¿quién es él Culpable?

Capitulo 16

Capítulo 16


 

Veo su silueta desaparecer en medio de las calles, me siento culpable, muy culpable, no he sabido actuar. Soy un desastre, mis piernas no se mueven para ir detrás de ella.

Sin  poder hacer nada más, yo también parto de ahí, no tengo ni idea a donde ir, mi casa no se me antoja; Octavio estará listo para su sermón diario de lo mal que me estoy portando con Nina, buscar a Christian tampoco es buena idea, no podría ponerlo en medio de los dos, sin más decido como compañía a la soledad.

Manejar siempre ha sido un tranquilizante para mí — Serás papá Derek — me estaciono en algún lugar a un lado de la carretera —  Un estúpido papá.

En mi cabeza solo está la imagen de Nina viéndome con ojos de decepción y reproche, y me incomoda que ella me mire así, ¿Qué lo merezco? Es lo más probable, pero que no duela es imposible. Nina me afecta más de lo que estoy dispuesto a asumir, me mueve el piso, supongo que por eso lleva dos niños nuestros en ella.

 

…—¿Siempre es así de impertinente? — La lucha que tiene para no mostrar sus nervios a un desconocido es muy tierno — ¿Se ríe de mí? - ahora si río de verdad.

A Pesar de que el licor está dando vuelta en mi cabeza hace muchas horas no he podido de verla, cuando entro en bar fue como imán que mis ojos quedaron prendados en ella — No se enoje, señorita.

—No lo estoy.

—Solo quiero ser amable con usted, le invito un trago.

 

Despierto aturdido, me duele el cuello, descubro que aún estoy en mi auto, los recuerdos de Nina siempre llegan en pedazos, es como si mi cabeza estuviera tratando de armar un rompecabezas sin sentido.

  

 

___________




 

—¿Quién será? — fastidiada, me siento en mi cama, prendo la luz de mi mesa de noche - Quien me buscara con tanta urgencia - encuentro mi celular, es un número desconocido.

—¡Aló! — cuando interrumpen mi sueño me convierto en un ogro.

—Nina… — me responden.

—¿Derek? — extrañada, miro la hora en el despertador en mi mesita de noche, marcaba las cuatro de la mañana — ¿Qué haces llamando a esta hora? Es demasiado temprano.

—Sé que es temprano — su voz suena apagada — estoy afuera  de tu casa, ¿puedes bajar? ¡Por favor!

—¿Qué haces aquí? No quiero verte, ni hablar, ni nada, para eso tengo a disposición a tu hermano y muchos abogados.

—Por favor Nina… Necesito que bajes — su tono suplicante me deja pasmada, estoy ciertamente enojada por su manera de actuar, la última y única conversación que hemos tenido no ayuda a que esté muy feliz.

 

—No creo que sea buena idea, ve a casa, hablaremos en otro momento. 

—Estoy afuera de tu casa hace dos horas, por favor baja - la respuesta recibe mi silencio — He sido un imbécil.

Le cuelgo, salgo de la cama con pesadez, entro al baño, tomo una ducha veloz, me pongo un conjunto deportivo, lavo mis dientes, peino mi pelo en un moño y bajo sin hacer ruido, al salir veo su coche estacionado, me acerco.

—¿Qué quieres? — abrazo mi cuerpo con mis brazos al sentir la brisa de la madrugada.

— Sube — aunque trate de disimular su tono es de orden.

— No puedes ordenarme nada Derek.

— Discúlpame, por favor sube al auto.

—Así está mejor, buen chico — Miro de un lado a otro dudando, pero qué más da subirse o no, que piensen lo que quieran los vecinos al fin de cuenta el daño ya está hecho. Subo y arranca en el instante.

—¿Quieres desayunar? Te invito.

—¿Desayunar? No creo que esté abierto algo decente a esta hora Derek, no ha amanecido aún.

—Vamos a mi casa entonces.

Sin decir nada más se pone en marcha acomodo mi cuerpo en el asiento y cierro mis ojos, es aún muy temprano para andar en la calle, escucho el sonido del viento y eso me relaja.

— Nina… ya estamos en casa.

Cuando abro mis ojos ya nos encontrábamos dentro del estacionamiento de su casa de juguete, pesadamente diciendo del auto y como si fuera un déjà vu voy detrás de él.

 

Hacemos camino hasta la cocina, tomó asiento en unos de los taburetes y empezó a sacar un montón de cosas.

—Quiero café, por favor. 

— Las embarazadas no toman café. 

—¿Y tú como sabes? Octavio me dijo que no eras médico.

—No, no lo soy, pero eso cualquiera lo sabe, mejor te hago un té.

—No quiero té — arrugo mi nariz, ¿será que no dejarme tomar café, estará pensando en sus bebés? — Quiero café.

—No hay café.

Será pesado,  pone un vaso con jugo de naranja enfrente de mí,  lo tomo con resignación, mi cuerpo necesita algo caliente a esta hora, al mismo tiempo pone una cesta de panes, algunos quesos y jamones, poco después se sienta mirándome a los ojos.



#2496 en Novela romántica
#789 en Chick lit

En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 14.11.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.