Querido Aldrich

30

La nota era decepcionante, Julian no podía ir conmigo a la sastrería. No tenia escusas ni tampoco una explicación y eso, de alguna forma, me dio mala espina. No estaba muy segura de si era por que termino por dejarme plantada, cosa que nunca me había pasado y mi corazón se apretaba con fuerza en el centro de mi pecho, o si era porque le había sucedido algo malo. Rogaba que no fuera la segunda.

No sabia de donde venía aquello tampoco, era como una pésima sensación en el estomago, algo que me ponía mal y me había fruncir el rostro por las nauseas. Todo podría estar mal, decía aquella horrible voz en mi cabeza. Y era cierto.

Le pedí gentilmente a la mujer que me ayude a quitarme el vestido y comenzamos luego de que deje el papel a un lado. Tanto trabajo en embellecerme había sido tirado a la basura, no es que la cita fuera el objetivo principal de la salida pero por una vez quise verme bonita frente a Julian, no solo valiente y astuta. Quería demostrarle que a pesar de ser el imán de problemas que el conocía también podía ser una dama, fina, sensible y de etiqueta.

Supongo que no era el momento.

Con mas nauseas que antes, me desprendí del corset con mas placer de que pude tener en mi vida, lance a un lado los zapatos de encaje y volví a mi vestido liviano y mis zapatos bajos. Padre siempre había dicho que la comodidad era primordial en la casa, y él nunca queria que saliéramos.

Despedí a las sirvientas que me ayudaron y me senté en la cama a volver a leer la esquela de Julian.

"No podre ir, lo siento. Julian".

¿Qué habrá pasado?¿Qué fue tan importante para no ayudarme con el caso? Aun no descubríamos quien asesino a Katherine Romero. ¿Y si le había pasado algo a Ness?¿Y si habían asesinado a otra chica?. Era perturbador pensarlo pero el último asesinato relacionado con padre fue el hombre del muelle que apareció con las ropas de padre y el extraño disparo ¿Pero, quien podría ser el asesino?.

Había cientas preguntas en mi cabeza, tenia la teoría de que el hombre del muelle había muerto por el trato que padre y la señora D’Lovego habían hecho y, no sabia por qué, pero tenia la sensación de que iba por el camino correcto con ello. ¿Habría muerto ese hombre por que me ataco?¿Por qué quien lo asesino me estaba protegiendo?¿Habría sido luego de que saltáramos del muelle o mas entrada la noche?¿Qué había pasado con sus compañeros?¿Estaban muertos?¿Por qué no los encontraron también?.

Lancé una mirada a la pluma junto a mi cama y comencé a anotar las preguntas en el mismo papel que Julian me envió, podría planteárselas cuando lo vuelva a ver. Él debía saber algo mas, dónde estaba Florenchhia, cómo habían encontrado al hombre de traje, podría preguntarle a Ness cuando fue la hora exacta que murió y podría adivinar si fue por mi o por otra pelea de la que no tenia nada que ver.

Me aleje cuando termine y miré el papel a rebosar de palabras. Me quede sin espacio.

Me hubiera gustado verlo y decirle que padre había vuelto, que su teoría era mas acertada que la mía y, lo peor, que debíamos apurarnos antes de que padre intervenga y no me deje salir.

A eso era a lo que mas le temía, el regreso de padre significaba el regreso a una jaula que me quedaba algo pequeña. Pero no podía rehusarme, solo era cuestión de tiempo para que aparezca en casa de tía Gretel y me lleve con mis hermanos.

No, tenia poco tiempo.

Pasadas unas pocas horas, Teresa, la sirvienta joven que me había hablado antes, se acerco a mi habitación a decirme que debía bajar a almorzar. Me sentía mal, las nauseas perduraban aun sin el vestido y la fatiga hacía cada musculo tan pesado como bolsas de arena, pero aun así me levante y al sentarme en la mesa pedí un vaso de agua. La sed era voraz.

Teresa asintió, se volteó hacia la cocina y volvió con una bandeja con una jarra y un vaso.

—Gracias—dí un par de sorbos cuando me lo entrego y miré extrañada al otro lado de la mesa, donde tía Gretel se sentaba en cada comida.—¿Mi tía aun no volvió?.

Teresa negó cabizbaja y regreso a la cocina para buscar el plato de comida.

Era tan solitario estar sola, no tenía idea de como mi tía soportaba tal silencio en una casa tan grande. Cada bocado era como una piedra bajando por mi garganta y cada vez que mi cuchara chocaba con el plato me estremecía, así debía sentirse estar en lo zapatos de alguien triste como mi tía, que había dedicado toda su vida a criar a los hijos que ahora vivían con sus respectivas familias. Y desde que estaba ahí ninguno había ido a visitarla o le había enviado una carta, aunque yo no estaba muy pendiente de eso así que podrían haberlo hecho.

Aun así era triste. Sola con los sirvientes que volvían a sus casas al terminar el día, debía haber un plazo en que no había gente rodeándola.

Aparté mi plato con una mueca, sentía un dolor profundo en mi pecho y las nauseas se volvían peor con cada bocado. Me disculpe con Teresa y me levanté para volver a mi habitación, si quería ir a la sastrería de donde salio el traje de padre debía esperar que tía volviera para tomar el carruaje.

Sujetándome el estomago, camine hacia las escaleras y me detuve al oír varios golpes en la puerta. Le lance una mirada a la mujer que me seguía, ella dudo y yo terminé por abrirla con un suspiro, rogando que fuera mi tía con buen humor para prestarme el carruaje.

Pero en cambio del otro lado encontré a la persona que menos esperaba.

—Hola—dijo Aldrich.

—Hola—imité sin poder ocultar mi sorpresa—¿Qué hace aquí?.

Mi tía había dejado en claro que no lo quería en casa y eso me hizo pensar que era peligroso.

—Su padre me envió a verla—excuso con rapidez. Me miro fruncir el ceño sin comprender y se apresuro a corregir:—Lo siento, no debía decir eso, estaba muy preocupado y le pregunté acerca de usted y me dijo que lo mejor sería visitarla para sacarme las dudas de su estado.




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