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Necesitaba salir de casa, simplemente necesitaba despejarme.

Wiliam se ofreció a llevarme al centro comercial para conocernos más, así que acepté. Él es guapo, demasiado, es caballeroso, atento, dulce, pero él no es aquel chico de ojos color tormenta.

Estoy obsesionada, lo sé, pero no quiero fijarme en alguien solo para intentar "sacar un clavo con otro clavo"

No puedo hacer eso.

- Así que, Amanda ¿Te gustaría un helado? - y como toda una niña chiquita, le dije que si. Él se rió y dijo - Y tienes 19 años, Amandita. Eres increíble - dijo con sarcasmo, le saqué la lengua y volvimos a reírnos.

Pedimos los helados a Lucas, si, el amigo de Owen - ¿Has hablado con él? - me preguntó en cuanto Wiliam fue a la caja a pagar, lo estaba atendiendo una chica rubia que no paraba de hablar.

- Llevo casi dos años que no hablo con él - dije con desprecio. Noté que en los ojos de Lucas había sorpresa, entonces fingí una sonrisa - ¿Qué tal estás, Lucas? Creí que estarías en Francia unos días.

Se rascó la nuca, nervioso - Presenté los últimos exámenes antes de tiempo, así que salí hace un mes y pues... Me faltan unos años más y seré libre - se encongió de hombros y una sonrisa afloró. Cuando conocí a Lucas, él estudiaba medicina en Harvard, pero un año después decidió que quería estudiar en Francia, así que solo viene en vacaciones... Nunca dejamos de mantenernos comunicados, aunque siempre me pregunta sobre Owen. No sé porqué. - Y cuéntame, Mandy ¿Quién es ese capullito que viene contigo? - preguntó señalando a Wiliam que tenía el ceño fruncido mirando fijamente a la chica que lo atendía. Al parecer yo no era la única que tenía que ponerse al día con un conocido.

- Lo conocí hace unos días cuando llegué a la ciudad. Accidentalmente le lancé mi café - me sonrojé y Lucas se rió de mí.

- Así que Owen...- pero antes de terminar, yo lo detuve.

. Owen quedó en el pasado, Lucky. No quiero saber de él - el ambiente se había vuelto tenso, entonces él carraspeó.

- ¿Qué tal van las entradas en las empresas de Dante? - y la sonrisa volvió a mi rostro.

- Bastante bien. Dante ama mi trabajo y yo también lo amo. Tomar fotos es lo que mejor hago, trabajo en revistas, periódicos, así que todo va perfectamente.- al final si estudié algo que me apasionaba, fotografía, hace un año que me gradué y por si se lo preguntan, por trabajar en las empresas de Dante me costó mucho tener un ambiente "normal" ya que tenía que ser estudiante de intercambio en los primeros cuatro años, pero valió la pena.

- Es bueno oír eso, Mandy - y en ese momento, Wiliam llegó con dos helados en sus manos: uno de chocolate con chispitas de colores (el mío) y uno de vainilla (obvio que el de él)

- ¿Lista? - me preguntó, yo asentí y me despedí de Lucky, él me guiñó el ojo y siguió con su trabajo ya que por fin había llegado otro cliente.

- Entonces, Amanda. Comencemos con las preguntas - empezó a decir Wiliam - ¿Tienes novio?

¿Cómo decirle que no, pero que no he superado a mi primer novio de hace casi dos años? CASI DOS ¿Cómo decirle que ese chico me había lastimado y aún así mantenía la mínima esperanza de volverlo a ver? Sin embargo tenía que decirle la verdad:

- No.

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Cuando volví a casa me detuve al observar un vehículo lujoso en la casa del vecino ¡Dios, que belleza!
 

Busqué las llaves en el bolso y al encontrarlas, abrí la puerta junto a unas cuantas bolsas (¡Pobre de Wiliam! Tuvo que soportarme mientras iba a comprar comida, accesorios, juegos de mesa, ropa y demás. Aproveché de comprar algunas cosas para los mellizos y unos obsequios para mami y papi. No sabía como esconderlos ahora.) estaba bastante cargada y justo cuando iba a cerrar la puerta, alguien me ayudó con las miles (exagerando) de bolsas - Gracias papi.

Y se hizo un silencio bastante incómodo.

Mi papá me respondería, pero no lo había hecho, entonces alcé la vista encontrándome con unos ojos que conocía muy bien. Tenía una barba incipiente, la misma sonrisa perfecta que lo caracterizaba, las cejas igual de pobladas que siempre y los ojos con un brillo extraño.

Owen.

Está aquí frente a mí, sonriéndome, observándome, ni siquiera se queja de todas las bolsas que tiene en sus manos.

No sabía que decir, simplemente no sabía - Estás preciosa, Mandy - me dijo sin apartar su mirada de mí.

- Así que aquel carro no es del vecino - murmuré ¿Cómo no lo deduje? Owen siempre quiso un carro deportivo color plata y él estaba aquí ¡Ay, no!

Creí que si lo veía caería rendida a sus pies, pero extrañamente no fue así - ¿Qué diablos haces aquí, Owen Lander? - solté con tono muy duro y frío. Él abrió los ojos con sorpresa, yo ladeé la cabeza hacia un lado, mis padres nos miraban muy atentos.

Le quité las bolsas a Owen, que ahora estaba con el ceño fruncido y fui hasta la cocina, las dejé en el mesón y volví a la sala - Hola mamá, hola papá - les di un beso a cada uno en la mejilla - Iré a mi habitación. Estoy muy cansada - no entendí porque mi voz no estaba rota, ni parecía desahuciada o destrozada.

Comencé a subir y en eso él volvió a hablar:

- Amanda, yo... - pero lo interrumpí.

- No sé que haces aquí, Owen, pero no quiero escucharte.

Sabía perfectamente que la razón por la que estaba aquí era por lo que no me pidió cuando terminamos nuestra relación: explicaciones, pero esta vez yo no quería dárselas. Pasó tanto tiempo, pasé por amores y decepciones después de él, así como él habrá pasado por lo mismo ¿Por qué volver al punto de inicio? ¿Por qué está aquí?

Cuando me fui del país di todo por perdido, ahora simplemente Owen Lander era un recuerdo que creyó que lo recibiría con los brazos abiertos.

Se equivoca.

- No estoy de ánimos para hablar ahora, Owen. - dije fatigada. Él suspiró.

- Amanda, por favor - insistió.

- Hace bastante tiempo que no nos hablamos, así que debes suponer que ya todo entre nosotros está olvidado, que tú has cambiado y que yo también lo he hecho.