¿quién eres?

Capítulo V

Cuando Camille salió de la boutique caminó—casi corrió—lo más rápido que pudo a casa. Se llevó las miradas de muchos extraños pero ahora no le importaba nada que no fuera llegar a su laptop. Y cuando llegó a ella se detuvo unos instantes. Ella siempre había sido un manejo de nervios y muchas veces la ansiedad obtenía lo mejor de ella, cosa que gracias con el paso de los años logró controlar en su mayoría. Pero ahora mismo le venían los recuerdos de una adolescente Camille ansiosa y desesperada por lo que está punto de leer.

Encendió la laptop y buscó la página oficial de la marca que tanto admiraba. Y, en efecto, las bases del concurso ya estaban ahí.

Camille dio el grito al cielo.

Finalmente, después de unos segundos se recompuso y empezó a leer todo.

El concurso terminaba en un mes y comenzaba a partir de ese mismo día.

Cada participante tenía que enviar tres tipos de diseños: uno casual, uno elegante y otro de gala. Luego de cada uno de ellos debía hacer un modelo tanto de hombre como para mujer.

La segunda fase se anunciaría dos semanas después a los cinco diseñadores seleccionados y de ahí saldría algún ganador.

El ganador obtenía un viaje a la semana de la moda en New York y un puesto de trabajo junto a los diseñadores de la empresa.

Camille cerró su laptop mientras se sacaba la casaca de jean que había usado en la mañana cuando sintió algo de frío. Necesitaba un respiro y algo de tiempo para procesar todo.

Ella podía hacerlo.

 

oOo

 

Mientras tanto Edmund se debatía en decirle o no quién era realmente a Camille. Ya no quería que hubiera barreras en su amistad. Temía que conforme dejara pasar el tiempo y la mentira seguía Camille fuese a molestarse. Él lo estaría.

La había conocido hace ya unos buenos cuatro meses y desde hace dos que se habían vuelto muy cercanos. La charla que tuvieron hace casi una semana lo había reconfortado y animado a hacer algo que siempre pensó pero nunca tuvo el valor, había pasado demasiado tiempo pero Camille tenía razón, nunca era demasiado tarde.

Edmund se alegraba de tenerla en su vida. No había conectado con alguien tan rápido desde hace mucho tiempo. Y Camille realmente era especial, muy graciosa cuando se sentía feliz pero también dramática cuando quiere serlo, puede ser un tanto distraída pero cuando se enfocaba en algo no paraba hasta conseguirlo. Por un momento se preguntó cómo sería estar con ella pero eliminó esos pensamientos tan rápido como vinieron. No quería arruinar nada.

Se levantó de su cama y bajó las escaleras para abrir las blancas—casi transparentes—cortinas que impedían el paso al inmenso sol que había salido desde temprano. También abrió un poco las puertas de vidrio que daban al balcón y recibió aire fresco. Edmund solo esperaba estar haciendo lo correcto, no se le hacía fácil dejar ingresar a su vida nuevas personas.

Cuando volteó se encontró con su gato. Al parecer llevaba parado ahí buen rato a juzgar por sus frenéticos maullidos.

— ¿Qué quieres Félix?

Félix solo maulló en respuesta. Edmund miró hacia su plato observando que aún quedaba comida.

—Pero si aún tienes comida.

El gato solo lo miró. Edmund se dirigió a servirle más.

—Eres un glotón.

Cuando termino de atender a su gato se dirigió al sillón y se echó. A los segundos apareció Félix y se subió escalando hasta el pecho de Edmund donde se sentó y empezó a ronronear. Había ignorado completamente su plato de comida y para que pase eso Edmund realmente tendría que haber estado ausente por muchos días. Félix es de los gatos que si le dabas a escoger entre comida y su ser humano, iría por la comida sin dudarlo. Era eso o simplemente le gustaba fastidiar, Edmund eligió la segunda opción.

—Creo que nunca te voy a entender. Se supone que esto es algo mutuo Félix, debes amarme tanto como yo a ti. Una relación no funciona si solo uno pone de su parte.

Le empezó a acariciar detrás de su oreja. Al parecer encontró el botón que aumentaba los ronroneos a un 80%. Pero lo seguía ignorando. Edmund suspiró, ya tenía pelos del gato pegados en su polo blanco y quizá otros cuantos más en su buzo gris. 

—Entonces, ¿qué dices Félix? ¿Le digo a Camille o no?



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En el texto hay: paris, romance, amor no confesado

Editado: 26.08.2018

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