesitábamos porque era el pilar en nuestra casa, porque nos disciplinaba, porque era su deber y obligacion estar ahí cuando no sabíamos que hacer.

Quizás ella no lo entendía pero no éramos más libres cuando el se fue de lo que fuimos cuando estuvo, por qué la culpa y las responsabilidades pesaban sobre nuestras cabezas.

Sin embargo ella no vio eso en mí, y termino por negarse a ayudarme con un suspiro cansado.

—No puedo ayudarte, Muriel. Tu padre no quiere ser encontrado y no puedo ir en contra de sus deseos. Lo siento—dijo con sinceridad—. Pero puedo asegurarte que el asesino de mujeres no les hará nada y la policía tampoco, si leíste las cartas de tu padre sabrás que nos estamos encargando de protegerlos y cuidarlos del ojo público.

Asentí recordando la carta que leí en el carruje junto a Julián.

No era momento de decirlo.




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