Querido Owen

55 - Especial *Parte 1

Definitivamente hoy sábado no quería levantarme de la cama, mucho menos teniendo en cuenta que debía arreglarme para ir a ver al fastidioso de Alex. Es un infierno hablar con él. Algún día me vengaré sin que me suspendan, ya verán.

- Amanda, levántate, tienes que reunirte con tu amigo.- gritó mi madre desde planta baja.

- Ese mastodonte no es amigo mío - grité de vuelta. Me levanté de la cama de un salto y con la flojera que siempre tenía, me dirigí al pasillo para luego ir al baño como una zombie. Entré y me miré en el espejo, mis ojos marrones se veían cansados, no había podido dormir casi, además, mi cabello violeta está hecho un nido de pájaros. Supongo que se preguntaran: ¿Cómo es que en su escuela le permiten pintarse el cabello de ese color? Déjenme informarles que no solo me suspendieron de la escuela por haber golpeado a Alex, sino que también me enviaron una citación por mi color de cabello "no apto" para mí, pero no le entregué la nota a mi madre.

¡Que masha pesho peludo soy!

- Amanda - gritó mi mamá provocando que pegara un brinco del susto. - Apresúrate para que no se te haga tarde. El desayuno ya está listo. Dylan, Julian ¡A comer! - Dylan y Julian son mis hermanos mellizos, los menores, los chikibeibis, los tarantines, los chiquititos de la casa, los...

- Amanda, ya sal de ahí. Quiero ir al baño- dijo uno de los mocosos. Mi paz interior nunca llegó, lo ignoré y me metí en la ducha, refresqué mi cabeza, lavé mi cabello y me enjaboné, traté de alejar la flojera con agua fría ¡Alto! ¿¡AGUA FRÍA!?

Grité y cerré la llave rápidamente temblando del frío, escuché las risas de los mellizos y tomando una toalla y enrrollándola en mi cuerpo salí como una posesa - Pequeños demonios - les dije en un grito y eché a correr detrás de ellos, cabe decir que me resbalé por mis pies mojados y me caí.- ¡Auch!

Me mantuve un buen rato en el suelo pensando en mi vida, hasta que era el momento de levantarme, fui a mi habitación y me vestí ligera, con un mono negro, camisa blanca y unos zapatos deportivos.

- Buenos días, amá.- dije entrando en la cocina.

- ¿Qué te he dicho sobre esas series de narco-Mexicano, Amanda? - le sonreí con inocencia y le contesté:

- Que no debo estar hablando como ellos porque soy una mala imitadora, parsera - cuando dije lo último me di cuenta que había cometido otro "error", volteé a mirarla como el gato con botas.- Dijiste solo las series Mexicanas - me excusé.

Puso sus manos en jarra - También sobre las Colombianas. - dijo bastante seria, pero esa seriedad se tambaleó y comenzó a reírse a carcajadas, se fue al mesón y vino caminando hacia mí con un plato lleno de panquecas - Buen provecho, hija - me dio un beso en la coronilla.

- Gracias mami - y dicho eso, comencé a engullir la comida. Siempre me han dicho que soy muy bonita, pero que tengo el estómago como un pozo sin fondo, así que Damas y Caballeros, soy de esas personas que adoran comer, gracias, gracias, por favor no aplaudan.

- Mandy - llamó Dylan cuando terminé de comer.

- ¿Qué quieres, pitufo? - él me miró ofendido.

- ¿Pitufo? Pero si ya Julian y yo te vamos a pasar, enana - lo miré seria y luego le saqué la lengua infantilmente.

- ¿Qué necesitas? - inquirí con cariño.

- El próximo sábado Julian y yo iremos al cine con unos amigos ¿Podrías llevarnos? - en eso Julian se puso a su lado, ambos se miraron y luego pusieron sus ojos de cachorrito en mi dirección, con las manos juntitas como unos angelitos (claaaaaaaaaaro, angelitos) - Por fiiiiiiiis- me hicieron pucheros, yo los miré con ternura.

-¿Cómo negarme a mis pequeños saltamontes? - y así fue como los mini- diablillos se lanzaron encima de mí, dejándome sin aire.

- Bien, niños, ya es hora de que su hermana se vaya ¡Patrick! - llamó a mi papá - lleva a Amanda a casa de su amigo.

- Que no es mi amigo, mamá - dije por segunda vez el día de hoy. Alex, mi amigo ¡Já, diuh!

- ¿Quién no es tu amigo? - preguntó papá bajando las escaleras. Heredé los ojos marrones de él y el cabello ondulado y castaño de mamá, mientras que los mellizos eran de ojos azules y cabello liso, siempre decían que yo era más hija de mi papá que de mi mamá por nuestro parecido, pero... neh.

- Nadie, papito lindo - Agarré sus mofletes y le hablé como si fuese un bebé mientras que los demás nos miraban con asco - Vámonos, en marcha - grité y él con un saludo militar me siguió.

- ¡Alto ahí los dos! - ambos nos detuvimos en seco y giramos los talones - Mi besito de despedida - mostró su cachete y como todo una niña adulta que llegaré a ser me lancé encima de mi mamá y me le enganché como un mono - Chao mami. - le di un besito y me alejé para montarme en el auto.

- Chao, cielito - se despidió papá, yo saqué la lengua asqueada.

Al parecer la casa de Alex no era tan lejos de la mía, papá me dejó en una calle en la cual no había mucha gente y se fue. Justo frente a mí estaba la casa de mi peor enemigo, de mi némesis, de uno de los antagonistas de mi historia....Naaaah, se la creyeron, no lo odio, pero créanme que si él está cruzando la calle y se acerca un camión, no le diría que corriera.

Ruda ¿eh?

Al cruzar la calle, toqué la puerta de la inmensa casa, esperando impaciente para que Alex abriera, claro que la persona que me abrió no esperé verla hoy.

- ¿Amanda? - sorprendido, Owen me miró directamente a los ojos - ¿Qué haces por aquí? - sonrió con la boca cerrada.

- Eeeeh yo....

- Amanda, hasta que al fin llegas, estuve esperándote desde hacía como una hora. Owen, ella es Amanda, mi compañera de clases.- dijo Alex - Amanda, él es Owen, mi hermano.

¿Hermano? ¿Cómo no me había dado cuenta antes?

Lander.

Alexander Lander.

Owen Lander.

Mi enemigo mortal y mi amor platónico secreto.

Hermanos.

 



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En el texto hay: humor, cartas, romance

Editado: 01.03.2023

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