¿quién eres? - Observación

Capítulo 9.

Romi quería asesinar al idiota de Santiago y Pitu de seguro no la hubiera detenido.

 

―Y ¿te preguntó que si tu ibas a supervisarlo?, ¿en serio?

―Sí, yo a esas alturas no sabía qué pretendía con una pregunta así, pero ahora que lo pienso debe haber estado en ese estado idiota porque parece que lo creía posible ―se quedó Pitu pensando en esa posibilidad.

―Es que no puedo creer que se moleste tanto porque das tu opinión, porque las personas por lo general quieren que se les diga la verdad que solo estar alabándolos por nada.

―Me tiene cansada con las discusiones, además me irrita el apodo con el cual me llama…

― ¿Cuál? ―la interrumpió casi mordiéndose las uñas.

―Campanita ―y la voz de Pitu se tensó.

 

Aquel apodo le pareció muy gracioso a Romi quien estalló a carcajadas.

 

― ¡No es para que te rías, tampoco! ―reclamó sintiendose fastidiada.

―Es que… ―trató de hablar sin reírse―, es que… es que te pareces a Campanita.

― ¡No puedes estar de su lado, Romi!, te recuerdo que hasta hace unos minutos atrás lo odiabas tanto o más que yo.

―Lo sigo odiando, solo que… ―y volvió a reírse― solo que te pareces a Campanita, salvo que no eres pequeña de estatura, pero admite que él se dio cuenta de tu parecido.

― ¡Se supone que debes de estar de mí parte y no encontrar que está bien que me llame así!

―Ya, ya, no te enojes ―sonrió tratando de no reírse.

 

Se suponía al menos para ella su mejor amiga la tenía que apoyar en la causa, y lo único que hizo Romi fue enviarle por mensaje solo imágenes de Campanita, fastidiándola con el apodo, lo que causó que como jamás antes se concentrara en clases y trató de olvidar el teléfono por esos días.

 

Ya el jueves, Pitu apareció con una revista que le entregó a Romi.

 

― ¿Ya la leíste?

―No alcancé ―se restregó los ojos como si quisiera así olvidar lo sucedido.

― Pero ¡está como nueva! ―exclamó Romi considerando posible que no fuera su revista―, déjame adivinar, la perdiste.

―No, o sea, algo así, un tipo odioso me la requisó cuando me disponía a leerla.

― ¿Cómo que te la requisó?, ¿no puedes llevarla al voluntariado?, ¿en serio?

―Me la quitó de odioso ―entrecerró los ojos.

― ¿Por qué ese voluntariado tuyo obligado parece ser entretenido?

―Creo que este voluntariado se ha convertido en un gran karma de algo que hice mal en una vida muy pasada.

―No hablarás así cuando te cuente que estoy dentro de una campaña familiar casi obligada, porque mi hermana menor en el colegio le pidieron reunir cuadrados tejidos de diez por diez, porque quieren hacer frazadas para un hogar de ancianos, y yo como buena hermana que soy tengo estas semanas para llegar con mi parte.

― ¡Uff!, tejer, te puedo ayudar con tres, tú sabes que eso no se me da, pero me anoto con esos.

―Lo sé, y lo aprecio mucho ―la abrazó.

―Aunque quizás pueda preguntar en este voluntariado, puede que las chicas se animen.

― ¡Fantástico!, sí, habla con ellas, ojalá que se animen.

―Antes que se me olvide, ¿puedes dejar de enviarme esas fotografías de Campanita?, ya la odio con toda mi alma.

―Tu teléfono está sonando, pero te prometo que no soy yo ―levantó las manos como si simulara una rendición.

―Eso espero, eso espero.

 

Revisó su teléfono y le mostró el mensaje a su amiga.

 

― ¡Que!, ¡no!, ya te invitaron a una barbacoa en tu voluntariado… ¿irás?

―No sé ―dudó su asistencia―, tengo que hacer un trabajo, además esta lo de tejer que seguramente me va a tomar todo un día en hacer uno solo…

―Eso no es una excusa suficiente ―negó Romi con su cabeza de lado a lado―, además es solo una barbacoa.

―Tú sabes, tengo que organizar mis tiempos, además debo estudiar y con esto de ir a…

―Tu no estudias, y cuando lo has hecho sé que lo haces allá, por lo que no me digas que has dejado botado tus estudios, porque no te creo.

―Ya, bien, no tengo ganas de ir.

―Ah, eso es diferente, pero relájate, es un asado, solo un rato, no dice nada que era con quedarse a dormir, puedes coordinarte con alguna de las otras chicas, así te animas. Yo creo que te haría bien en ir, te despejas y disfrutas un rato.

 

Consideró que quizás Romi tenía la razón, y debería aceptar la invitación de ir un rato al asado en la casa de Consu, por lo que se contactó con Vilo.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.