¿quién eres?

Capítulo I

Camille Lombrad Paris usualmente se levantaba cada mañana a las 6 a.m. en punto con la misma rutina. Despertaba, se lavaba y cambiaba para luego ir a tomar un rápido café mientras intentaba entrar en un nivel de conciencia suficiente que le permitiera no cometer ningún error. A pesar de la misma agenda de siempre y los años que llevaba haciendo ello no lograba convertirse en una persona mañanera. Y cuestionaba a aquellos que lo eran.

Desde que tiene uso de memoria puede recordar el café/pastelería de sus padres, y desde que cumplió los 13 y pudo hornear su primer pastel no ha habido un solo día en que no haya tomado parte de responsabilidad en el negocio familiar. Claro que no era nada oficial hasta que terminó el colegio y su condición económica no le permitió dejar de hacerlo.

No es que no le gustara hacerlo, es que no era exactamente lo que quería hacer por el resto de su vida. No era su sueño. No pudo ingresar a la universidad que anhelaba, pero eso no la detuvo. Todos sus ahorros fueron invertidos en un curso de moda y diseño, y en eso pasaba su tiempo. Ayudar a sus padres en la pastelería y asistir al curso, que a pesar de no ser lo que ella exactamente quería le había enseñado muchas cosas y después de todo no podía quejarse, pues se consideraba lo suficientemente afortunada ya que lo más importante no le faltaba: el amor de sus padres, su pequeña hermana, una mejor amiga y todos los amigos que hizo en la escuela.

Pero todo eso, de alguna forma ahora quedaba en el pasado. Si hace dos años le hubiesen dicho lo que iba a ocurrir probablemente se hubiera reído. Pues no se esperaba que los planes que ella tenía y que no se habían llegado a lograr—que consistía en salir de su ciudad natal para mudarse a Madrid, la capital de su país, —dieran un giro inesperado y ahora con 21 años estuviese a punto de mudarse a París, la cuna de la moda.

Pero nada de esto fue fácil, cuando hace unos meses sus padres hablaron con ella y le dieron la noticia que durante todos los años de ahorros y sacrificios—tanto de sus padres como de ella—que tuvieron finalmente juntaron la cantidad de dinero suficiente como para que continúe su carrera en nada más que Francia. Sin embargo, Camille se mostró insegura al respecto, su corazón gritaba sí pero su mente solo podía pensar en quién los iba a ayudar mientras ella no estuviese. Así que después de la insistencia de sus padres asegurándole que todo estaría bien y que no desperdiciara esta oportunidad finalmente se quedó mucho más tranquila y convencida de que, de hecho, tenía que irse y se prometió así misma que no importaba cuanto tenía que luchar, llegaría tan lejos como quisiera y se haría sentir orgullosa así misma.

Y así la hora transcurría y admiraba desde lo alto como todo lo que se veía pequeño empezaba a tomar forma hasta que aterrizó en el aeropuerto de Paris-Charles de Gaulle. Todo parecía tan irreal que ya se había tenido que pellizcar su brazo un par de veces para asegurarse que no se tratara de un sueño y por supuesto que no había cerrado los ojos durante todo su vuelo de España a Francia. 

Una vez que fueron anunciados los pasajeros que podían desabrocharse sus cinturones y desbordar el avión, se dispuso a recoger su equipaje como todos los demás y caminó hacia los asientos a llamar a su mejor amiga, quien a juzgar por la hora ya debería estar allí para recogerla.

Los minutos pasaban y Camille se encontraba mirando a la pantalla de su celular mientras esperaba y enviaba un rápido mensaje a sus padres diciéndoles que ya había llegado y prometiendo que los llamaría una vez que llegara al apartamento con Alessia.

Camille se encontraba sumergida en sus pensamientos hasta que un débil grito a la distancia llamó su atención y de pronto una chica muy emocionada se encontraba corriendo hacia ella y de la nada ambas estaban tiradas en el piso del aeropuerto abrazándose fuertemente.

—Te extrañé tanto. ­—Dijo Alessia mientras hacía más fuerte el abrazo.

—Y yo a ti­. —Dijo Camille con una sonrisa plasmada en su rostro y se quedaron unos segundos más así. —Ahora vamos a levantarnos, nos empiezan a mirar raro.

—Ugh, está bien. ­­— Dijo Alessia suspirando. —Bueno, creo que es hora de llevarte a nuestro apartamento. ¡Al fin!

Ambas chicas se levantaron y salieron del aeropuerto llevando el equipaje. Y finalmente tomaron un taxi que las llevaría a su destino. Camille y Alessia han sido mejores amigas desde que compartieron la escuela secundaria en España. Mientras Camille era más callada y tímida, Alessia siempre estaba apoyándola y motivándola a hacer aquello que no se atrevía. Su mejor amiga era una morena de mediana estatura, con un cabello color marrón con rizos y poco controlable—de lo cual ella siempre se quejaba, pero para Camille era la parte más resaltante de ella­—, y poseía unos ojos color miel que resaltaban su mirada. Cuando se graduaron tomaron caminos distintos; sin embargo nunca dejaron de comunicarse, incluso cuando Alessia viajó al país vecino por un intercambio universitario. Curioso fue que no regresó, por el contrario, se quedó estudiando allí hasta ahora. Y es que realmente era muy talentosa y apasionada en lo que hacía, algo que compartía junto con Camille. Ahora después de tanto tiempo ambas serían compañeras de cuarto y compartirían la renta.



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En el texto hay: paris, romance, amor no confesado

Editado: 26.08.2018

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