Prólogo

─Irás quieras o no ─balbuceaba Anders golpeando su escritorio con ira─ no es una petición, es una orden.

George salió de la oficina dando un portazo furioso, le irritaba sobremanera cada vez que él le hablaba de esa forma. Detestaba hacerlo, estar en ese lugar, detestaba su “trabajo”, si es que a eso se le puede considerar un oficio.

En su mano llevaba la solicitud de la misión, una de extrema urgencia y delicadeza solo otorgada a los mejores reclutas de la organización. Y aunque llevaba consigo no solo el peso de ser el mejor de su generación, sino llevar en sus venas la sangre del miembro más importante, anhelaba con liberarse algún día de ese martirio. Quería ser libre, irse del país lejos de todos ellos. Fantaseaba cada noche planeando una fuga, pero nunca las llevaba a cabo por miedo. Porque sabía las capacidades de cada uno de sus compañeros, y lo que le esperaba si llegase a ser detenido en medio de su escape. Lo matarían.

Totalmente absorto en sus propios pensamientos, no se fijó que lo seguían, ni todos sus años de entrenamiento le permitieron detectar al intruso.

─ ¡Boo! ─gritó Estefany emocionada.

─ ¡Que rayos! ─se sobresaltó, a tal punto que casi la golpea─ que demonios te pasa Tef, pude haberte golpeado, ¿sabes?

─Como si no supiese defenderme ─rechistó Tef con tono inocente─ para algo he entrenado todos estos años, ¿no crees?

─Sí, claro, el entrenamiento ─contestó con desgana.

─ ¿A dónde vas? ─preguntó intrigada, viendo como él se alejaba con paso decidido.

─Lejos de aquí.

─Espera ─lo detuvo abruptamente tomando el papel que tenía en la mano─ no puede ser, ¿te dieron la misma misión?

─Si, pero no creo que sea motivo de celebración.

─Cálmate, solo es un trabajo más y ya. Nada del otro mundo.

Solo un trabajo más. Deseaba con toda su alma que de verdad fuese solo eso, un trabajo.