Querido Wellesley - El Duque y Yo

Capítulo 5: El baile de encanto

— El invierno llega con el tiempo, las ventiscas nos dan el indicio de que un nuevo año nos ha dejado, pero los recuerdos se quedan grabados en nuestros corazones. Hoy, la sociedad recibe el invierno con un caluroso baile, demostrando que aún pese a cualquier situación, hemos sabido llevar adelante el legado de Inglaterra y un reinado exitoso, donde nuestro rey, Roland I Collins nos acompaña con la Gracia de Dios —

Una pausa y pronto al unísono se escuchó— Larga vida al rey Roland —por parte de todos los presentes, no podía ver a tanta lejanía siquiera si el duque Barnes estaba, pero esperaba que sí.

— Espero que esta noche, para cada uno de nosotros sea mágica y especial, que sus corazones gélidos pronto encuentren el calor en la danza y en las conversaciones, sin más que decir, queridos invitados, iniciaremos con el primer baile de esta noche —pronto la introducción del baile abrió y ahora debía descender de las escaleras para bailar, esperaba que el duque Barnes estuviera a los pies de esta escalera y poder bailar con él este primer baile.

Según la etiqueta, el primer baile era significativo y debían bailar solo los duques y la anfitriona con aquel que le tendiera la mano del momento. Pero este baile no tenía nada de distinto que los bailes de Winchester, porque tanto aquí como en la época de Otoño de Winchester, las damas buscaban a su príncipes azul y yo quería al mío.

La señorita Emily me seguía por detrás mientras las escaleras se me acababan, me atreví a bajar la mirada al final de las escaleras, pero desafortunadamente no encontraba al duque Barnes con la mirada, no estaba siquiera cerca de las escaleras y mis expectativas pronto empezaban a bajar, mientras las personas se apartaban para dar paso a mis pretendientes en este primer baile y entre ellos pude visualizar a mi tío, quién con una sonrisa mediana pronto se alejó de ahí, todos y cada uno de los presentes se alejaron del final de las escaleras hasta dejar a un solo hombre.

Uno que nunca en mi vida había visto. Un joven de cabello miel y despeinado, con barba apenas saliente y con una mirada específicamente atrapante y seductora. Me detuve en el último escalón mientras aquel hombre se inclinaba ante mí y extendía su mano.

— su excelencia, la duquesa de la noche ¿me hará el honor de bailar este primer baile? —

Él no era el duque Barnes, fruncí mi ceño y levanté mi mirada, no quería bailar con él, busqué disimuladamente, pero con desesperación que el duque apareciera, pero no estaba, no lo veía entre la multitud expectante y mis expectativas pronto estaban empezando a descender, pero me arriesgue, porque la noche debía seguir, tomé la mano de aquel hombre y me sacó a bailar.

No podía evitar un baile, no siendo la anfitriona, ni tampoco siendo una dama, era inaceptable que me quedara como una estatua o que no moviera siquiera mis pies, debía verme como un pavo real en su hábitat natural, atractiva y sofisticada, bella y deslumbrante, como toda una dama de sociedad, atractiva a los hombres que buscaban a una.

Repelía a las personas mientras nos miraban con atención, sabía que había en sus mentes “un pretendiente para la duquesa” sabía que esas eran sus palabras y no podía hacer nada para ello, porque así debía ser, solo que este no era el hombre que quería que me sedujera.

Quería al duque Barnes, pero el baile inició con él, sus manos buscaban las mías, era un depredador buscando su gacela, lo sabía y sabía que habían muchos jóvenes casaderos buscando tener mi mano. 

Y realmente esto no era muy diferente a la temporada de Otoño, cuando los jóvenes y las damas buscaban enamorarse en un baile y en una mirada, con plumones en su cabeza y con la diligencia de encontrar el amor verdadero en paseos y bailes. 

— ¿le gustan muchos los bailes, duquesa? —

Su voz era muy autoritaria, sus movimientos muy sagaces, respondí— lo es, señor, ¿podría al menos decirme su nombre? ya que se tomo el atrevimiento de tomar mi mano como primera opción en este baile —

Rió— veo que ya tiene intriga en mi persona —

— más bien, intriga a la persona que está tomando mi mano —dije con resiliencia, pero no la mostré tanto como para alarmar a la sociedad.

Podía ver a mi padre y madre bailando a mi lado, pero mirando de reojo como si esperarán alguna interacción más además del baile.

Más bien quería pisar sus pies para que no bailará más.

— no se alarme, mi bella dama —

— no se atreva a hablarme de ese modo —ataqué de inmediato deteniendo mi baile, para hacer el giro propicio y fulminar con la mirada.

— pido disculpas, su excelencia, pero verla es imposible no apreciar su belleza —

— gracias por sus halagos, pero pretendo solo seguir bailando —

— ¿Es usted tímida? su excelencia —

— solo quiero conversar mi ánimo para la noche, señor cuyo nombre sigo desconociendo —amenacé intencionalmente para que proclamará de una vez su nombre y dejará de ser un misterio molestoso.

Pero en todo el baile se mantuvo con una sonrisa y un silencio que me abrumaba con gran asfixia por la situación, pero en cuánto di la vuelta, mi mirada se posó en Emily, quién entre las personas se movía en sigilo y desaparecía de mi radar entre las personas.

Había desaparecido, pero el molesto frente a mí no.



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En el texto hay: invierno, baile, amor

Editado: 14.10.2023

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