Esperé a que dijeras algo, como perdón me equivoqué; no eras tú, algo, pero lo que hiciste fue saludarme, me sorprendí, solo te fruncí el ceño, tú me observabas confundido, hasta que te dije que yo no era “Tutti”, a lo que me respondiste ¿tú no eres Tutti?
Negué con la cabeza, te disculpaste conmigo, aún tenías tu mano en mi hombro; cuando te diste cuenta la quitaste, no sabía que más decirte, nos quedamos un rato así, parecías apenado, me estaba sintiendo incómoda y lo primero que se me ocurrió fue darme la vuelta y seguir caminando hacia mi casa, aunque no tuve el valor de volver a mirar hacia donde tú estabas, sentí que me seguiste observando hasta que me fui.
Toda la tarde y la noche pensé en lo que había pasado en la salida, platique con mis amigos, hice video llamada con mi supuesto novio, diario hablaba con él, a parte que estábamos juntos casi todo el día, me preguntó que quería de comer para mañana, menciono algo; no le estaba poniendo atención a lo que me llevo que le dijera que sí, seguimos hablando, pero mi mente estaba en ese apodo ridículo y en ti, sonreí y me empecé a reír, mi amigo me preguntó porque me reía le dije que le contaría mañana, después de terminar de hablar con él, me metí a darme una ducha y me fui a dormir, pensando aún en el apodo de “Tutti”.