¿quién eres? - Observación

Capítulo 2.

Pasaron quince minutos y comenzaron a las actividades programadas. Allí se vio Pitu frente a un grupo de quince personas que esperaban su turno para que los ayudaran con alguna tarea, a estudiar, o en lo que necesitaran relacionado con los estudios.

 

Repasó conceptos casi olvidados, explicó formas verbales, enseñó inglés, recortó figuras geométricas, ayudó a dibujar un caballo, y como si fueran poco, tuvo que explicar de forma paciente cuatro veces lo mismo a diferentes personas.

 

Cuando Teo señaló que el tiempo ya había acabado, todos salieron de la sala, y Pitu recibió un mensaje de Vilo comentando que se encontraba bien y le enviaba una serie de fotografías divertidas de cómo pintaban el muro.

 

― ¿Voluntaria nueva?

― ¿Eh?, sí ―alzó su vista y se encontró con un chico universitario de contextura atlética.

 

Y el chico pareció acercarse lo suficiente como para que ella diera de forma instintiva dos pasos hacia atrás, alejándose.

 

―Veo que ya conoces a Pitu ―comentó Teo llegando a su lado―, él es Tuto, está con los voluntarios en deportes.

―Así es Teo, me ha servido ser seleccionado en la UESTA ―dijo él de forma soberbia―, y ¿en qué grupo estás tú?

―Con Teo y Consu.

―Ah, reforzamiento de los que no saben hacer tareas y de los flojos que no estudian ―le pareció divertido su propio comentario.

―Ese grupo no lo conozco, yo debo estar en uno diferente ―trató de no opinar, pero le resultó casi insultante.

―Bueno, no tengo nada más que agregar a lo señalado por Pitu ―agregó Teo quien sonreía feliz, porque ya la veía increpándolo.

 

Tuto se fue simulando recibir una llamada telefónica importante, mientras Consu se acercaba, Teo se fue a conversar con algunos chicos del grupo. Ellas decidieron seguir conversando en el comedor, y se sentaron en una mesa donde a los minutos siguientes apareció Vilo junto a Gael, quienes se integraron rápidamente a la conversación hasta que entraron un grupo de escolares todas alborotadas quienes hablaban en voz alta.

 

― ¡Uf!, llegó puntualmente el “Fan Club” ―comentó Gael riendo a carcajadas.

― ¿Fan Club? ―preguntó Vilo sin entender.

―En diez minutos más tu duda será despejada ―dijo Teo mirando su reloj bromeando junto con Gael.

 

Efectivamente, a los minutos siguientes, un grupo específico de escolares comenzó a escandalizarse mucho más que cuando habían llegado al ver aparecer a dos universitarios, quienes se acercaron a saludar especialmente a los adultos, luego, uno de ellos se sentó solo en una mesa en particular y algunas niñas corrieron literalmente a atender al otro joven que al mismo tiempo se sacaba una bufanda que cubría parte de su rostro.

 

― ¿Nombres? ―preguntó Gael simulando llenar un formulario.

 

El ambiente se tornó divertido para los demás chicos que solían bromear con el hecho a los involucrados.

 

―Violeta.

― ¿Por qué le das tu nombre si no sabes de qué se trata? ―cuestionó Pitu al segundo.

―Buen punto ―sonrió Gael mirándola―, es para saber si se unirán al Fan Club de esos dos.

―Violeta ―repitió embobada mirando hacia donde estaban los dos chicos que recién habían entrado.

―Bien, anotado ―y luego, Gael se quedó observando a Pitu.

― ¿Es una broma? ―ironizó Pitu acompañada de una gran carcajada por la gracia que le hizo de sólo considerarlo como algo real―, es lejos lo más absurdo que he escuchado en mi vida.

―Lo consideraré como un no ―y dobló el papel donde había anotado el nombre de Vilo.

 

Consu ya no aguantaba más la risa, por lo que le sugirió a Pitu que la acompañara a la cocina para que siguieran conversando. Pero aun estando allí, se podía escuchar a Teo que parecía hablar con uno de los chicos denominados como parte del “Fan Club”.

 

― ¿Cómo van las cosas, Teo? ―preguntó un chico quien se sentó en el lugar y parecía estar como buscando algo.

―Todo tranquilo, sin novedad, y ¿cómo están las cosas afuera, Santiago?

―Sin novedad.

― ¿Quieres un café? ―preguntó una niña nerviosa mirándolo.

―No, gracias ―respondió Santiago algo frío.

―Lo que quieras, me avisas ―y la niña se fue.

―Claro, claro ―dijo él casi sin mirarla.

―La hubieras mirado al menos ―bromeó Teo riendo.

― ¡No me interesan estas cosas!, ¡tú sabes eso, Teo! ―respondió molesto.

―Pareciera que hoy de la nada te has puesto delicado de genio.

― ¡No hables tonteras! ―reclamó aún molesto y luego miró sobre la mesa los envoltorios de dulce marca Skittles originales―, y ¿estos dulces de colores?, ¿se los comieron todos?




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