Quedaba poco tiempo para que el mes de septiembre llegará, y como cada año los estudiantes tenían que participar en el desfile que hacía la escuela con motivos de la Independencia de México.
La tarde extenuante del ensayo terminó dejando a los escolares con ganas de usar el uniforme deportivo de la secundaria.
Dos chicas caminaban por el pasillo dejando atrás a otra, la cual amarraba su largo cabello negro en una cola de caballo.
El listón rojo que portaban en el brazo izquierdo del suéter verde indicaba que eran de último año.
Las risas del salón de música llamaron su atención y se detuvo a mirar por la ventana, al instante en que alguien tocó su hombro haciéndola sobresaltar.
—¡Casi me matas del susto! —dijo llevando una mano a su pecho.
—Lo siento mucho, pero tengo algo que decirte —comentó la castaña a la adolescente de piel clara.
—¡Dalila! —el grito de su compañera de estatura baja las hizo girar.
—¡Enseguida las alcanzó! —Notó como la pequeña rodaba los ojos y se alejaba con Elena, la más alta de las tres.
—¿Qué sucede? —pregunto al ver como el semblante de su conocida cambiaba.
Hubo un breve silencio.
—Estoy con Chris.
—Pero si tu…
—Termine con el —interrumpio.
—¿Y estas segura de empezar una nueva relación?
—Es solo que… no quiero estar sola.
—Bien —llevo una mano a su nuca y dejó salir un suspiro. —En ese caso tengo que decirle que te cuide, ¿Dónde está?
—Adentro —señaló con su dedo hacia el cristal.
—Andando —ambas se metieron al aula.
Observó la silueta alta y delgada del muchacho que se hallaba parado de espaldas al piano que estaba cerca del pizarrón, se acercó a él mientras alisaba con las manos su falda tableada color gris con estampado Príncipe de Gales.
Se armó de valentía y lo llamó.
—Christopher — el joven se volteo quedando frente a ella.
—¿Si? —Alzó una de sus cejas.
—Es solo que me entere que estas con Eri y… —se puso nerviosa sin razón aparente. —Quería pedirte que la cuidaras.
—No es necesario que me lo pidas, lo haré —dijo mirándola seriamente y ella se sonrojo.
—Bien. Adiós —dio media vuelta dirigiéndose hacia la puerta y antes de salir su compañera le dio las gracias.
Una vez afuera se recargo sobre la pared y dejó salir un enorme suspiro.
—Viste el poder de esos ojos —dijo para sí.
Recordó los iris marrón que la habían impresionado tanto, por la serenidad que transmitían, además de que tenía las pestañas largas, tupidas y rizadas. No como las de ella, que eran cortas, negras y algo tupidas.
El chico poseía facciones finas y una piel blanca, su cabello era ondulado, café oscuro y corto.
No era la primera vez que lo veía, pero si la primera en que lo tenía tan cerca.
Ahora entendía porque las niñas se sentían atraídas hacia el.
Se dio cuenta de que su siguiente clase empezaría y salió corriendo hacia su salón, se adentro en él y Elena se acercó.
—¿Por qué tardaste tanto? —preguntó mientras Dalila se dirigía a su lugar.
—Erika me estaba comentando algo.
—Seguro era sobre Fran. —Dijo Patricia, la de estatura baja, apareciendo .
—Si —miro hacia las bancas de atrás y vio al ex novio de su compañera sentado como si nada hubiera pasado.
Pero al percatarse de la mirada de ella su semblante cambió.
—Tomen asiento por favor —anunció la profesora de matemáticas llegando.
Se acomodó en su lugar al igual que los demás y sacó los libros que ocuparía, mientras pensaba en Erika.
Si la ponía al lado de Christopher, destacaría no sólo por su apariencia, sino por su actitud.
Erika era alta y delgada, tenía curvas donde debía, su piel era clara y sus ojos resaltaban a causa del maquillaje. Era algo extrovertida, lo cual hacía que fuera popular entre los de su clase.
En cambio Dalila poseía una complexión media, también era alta, un poco más que las chicas de su edad, según le decían constantemente, pero si se comparaba con Elena, su amiga lo era más.
Su pecho era grande, algo que la incomodaba a la hora de hacer ejercicio, sobre todo si los chicos estaban cerca.
Sus ojos color chocolate eran tan comunes como los de los demás.
Solía ser algo tímida pero en ocasiones se mostraba espontánea.
De pronto se sintió tan fuera de lugar y no supo porqué.
Ella no destacaría al lado de Christopher.
Porque sólo era simple y ordinaria.
Solo era Dalila.
Al terminar la clase vio como sus compañeros salían, pues era la hora del receso.
—Vamos —dijeron sus amigas.
Después de comprar se sentaron frente a la fuente de la escuela y disfrutaron sus alimentos.
Le pareció ver a lo lejos a Erika hablando con Francisco, pero descartó la idea y continuó comiendo.
Volvió a mirar en dirección a ellos y efectivamente estaban juntos.
Se puso de pie rápidamente.
—Enseguida vuelvo —dijo a sus amigas las cuales se alzaron de hombros.
Camino hacia la pareja, tomó aire y se dispuso a hablar con la castaña.
—Erika —la llamó.
Después de terminar de hablar con su conocida volvió a su salón, pues el receso había terminado.
Se sentó nuevamente en su banca tratando de comprender el por qué de la actitud de Erika y no logro entenderla.
¿Qué era más importante la apariencia o los sentimientos?
El sol del primer día de septiembre era algo abrasador.
Había pasado una semana desde que habló con Erika.
Se encontraba sentada en la jardinera circular que quedaba a un lado de la sala de música.