Querido imbécil

Adiós mama, por ahora.

Clara

 

Que hermosos es el cielo azul, es algo tan simple, tan sencillo, que rara vez lo notamos, solo porque sabemos que siempre estará ahí para nosotros, lo damos por sentado.

Los rallos de sol chocan con la piel de mi rostro, atravesando los pequeños agujeros de el gran árbol que me brinda su sombra. subí una mano intentando tocar el cielo, se ve tan cerca, tan aproximado a mí, pero solo cuando intento parparlo es cuando percibo que es algo imposible.

— Clara, preciosa, que haces tirada ahí — Señalo mi mama subiendo la pequeña colina en donde estoy, sus azules ojos me observaban con un pequeño destello de felicidad en ellos y sus labios un tanto arqueados me demostraron lo hermosa que es — ya te he dicho que tienes que dejar de hacer estas cosas, tienes diecisiete años y aun tienes las costumbres de una niña.

— lo se mama — le respondí dándole la mejor de mis sonrisas — quieres sentarte conmigo, hoy es un día hermoso — la invite a la vez que me levante para quedar sentada y palmee el suelo en señal de invitación a lo que ella lo pienso un momento.

— Esta bien — me mostro una gran sonrisa que medio más alegría de la que ya tenía y tomo asiento en el picante césped al lado de mi — ¿Qué miras con tanto anhelo? Aun sigues mirando el cielo de esa manera, ¿qué tanto ves en el?, siempre lo haces cada vez que subes aquí

Reí con los labios juntado — lo sé, es solo que me gusta verlo

— Ay mi pequeña, ya están tan grande y hermosa, ¿Cuándo creciste tanto? — sus brazos me envolvieron en un cálido abrazo que casi me saca el aire

— Si seguimos así no creceré más, me estas asfixiando — mi voz salió un poco cortada, aunque tengo que admitir que la fingí un poco.

— ¿perdón?, ay¡¡¡ — exclamo soltándome de golpe, lo que me causó gracia, así que rei. Sus manos acariciaron mi cabello suavemente, y un suspiro se le escapó — es solo que tengo miedo del día en que decidas casarte, el tiempo pasa demasiado rápido y se que en cualquier momento tendré que separarme de ti

— no te preocupes mama, eso no esta en mis planes, me quedare contigo por siempre, ya papa no está, así que no pienso dejarte yo también — no planeo casarme nunca, ni siquiera he tenido mi primer novio, y mucho menos dado mi primer beso, wascala, jajaja, sé que no es común esta forma de pensar a mi edad, acabo de cumplí diecisiete, es extraño, ya estaba acostumbrada a decir dieciséis, pero en fin, por favor no me juzguen.

— no quiero que por el hecho de que tu papa halla muerto te sientas atada a mí, sabes que soy una persona lo suficientemente fuerte como para vivir por mi propia cuenta, solo que siempre te voy a tener en mi corazón, además, también quiero tener nietos — bromeo dándome una mirada picara

— ay mama por favor, no¡¡¡, ni de pensarlo — por favor, ¿qué es lo que esta diciendo esta mujer?, si a mi un chico se me acerca, solo pienso en salir corriendo, que vergüenza. Escuche la risa de mi mama aumentar mas aun de como ya se estaba riendo

— Solo digo — hizo una pausa y me dio una mirada seria — pero ya cariño, hablando enserio, me tienes que prometer que no dejaras que nadie te humille, sé que eres muy dulce y cualquiera puede romper ese frágil corazoncito que tienes.

— ¿Frágil corazoncito?, por favor mama, sabes que nunca me he enamorado, y solo decir esa palabra me da nausea, así que por eso no te preocupes — sus ojos me brindaron una cálida mirada comprensiva

— Me alegro de escuchar eso — paso su mano por mi cabeza — pero ya vámonos, el sol está cayendo — se levanto del suelo y luego me brindo su mano para pararme y con algunas rabietas acepte.

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Escuche a mi mama llamar a mi puerta para que me levantara de la cama, cosas que no quería porque realmente estaba cálida. Me hundí mas en ella tratando de volver a dormir, pero mi mama volvió a tocar.

— Vamos clara, levántate, ya vas tarde para la escuela — la oí decir desde el otro lado de la puerta

— ¡Ya voy¡ Me pare con las pocas fuerzas que tenía, me senté en la cama y me quede mirando en el espacio mientras pensaba absolutamente nada.

— Vamos Clara que ya es tarde — insistió mi mama

— Si — respondí juntando fuerzas para levantarme

Me di una ducha dejando que el agua fría se llevara todo el sueño que me quedaba. 

Baje a desayunar para luego lavarme los dientes y ponerme el uniforme. 

Mientras aun desayunaba, mi mama se dirigió a mi para plantarme un beso en la cabeza.

— Adiós cariño

— Adiós mama — tomo las llaves del carro y abrió la puerta

— te quiero mucho — susurro sacando la cabeza por la puerta y guiñándome un ojo, junto a una esbelta sonrisa.

La quiero mucho, es la única familia que tengo, mi papa murió por un tumor cerebral cuando tenia doce años, fue un golpe muy duro, solo recordarlo me lastima; mis abuelos paternos murieron hace mucho tiempo, y mi papa era hijo único. 

En el caso de mi mama, nunca ha mencionado a su familia, nos es un tema que tratemos a menudo porque a ella no le gusta hablar de ellos, así que no se si están vivos o no.

— Lo sé — le sonreí, y ella cerro la puerta.

 Por alguna razón que no entendía mi corazón se estrujo y me dieron unas leves ganas de llorar.

Termine mi desayudo y subí a terminar de arreglarme.

 Mientras llegaba a la escuela me tope con Carla, es mi mejor amiga, mas bien es mi hermana postiza, estamos juntas desde que tengo tres años, sabemos absolutamente todo la una de la otra, por dios, somos tan similares, hasta nuestros nombres se parecen. 

Sus inmensos ojos cafés me observaban desde la entrada de la escuela.

 Corrí a darle un fuerte abrazo y ella respondió de la misma forma.

— ¿Por qué siempre llegas tarde? — sentí como me dio un leve manotazo por la cabeza.

— Lo siento, es costumbre — le di una sonrisa pícara, antes de que ella me halara por el brazo y me entrara en el salón




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