Querido Aldrich

42

Entrada la noche alguien tocó la puerta de la habitación y me levanté tan rápido que no recuerdo llegar hasta ella hasta que tiré para abrirla.

—¿Julián?.

No había pegado el ojo por pensar y darle vueltas a lo que había sucedido, estaba agotada y poco podía moverme sin que mis músculos se quejaran, pero tampoco podía dormir sabiendo que él estaba fuera en peligro.

Así que cuando vi a Aldrich parado del otro lado de la puerta con los ojos abiertos por la sorpresa, me desilusione.

—No—dijo con apenas un suspiro y dejo caer sus hombros.

—Lo siento—exhalé avergonzada y bajando la voz al comprender que casi había gritado al abrir la puerta.

—No es nada. Él aun no llegó, pero yo debo irme para hacer mi coartada y empacar.

—Claro—asentí con cierto desaliento—, te irías a Irlanda.

Lo miré durante unos segundos pensando en ello y me volteé hacia mis hermanos para comprobar que sigan durmiendo en sus respectivas camas antes de salir al pasillo y cerrar detrás.

—Tengo una duda—señalé al recordar la primera vez que nos presentamos. Fruncí el ceño—, usted me dijo que su madre era Italiana ¿Por qué ira a Irlanda a ver a la familia de su madre?.

El soltó algo parecido a una risa y me miró entretenido antes de admitir:

—Tienes buena memoria. Si, mí madre es Italiana pero su madre, es decir mí Nona, era de Irlanda. Inmigró huyendo de un marido abusivo cuando estaba embarazada de mi madre.

—Lo siento mucho—no sabía que la historia era tan personal y de alguna manera le intrigaba más saber sobre ello, pero no quería seguir insistiendo si se había esforzado en ocultar la verdad. Asentí agitada de pensar, solo imaginarme como debió ser la vida de esa mujer me nublaba la mente y no me permitía armar ideas. Así que suspiré y, con más sinceridad de la que pretendía, alce los ojos hacías los suyo—¿Volveré a verlo?.

Sonrió y sus ojos brillaron de entusiasmo y simpatía.

—Claro, le enviare una carta cuando llegue a Irlanda y si quiere puede responderla.—Asentí con el mismo entusiasmo. No era un matrimonio, fin de cuentas nunca lo fue realmente, pero podríamos ser amigos por correspondencia y, quien sabe, en un futuro podría visitarlo. Había sucedido tanto en tan poco tiempo que le dio la confianza de apartarse y señalarme con una mueca divertido.—Apropósito, me gusta su nuevo atuendo.

Miré la ropa que Ness me prestó y también sonreí. No era un simple atuendo, era un pantalón para una mujer, con las medidas propias de una, y tirantes de la misma talla por encima de una camisa pequeña que me quedaba a la perfección. Tuve mis reservas al principios, pero al ponerlo como lo hice con las ropas de mis hermanos, me encantó. Era cómodo, me hacia sentir segura y me permitía moverme con libertad.

—A mi también—dije sonriendo y alzando los brazos para lucirlo, cuando mi mirada fue hacia la izquierda del pasillo y me detuve con un suspiro y el respingo de mí corazón.

Julián.

Deje caer los brazos con pesar y observé el pecho su uniforme cubierto de manchas de sangre subir y bajar con agitación. También me miraba, sus oscuros ojos buscaban en mi la herida que podría curar, pero al tenerse en mi rostro soltó un suspiro de alivio y dejo caer los hombros de la misma forma que yo. Como si saber que estaba en peligro tampoco lo hubiera dejado dormir.

Él estaba bien, solo eso importa ahora.

Di un paso hacia el frente con timidez. A pesar de que mi corazón latía con tanta fuerza como para que lo oiga y que mis pensamientos estén únicamente dirigidos hacia el hombre frente a mi, temía el rechazo que leí en sus palabras.

Julián no dejo de mirarme, sus manos se abrían y se cerraban y el pecho agitado solo era un residuo de la mala noche que tuvo, pero no retrocedió. Parecía pensar, parecía estar evaluando si retroceder o acercarse. Quería acercarse, esperaba que lo deseara, pero no fue decisión de nosotros sino de Ness.

—¿Por qué te quedas viéndola como idiota?—bufó por lo bajo desde las escaleras. Su intención era solo hablar con Julián pero llegaba a oírla recriminar desde mí lugar—¿No estabas preocupado?¿Qué no sabrías que hacer si a ella le sucedía algo malo?¿Qué sucedió con esa desesperación por salvarla?.—Y de repente inclino la cabeza hacia el hombre a mi lado con una sonrisa casual y un tono suave.—Oh, señor Cyrus sigue aquí, venga que lo acompaño a la puerta.

Aldrich río incómodo.

—Claro.—Me miró poniendo distancia entre nosotros e inclinó la cabeza.—Fue un placer conocerla, Muriel, espero volver a verla.

Incliné la cabeza también, me hubiera gustado decirle que también fue un placer, que no era nada de lo que pensé y que podríamos ser amigo, pero Julián tomo toda mí atención.

¿Cuánto había pasado desde la última vez que lo vi?¿Unas semanas?¿Doce días? Quizás un poco más, y esa última vez fue en el callejón, cuando me miró con desprecio. Cuando simplemente decidió abandonarme.

Pero míralo, está bien.

Algo en mi pecho se apretó y sote una mueca dirigiendo la mirada hacia Aldrich acercándose a las escaleras.

Y cuando desapareció junto a Ness fue cuando sentí que aquel nudo no cabía en mí pecho y debía decirle lo que sentía, lo que sucedía, como me hirió por la manera en la que me abandono sin dejar que me explique.

Di un paso hacia él.

—Jul...

—Aquí no, ven.

Lance una mirada hacia la puerta de la habitación donde dormían mis hermanos, suspiré y lo seguí en silenció, temblando como nunca por la impotencia y mirando su espalda hasta que llegamos a la última puerta junto a las escaleras.

La abrió apartándose y descubriendo otro conjunto de escaleras que subían y me indicó que entre primero con un ademan de mano.

Me mordí el interior de la mejilla con un estremecimiento y entré. Era estrecho y las paredes eras oscuras, casi no se veían los escalones y la temperatura bajo significativamente, pero no me detuve.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.