¿quién eres?

Capítulo IV

Capítulo 4

El tiempo seguía pasando y las cosas habían cambiado. Si hace un par de meses Camille sentía muchos nervios respecto a Edward, ya no era así. ¿Eso quería decir que ya lo había superado? Para nada, solo que había aprendido a conocerlo mucho mejor. Ella podía fastidiarlo sin límites sabiendo que él le seguiría la corriente. Se alegraba por eso, las relaciones en donde todo se basaba por amabilidad y formalidades le resultaban un tanto incómodas. Claro que el hecho de que tengan mucha confianza no quitaba cosas como la lealtad, el apoyo incondicional y el cariño hacia el otro; por el contrario, las fortalecían. Camille se había acostumbrado a que Edward apareciera de la nada en su apartamento y se quedaría horas hablando o viendo alguna serie o película. Ya se encontraba mucho mejor después de todo el asunto de Sarah, se había intentado mostrar fuerte al inicio pero eventualmente se abrió ante ella y juntos lo superaron.

Camille también entendió que era mejor dejar entrar sus sentimientos en lugar de negarlos, por más que dijo que lo olvidaría al final su corazón fue más fuerte y terco así que ahora podía decir con seguridad que estaba enamorada de Edward Le Brun y realmente esperaba poder estar con él algún día. Sin embargo, no puede negar que en un principio sintió algo de culpabilidad. Sus padres habían hecho el esfuerzo de que ella continuara por un futuro mejor, y no en otra ciudad de España sino que en la misma Francia, pero cuando le dijo a su madre todo lo que sentía por Edward recibió una respuesta inesperada.

—Oh, cariño. —rio suavemente su madre. —No tiene nada de malo, es normal que te sientas así. Tu corazón no es de piedra ¿sabes? Mientras continúes con tus responsabilidades y luchando por lo que tanto anhelas no tienes por qué preocuparte. Solo una cosa ¿es un buen chico?

—De verdad que sí, mamá. —Dijo sonriendo Camille.

Sus palabras fueron un gran alivio.

Respecto a Ian y Alessia, habían iniciado una relación. Uno de los motivos por los que Camille y Edward empezaron a salir más, gracias a sus dos mejores amigos. Por supuesto que Alessia no desaprovechó la oportunidad y los invitaba cada vez que podía en su intento de unirlos. Ian también se volvió buen amigo de Camille, ahora eran como una especie de grupo.

Las cosas con Dante seguían igual—tan bromista y juguetón como siempre—, pero las cosas con Basil se habían tornado completamente incómodas. La cita, como Camille creyó—o quería creer—tan ingenuamente no era en plan de amigos. Lamentablemente de alguna manera al aceptar ir ya había ilusionado a Basil.

Las cosas ese día estaban yendo bien. No salieron muy tarde del trabajo así que fueron a caminar por los alrededores, incluso vieron un parque de atracciones por lo que fueron allí. Compartían la misma pasión, encontrar un tema de conversación no era difícil, pues se entendían muy bien. Camille comía un algodón de azúcar y Basil la acompañaba con una soda a su lado. Ya habían pasado un par de horas desde que habían salido, estaban sentados en una de las bancas de madera del parque cuando un silencio se apoderó de ambos. Camille lo aprovechó para ver una vez más todo: los juegos, las luces, los árboles, algunas parejas, adolescentes y niños. Era muy observadora y le gustaba conservar los detalles de todo. Cuando volteó a ver a Basil para comentar algo acerca de cómo esto de alguna manera le recordaba a su hogar, vio como él lentamente se inclinaba hacia ella. Camille se quedó estática en su sitio pero Basil seguía avanzando, es entonces cuando reaccionó y retrocedió un poco. Basil comprendió su acción al instante pero pensó que quizá sólo la había sorprendido.

—Camille, quizá esto suene repentino pero me llamaste la atención desde que te vi. Sé que en un principio te trataba de evitar pero era porque me ponías nervioso y no sabía cómo acercarme a ti. Puedo ser muy torpe y arruinar las cosas cuando me siento así. Pero luego comprendí que si no hacía nada jamás pasaría algo y luego escuché que saliste con Ed y-

—Espera, ¿qué?

—Saliste con Ed y yo tenía que hacer algo, para ser sincero tenía un poco de celos. Entonces me preguntaba si tú...

Camille sabía lo que se venía y también sabía que era aquí mismo donde debía de pararlo. Jamás quiso darle a entender otra cosa, definitivamente no era lo que se estaba esperando. Y no podía intentarlo siquiera pues sería injusto para él. Ella ya tenía sentimientos hacia otra persona, y aun así sintiera que jamás pasaría algo con Edward no podía utilizar a Basil de esa manera.

—Basil, yo-yo lo siento pero no puedo corresponder tus sentimientos.



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En el texto hay: paris, romance, amor no confesado

Editado: 26.08.2018

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