Maratón final 2
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Caminé a paso rápido atravesando los vacíos pasillos de la academia, todos estaban en clase, menos yo y Lucas, habíamos dado una excusa para encontrarnos, ya que no podemos hacerlo muy seguido. Aunque la verdad extraño sus labios, su calor, sus besos, sus abrazos, sus lindas palabras. Solo es una excusa para vernos.
La última vez que nos vimos fue en la casa de él, luego de que casi tenemos sexo.
Casi corrí para girar en una esquina, al final de el pasillo desolado. Lo vi, ahí estaba recostado sobre la blanca pared, con la cabeza gacha mirando a el suelo, el cabello caía ligeramente sobre su rostro, estaba mordiendo su labio inferior. Al oír mí voz se sobresaltó y me miró asustado, al par de segundos volvió a relajar su postura, dándome una divertida mirada:
— ¿A quien espera aquí, jovencito Lucas?
— A usted mí bella dama— se inclino en un ángulo de 90°, poniendo su mano derecha sobre su barriga y la izquierda sobre su espalda. — este humilde siervo, está loco por usted.
Me mordí el labio inferior, intentando no soltar una carcajada. Me resultaba de lo más graciosa la situación.
— ¡Oh, humilde siervo! — Exclamé con asombro fingido. — ¿Cómo os decís eso así tan deliberadamente? ¿Vos me queréis volver loca?
Él se levantó volviendo a su postura original, ahora mirándome intensamente; escudriñando mí rostro al mismo tiempo siento como si ésta traspasara mí alma.
— Te extrañe mucho —susurro acortando la distancia y envolviéndome en sus brazos, inmediatamente el olor de su colonia invadió mis fosas nasales, su calor embistió mí piel reclamándola como suya. Tomó mí rostro en una de sus manos y paso el dedo gordo por mí quijada
— Yo también te extrañe mucho, amor — le respondí, dándole la misma mirada que la suya.
Él me besó con pasión.
En ese momento debimos ser precavidos, porque en ese momento ella nos esas fotos, y nosotros tan ajenos a aquella situación.