¿quién eres? - Observación

Capítulo 4.

Pitu conocía perfectamente esa mirada, ya la había tenido que soportar la semana pasada, por lo que ya con el aliento recuperado, se apresuró en ir a ayudar para que los demás lograran salir por los lugares indicados.

 

― ¿A dónde crees que vas, tú? ―preguntó Santiago sujetándola por el brazo para detenerla.

―A ayudar a los demás para que logren salir por la puerta indicada ―explicó Pitu algo sorprendida por su actitud.

― ¡Has hecho suficiente! ―exclamó con su voz molesta y la soltó―. Tú te quedas y ayudas a Facho, yo iré donde los demás.

 

Se fue furioso a tratar de ayudar a los demás para que salieran.

 

―No tenía idea que esa puerta funcionaba ―comentó Facho mirando el cronometro―, ¿cómo lo supiste?

―La revisé.

 

Trató de ayudar Santiago a que todos evacuaran, mientras el cronómetro seguía y seguía corriendo.

 

― ¿Debería ir a ayudarlo? ―preguntó Pitu sin pensarlo.

―No, déjalo ―dijo Facho la miró con detención―. Ya debe sentirse bastante frustrado, si vas y te ve, se va a enojar más de lo que ya está.

― ¿Frustrado?

―El creó el plan de evacuación con los planos de aquí.

 

Estaba segura de que ahora sí la debía odiar literalmente si es que no lo hacía antes. No solo le había hecho ver que existía otra opción, sino que estaba consciente sobre los que no tienen las mejores condiciones físicas para aquello, consideró Pitu.

 

―No lo hice con intención, yo no tenía idea…

―Él lo sabe ―dijo Facho quien ya a estas alturas estaba analizando sus movimientos―, ¿de dónde me dijiste que eras tú?

―De ninguna parte, porque jamás he hablado contigo antes ―dijo casi sin mirarlo por estar pendiente del simulacro.

 

Después de que lograron salir todos, Santiago habló algunas palabras sobre el simulacro y de seguir las indicaciones, respetar las decisiones, el trabajo invertido, por lo que Pitu intuyó que eso era dirigido a ella, no necesitó su mirada furiosa para saberlo.

 

― ¡Tú y yo, vamos a hablar! ―exclamó Santiago al pasar por el lado de Pitu indicándole una sala con la puerta abierta―, ¡te espero allí!

 

Se mordió el labio inferior tanto como su dolor se lo permitió seguir haciendo por los nervios que le produjeron tales palabras que solo señalaban que se le vendrían las penas del infierno, por algo que ella no había hecho con intención de arruinar todo.

 

Caminó hacia la sala sintiéndose que iba a la horca y allí la estaba esperando Santiago, a quien no miró, porque ya sabía que su mirada era furiosa, a pesar de que escuchaba sus pasos de un lado hacia otro.

 

― ¡Se supone que vienes a ayudar! ―dijo él con su voz tensa―, ¡solo tenías que seguir las instrucciones!, ¡era algo súper simple!

―Mira, yo no sabía que tu habías planeado la evacuación.

 

Lo descolocó de tal manera que se mostró perplejo.

 

― ¿Qué tiene que ver eso?

―No lo hice con intención, yo no sabía…

―No estoy entendiendo ―la miró confundido, y comenzó a dudar sobre quién era ella―, ¿qué tiene que ver mi plan de evacuación?

―Bueno ―dijo Pitu quien sintió que se lo debía decir, porque no se iba a quedar callada―, tu plan debería tener mejoras, ¿cómo piensas que vas a evacuar en un buen tiempo a esa cantidad de personas por dos puertas?, suma que esos profesores de avanzada edad, aunque los pongas en primera fila, ambos sabemos que van a entorpecer, además ¿qué pasaría si quedara bloqueada una de esas puertas?, moriríamos todos dentro.

 

Se quedó en silencio por un buen rato, de hecho, ella se preocupó por su reacción, porque pensaba que estallaría en cólera al escucharla.

 

―Bien ―dijo más calmado, pero aún su voz se escuchaba tensa para luego preguntar algo irónico―, ¿qué propones?, ¿por qué debes tener las mejoras o no?

―Bueno, sí, salí por la otra puerta.

― ¿Cómo sabías lo de la puerta?

―La revisé cuando me dijeron que habría simulacro…

― ¡Para!, a sabiendas del simulacro, aun así ―se acercó a ella―, ¿saliste por la otra puerta?

 

Quedó frente a frente de Pitu quien instintivamente no retrocedió el paso, y cuando él se dio cuenta, avanzó un paso hacia el costado, quedándose a su lado, pero mirando hacia la muralla.

 

―Sí ―respondió mirándolo de costado y notó que él la observaba curioso




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