La Navidad resulta para muchos la época más feliz del año, pues para mi es la más triste de todas. Ver como a otros la vida les sonríe al tener a su lado a los suyos y disfrutar de ellos, mientras yo solo veo como todos se marchan, hace que todo parezca menos extraordinario. No soporto las conversaciones en el trabajo, no pasan de ser sobre celebrar fiestas, organizar grandes comidas en familia o comprar regalos a los más allegados, es el colmo de felicidad para otros, durante estos últimos meses del año.
Parece que para todos es ideal tener que llevar una pauta de comportamiento concreto, el cual yo no he logrado alcanzar, por eso a veces pienso que mi vida es un completo asco. Odio esta época del año, sobre todo porque en estas fechas llego a sentirme muy depresiva, al menos así dice mi terapeuta. Por otra parte los medios de comunicación y la publicidad se encargan de bombardear todo mi mundo sobre este mensaje.
Mientras manejo a casa la luces de los árboles llenan el parabrisas de colores, cuando estos días son tan grises para mí, lo único que me hace feliz de esta fecha es la nieve, la adoro. Lo cierto es que me resulta difícil asumir que la navidad es algo grato, y es porque en el mundo me encuentro sola, mi madre murió cuando tenía tan solo siete años de una enfermedad incurable, mi padre se aferro tanto a los viñedos que nunca llegó a casarse, lo que para mí era más dicha que desdicha. Aunque muchas veces pensaba en lo solo que podía llegar a sentirse, prefería morir, que pensar que alguien llegara a reemplazar a mamá y ocupar su lugar.
Cuando tenía diecisiete mi padre también murió de vejez dejándome sola en el mundo, todos mis bienes pasaron a manos de mi único tío Charles, hermano de mi padre, quien hasta ahora no ha cumplido con la parte del testamento de pasar todo mis bienes a mis manos cuando fuese mayor de edad, sin embargo él nunca dejo de pagar mi universidad y mi manutención, además de depositar una buena parte de dinero anual para mis gastos.
— ¿Nieve, este año tampoco piensas participar de nuestro amigo secreto? me dice la recepcionista de la compañia.
—No, sabes que para mí no es más que un simple convencionalismo social.
— ¿Cómo se te ocurre expresarte así de la navidad? — Me habla con asombro — en esta época del año puedes estar más que nunca con tus seres queridos.
Obviamente esta chica no sabe nada sobre mi vida, la sangre me hierve al recordar que crecí sola en una inmensa casa, donde la navidad para mí no era más que encontrar miles de regalos debajo del árbol y cenar galletas con leche frente a la chimenea, odio este sentimiento de soledad, tanto que me hace entristecer. Ver a tu alrededor como todos tus amigas y compañeros se van lejos a reunirse con sus familias dejando la cuidad cada vez más sola, llena de extraños visitantes a los que no conozco, en definitiva es un asco.