Maratón - parte 3

Maratón final 3
 

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Aparqué el auto en el garaje privado de nuestra mansión, baje de este y me dirigí hacía el ascensor que al invadirlo empezó a subir. Luego de un par de segundos éste se abrió, y yo salí.

Avancé por el pasillo para llegar a mí habitación. Pero antes de llegar a ésta la voz de una de las que hacen la limpieza me interrumpe: — Su padre la espera en su despacho señorita.

Y sin más se fue sin darme oportunidad de preguntarle para que me quería, suspiré y decidí redirigirme hacía ahí.

— ¡¡ESTO ES INAUDITO…!! — escuché apenas entre a la estancia.

Me quedé en completo silencio, escuchando la conversación.

— Pero tranquilízate amor, de seguro ella tiene una explicación para todo esto.

Carraspee de repente llamado la atención de ambos. Mí padre me dio tal mirada que me hizo encogerme en mi lugar y mirar el suelo. 
Ay ¿Ahora yo que hice?

—¡ME PUEDES EXPLICAR QUE COÑO ES ESTO! — me gritó, lanzándome el periódico, y un sobre amarillo. Yo me sobresale por tal acción.

¡La hija del magnate con un romance a escondidas de todos!

Era el título de la portada del periódico. Junto con mí imagen y la de Lucas, besándonos en aquel pasillo desolado de la academia. Temblé y solté un jadeo lleno de terror. El sobre amarillo eran las mismas imágenes que las de él periódico, juntos con muchas otras:

En la escuela.

En el parque.

En la playa.

En todas partes.

Todas las fotografías se me resbalaron de las manos, a causa de mis temblores.

— ¡Te voy a dar una oportunidad! —espetó mí padre bruscamente en un grito señalándome acusadoramente. — para que arregles todo lo que has causado. O me aseguraré de hacerle la vida imposible a tu amorcito pobretón.

Mire a mí madre buscando su apoyo pero ella esquivó mi mirada deliberadamente. Me había dejado sola en esto.

— Tienes hasta mañana para ver qué vas a hacer — volvió a decir mí padre. — o te mandaré a un internado y a tu novio pobretón junto a su familia los dejaré en la calle, sin dónde vivir y sin un mísero centavo.

Salí de ahí, no quería que a Lucas le pasara todo eso por mí culpa. Se me salieron lágrimas de dolor. Corrí hacia mí habitación y me encerré en ella.

Lloré por un par de horas, luego de pensarlo bien. Ya sabía lo que tenía que hacer.