Cada día yendo al lugar de siempre, ocurrió algo diferente,
estábamos frente a frente y, sin darnos cuenta, nuestras miradas se cruzaron en medio de tanta gente y a partir de ese día, entendí que todo cambiaría.
Las noches se me hacían eternas y en los sueños un laberinto aparecía y no solo eso tu rostro en cada esquina y cuando me acercaba desaparecía.
Y en medio de cada madrugada, desvariaba con tu voz, temía escucharla, despertarme y no encontrarte aquí a mi lado.
Solo me aferraba al único recuerdo que tengo en mi memoria de ti.