¿quién eres, Layla?

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Jared

No diré que esa chica Layla me caiga mal, apenas y la conozco, pero solo con verla las alarmas en mi cabeza se activan y saco a la luz mi parte idiota; cada vez que cruzamos miradas o palabras se forma un completo caos y con eso ya he llegado a una conclusión: Ella no me soporta.

No es como si me importara, pero no puedo negar que quiero que me preste más atención de la necesaria y la única manera para conseguirlo es siendo un cretino.

Hemos estado conviviendo desde hace dos, casi tres semanas y más que tener una conversación civilizada, un saludo tranquilo por las mañanas o un simple "Adiós" por las noches, siempre obtenemos discusiones.

No hay minuto en que falten las ganas de insultos mutuos.

Algo que no he podido pasar desapercibido es que Layla es un tanto tímida y hasta posee un aire inocente con otras personas, pero cuando está conmigo y nadie más está alrededor, pareciera como si me atacara y bueno, comprendo que lo haga después del arranque que tuve con ella los primeros dos días, pero después de la conversación con Criss traté de ser respetuoso con esa chica terca.

Hasta le pedí hablar para comenzar con buen pie y la muy testaruda me rechazó.

- Por favor, solo será un minuto.

- ¿Qué parte no entiendes de que no me interesa hablar contigo? ¿Te lo deletreo? - preguntó tras dar un bufido. Se cruzó de brazos y no pude evitar dirigir mi mirada hasta su pecho, cosa que al notar, ella giró los ojos y se encerró en su habitación.

Layla es un tanto... delicada.

- ¿Estás bien? - dice una voz detrás de mí mientras palmea mi espalda. - Estás muy callado desde que llegaste - ¿Sucede algo? - si en algún momento me encuentro fatal, no importa lo que me suceda, Jonas es el amigo que siempre quise tener en mi vida, pero claro que jamás se lo diría.

El tonto es muy presumido pero si hablamos de confianza, él la tiene. Siempre la ha tenido, así que si se trata de que hable con alguien sobre mis horribles problemas con Layla, ese sería él.

Sacudo la cabeza y miro dentro de la cafetería dónde están algunos de nuestros amigos y sus ¿citas de una noche? Para volver la vista hacia Jonas - Criss si que me la puso difícil esta vez, hermano. - me quejo mientras tomo un cigarro que me ofrece y un encendedor. Al inhalar el humo, siento como éste explora mi boca pero luego me percato de algo: Yo nunca me he permitido fumar y justo ahora, estoy muy agradecido de tener a Jonas porque puedo jurar que la mirada de mi amigo es tan intimidante para cualquiera. Aunque yo no me quedo atrás, así que con un resoplido le entrego el cigarrillo de mala gana y el muy idiota da pequeños aplausos como si segundo antes no me hubiese reprendido con la mirada.

- Sigues con la cabeza intacta, amigo. - alza la ceja mirando en mi dirección - Si que tienes fuerza de voluntad - comienza a fumar y yo arrugo la nariz, extrañando por un segundo tener esa varilla blanca que desprende el humo entre mis dedos.

Miro el cigarrillo al que le da unas cuantas vueltas antes de llevárselo a los labios minutos después y siento el impulso de arrebatárselo pero luego sacudo la cabeza de un lado a otro cuando me viene un recuerdo de él, de mi padre.

Algunas veces es injusto como te cohíbes de hacer tantas cosas porque sientes miedo de pasar lo mismo que pasaron otras personas.

Mi padre comenzó a fumar cigarrillos e ingerir algunas sustancias cuando apenas yo tenía unos cuantos meses de nacido. Vivió a su manera y sin reglas, pero no sabía que el destino le cobraría de las suyas tan pronto, dándole un sinfín de consecuencias hasta morir en cuanto yo cumpliera quince años, dejándome con una persona que en vez de darme cariño y amor, me brindó maltrato y dolor.

Siento un empujón y me doy cuenta que en todo este rato Jonas ha estado mirándome con fijeza - ¿Qué fue lo que te mandó a hacer Criss esta vez para que estés de tan mal humor?

- Mandó a la tentación encarnada a vivir conmigo.

Enarcó ambas cejas sorprendido - ¿Hay alguna clave en ese comentario? Porque no entiendo nada.

Pienso en la chica teñida de grandes y oscuros ojos con muchas pestañas, nariz perfilada con unas cuantas pecas y unos labios ni tan delgados, ni tan gruesos. Es delgada y con muchas curvas, además de que tiene piernas kilométricas. Es hermosa, pero... Tiene un carácter del demonio.

Sé que me he portado mal con ella pero simplemente no acepta ninguna tregua y confieso que eso me molesta.

Cada vez que trato de hablar con ella me rechaza, se burla de mí o me ignora para luego ponerse sus audífonos e ir a su habitación.

Solo Dios sabe cómo detesto que me ignore ¡Cuánto la detesto!

- A simple vista se ve que es una niña caprichosa - me quejo - Desde que llegó no puedo dejar de pensar en ella y eso me estresa. Tiene la extraña manía de levantarse en la madrugada y mover las cosas de la cocina para luego encender el televisor y quedarse allí hasta las seis de la mañana.

- No sé a quién debo temerle más - me interrumpe Jonas - Si a ella porque sientes que se está adueñando de tu casa o a ti que pareces un acosador. - le pongo mala cara.

- No soy ningún acosador. Layla es extraña y aparentemente alegre con todo el que la rodea hasta que me ve llegar. - recuerdo la vez que estaba hablando tranquila con mi prima y cuando yo llegué hasta ellas, noté como me veía fijamente con el ceño fruncido.

No soy tonto, sé que me detesta.

Cabe destacar que el sentimiento es mutuo.

Esa pequeña pulga llegó a mi vida cuando nadie lo pidió.

- ¿Te gusta? - me vuelvo a él rápidamente en cuanto hace la pregunta. Ella es hermosa, la perfección personificada, pero abre la boca y todo se va a la basura o tal vez no... No tiene una voz desagradable, al contrario, al hablar el sonido es tan exquisito que hasta puedes llegar a delirar.

Y verla hablar solo hace que cosas extrañas me sucedan, como quedarme mirando el movimiento de sus labios, notar cuando arruga su nariz cada vez que quiere decir algo estúpido o sarcástico... O esa manía extraña que tiene que mirarme fijamente y sus ojos repentinamente se iluminan con malicia y coquetería, pero no...




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