Querido Wellesley - El Duque y Yo

Capítulo 10: Preparativos Wellington

"Querida señorita Collins,

Anoche no pude dejar de verla bailar, de pensar en usted, lucia tan deslumbrante y su mirada tan atrapante, me encuentro en la penosa situación en que me he dado cuenta que cada instante cerca suyo me vuelve un niño, indefenso ante usted, dominado por su belleza y su presencia.

Señorita Collins, es usted el afán de mi deseo, en tanto la estimo yo, que no soy capaz de comprender cómo puede existir un ser tan angelical en la tierra.

Tal vez usted no lo haya notado, pero sus movimientos son deleitantes para mí, verla actuar con tanta seguridad, verla hablar con todos y demostrar quién es con tanta humildad, solo me hace pensar en lo maravillosa que puede ser. 

Quiero que sepa que cada día ha conseguido enamorarme más.

Por otro lado, esta semana me encontraré meramente cerca suyo, estaré en Wellington por el homenaje a la familia Edward, me han dicho que usted dará el discurso y no puedo esperar a verla.

Con todo el aprecio que le tengo, me despido de usted una vez más.

Con todo su afecto, Ryan Barnes

El duque estaría en Wellington, empezó a crecer la esperanza de que tal vez lo vería por la ciudad, aunque dudaba que se encontrará en las calles de Wellington, pero tal vez sí se encontraría en algún castillo cerca o tal vez en el castillo del duque de Wellington.

Empezaba a pensar que tal vez, sí me lo encontraba, podría invitarlo a ir conmigo al castillo de la familia Edward, tal vez un momento que hubiera pasado con la señorita Taylor y Granger, sería ahora también con el duque Barnes.

Temprano por la mañana desperté, organice todo cuanto pude y pedí a Jonathan que pidiera a Granger su presencia temprana, Elena era quién estaba temprano, fue ella quién me atendió con toda ímpetu.

— ¿Irá a Wellington? —

— Pienso que es la mejor manera de conseguir inspiración para hablar de los Edward —exprese mientras Elena terminaba de cepillar mi cabello— buscar en bibliotecas e ir a lugares memorables es mi manera de conseguir inspiración —

— La mejor manera, su alteza —concordo conmigo.

No pasó mucho cuando estaba en los aposentos de mi abuelo, hablando sobre la elección de la señorita Emily como lady y el presentimiento de que me haría bien a la nación.

— Siempre he dicho que mis hijos tienen buenas determinaciones en las decisiones, creo en que ti, también la tendrás como condesa y duquesa, querida —pero no parecía reprochar mi idea, parecía más calmado que antes, tal vez el estar sin obligaciones y permanecer solo en un reposo constante lo hacía sentirse más relajado, no era tan serio, pero mantenía su actitud.

Quería que mi abuelo me apoyará, tal vez para estar segura de que algo seguro tendría, su opinión era como la opinión del rey para mí— solo espero estar haciendo lo correcto —

— ¿Cómo sabrás que es lo correcto si no lo has intentado? —

— A base de información recolectada —asegure levantándome de mi asiento— tener información y sustentar las posibilidades de una debilidad —

— Hace un rato no pensabas de esa forma —volví mi mirada a él, quién se había sentado en su cama a limitarse— me contaste la historia de ella, su situación ¿y ahora me dices que no confías en ella? —

Me di cuenta en el acto de lo que hacía, me di cuenta que una parte de mí apelaba al lado humanizado de mi vida, siendo de la realeza y teniendo todas las oportunidades esperaba hacer lo mismo con Emily, ayudarla en lo que pudiera. Pero la otra parte dudaba de una persona que apenas hacía dos días habría conocido, de quien nunca supe nada y de quién muchas personas cuestionan por querer casarse con el barón Jhonson aunque la reputación de él fuera más cuestionable que la de ella.

— He sido contradictoria en mis declaraciones —admití con pesimismo— es solo que no quiero que todo esto se vuelva un embrollo real —

— ¿Qué sería de la realeza sin los rumores, las disputas, los desacuerdos? —el abuelo abrió la cortina y dejó entre ver la nieve constante que caía del cielo— ¿Qué es la tierra sin los cambios de las estaciones? ¿No es solo eso? —me mantuve a su lado, hasta donde mi vista llegase por todo Edimburgo, cubierta de nieve, con puntas blancas y árboles con velos blancos, la maravilla del cambio de estación a veces podía ser surreal.

Como en otoño las hojas se caen y como en invierno el árbol se viste de novia.

Durante la mañana, el joven Granger y la señorita Emily apreciaron mi invitación y me acompañaron en mi gira a Wellington, esperaba poder ir y regresar, pero Ferguson nos explicaba las múltiples razones por la que algo así no podría ser.

— Los puentes, los cruces e incluso las calles estarán llenas de hielo constante, puede ser riesgo de derrapes y sin contar las cantidades de avalanchas, duquesa —aún salir de Edimburgo representaba un peligro para nosotros, pero Ferguson se arriesgó a la idea, aunque claro, realizó miles de procesos con tal de asegurar un viaje moderado, el viaje constaría de al menos dos horas en auto, sin contar los declives y los posibles tráficos que habrían.

Sería largo el trayecto, el auto no era el mismo de siempre, Ferguson había conseguido uno más grande, la señora Hamilton en esta ocasión no nos acompañó porque estaba enferma, había referido fiebre y mucha mucosidad, decía que estaría no presentable para mí y eso no era correcto, no había nadie más como institutriz, pero Emily como lady contaba algo parecido a una institutriz.



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En el texto hay: invierno, baile, amor

Editado: 14.10.2023

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