Camille se había quedado hasta altas horas de la noche perfeccionando cada detalle del vestido color lila. Tenía unas visibles ojeras pero nada que no haya valido la pena como para obtener justo lo que quería. Finalmente podía decir que estaba satisfecha con lo que había hecho hasta ahora.
Había despertado algo tarde esa día, se había salteado el desayuno y fue directamente al almuerzo, el cual realmente no pudo disfrutar gracias a sus nervios. Pues sería un gran evento, habrían varios invitados—incluyendo amigos y familia de los concursantes—tanto jurado como otros diseñadores y muchas otras personas que están relacionadas a este gran extenso mundo de la moda, todo se transmitiría por redes sociales lo que quiere decir muchas personas verán el trabajo de Camille, pero debía mantenerse tranquila y serena después de todo, ¿no? Pues, no tenía elección. Esperaría un poco más para alistarse y encaminarse a lo que definiría muchas cosas en su carrera.
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Todo era un desastre, y Edmund estaba a punto de perder la cabeza. El lugar que habían alquilado era enorme: del centro colgaba un candelabro y en la parte del fondo había una mesa con un arreglo de flores y encima con un cuadro de una pintura, que separaba dos largas escaleras. Todo era tan reluciente y brillante. Ahora todos se encontraban arreglando los lugares que ocuparían los invitados y la pasarela misma. Antes de que salieran los diseños participantes, 'Leblanc' lanzaría una colección extra para el verano.
—Tienes que relajarte, ¿sabes? —Dijo Ian apoyando un codo en su hombro.
—Es que parece que nunca van a terminar. —Reprochó Edmund.
—Mhmm, usualmente yo soy el que se altera y tú eres el tranquilo. —Se puso a pensar Ian. — ¿Qué nos está pasando?
Lo que estaba pasando es que Edmund se sentía muy abrumado por todo.
—Concéntrate, —Edmund volvió a enfocarlo en el tema. — ¿Cómo voy a hacer que todo salga bien?
Ian dibujó una sonrisa en su rostro y con ambas manos en los hombros de Edmund, lo hizo reaccionar.
—A ver, cálmate. —Ordenó Ian. —Hemos estado en peores situaciones y hemos salido ilesos en cada una de ellas antes de que tu padre aparezca, ¿recuerdas? —Edmund asintió con la cabeza. —Entonces esto es lo que vamos a hacer: yo voy a revisar la mitad de lo que tienes anotado en la lista y hacerme cargo de que terminen y tú vas por la otra. Además cuando menos lo pienses ya todo estará en su sitio.
—Tienes razón, yo no sé qué me pasa últimamente. —Edmund pasó una mano por su cabello en un intento de acomodarlo.
—Yo creo que sí sabes y creo que yo también sé por qué. —Dijo Ian ahora de brazos cruzados.
—No puedo hacer nada ahora ¿de acuerdo? —Aclaró. —Pero créeme que no me voy a quedar de brazos cruzados, yo solo no quiero perturbarla ahora mismo.
—Si eso crees conveniente. —Ian se encogió de hombros. —Sabes que te apoyamos.
—Lo sé, —le dio una palmada en la espalda a su mejor amigo. —ahora vayamos antes de que se haga más tarde y no tengamos nada... —Dijo Edmund mientras salía corriendo hacia el otro extremo de la habitación y desaparecía por un pasillo.
Luego Ian negando con la cabeza y con una sonrisa, dijo para si mismo.
—Está loco.
A partir de las 7:00 p.m. Muchos invitados empezaron a llegar y para alivio de Edmund ya todo estaba listo. Hace una hora que había regresado a su apartamento a prepararse adecuadamente para el gran evento que muchos han esperado y ahora presenciaba desde una esquina cómo empezaban a acomodarse. Reconoció a varios rostros familiares: unos cuantos actores y cantantes; otros diseñadores que Edmund había conocido gracias a su padre; incluso Odette—quien obviamente no se perdería algo así por nada del mundo—acompañada de alguien más que él desconocía; sus amigos aún no llegaban, pero Edmund no se inmutó ante eso pues aún faltaba una hora para que se diese inicio a todo.
Regresó al detrás de escena, donde ya muchos modelos se encontraban siendo preparados por los estilistas. Aún no llegaban los concursantes ni sus modelos, Edmund suspiró con un aire de tristeza y esperanza y se dispuso a seguir inspeccionando todo.
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Mientras tanto, Camille ahora se veía en el espejo admirando su elección de ropa, todo de su propia elaboración. Un vestido corto satinado, color crema con rayas gruesas color lila pastel, con un cuello alto como aquel vestido que uso en el concierto de Ian. Cuando salió de su cuarto encontró a Alessia en la sala y en un instante se levantó apreciando cómo se veía su mejor amiga.
—Alguien agárreme que da un infarto. —Alessia se llevó ambas manos a su rostro. — ¡Estás preciosa!
Camille se dio una vuelta entera mostrando todo su vestido.
— ¿Te gusta?
— ¡Me encanta! —Grito Alessia con mucha emoción. —Espera, déjame arreglar tu cabello.