¿quién es él Culpable?

Capitulo 17

—¿Crees que es buena idea? —pregunta él por tercera vez.

Aunque entiendo sus dudas, no le presto atención. Estoy demasiado ocupada tratando de cubrirme los ojos del sol, que se refleja en los vidrios del auto y me tiene a punto de explotar.

—¿Qué les voy a decir? —insiste.

—Qué sé yo… tu nombre o alguna cosa básica. No eres muy bueno hablando, pero intenta no hacer una Dereckagada frente a mi madre. Ella no sabe la historia completa, y los detalles vergonzosos prefiero omitirlos. Al parecer ya me acostumbré a que seas un idiota, pero por favor… guarda las apariencias con mi familia.

—¿Dereckagada? —su voz suena ofendida, casi indignada.

—Sí. Es cuando te comportas como un imbécil. Cosa que, por cierto, sucede con regularidad. Dios santo, este sol me está desesperando.

—Te tengo que dar las gracias por ese apodo —murmura. Aunque se ofenda, sigue siendo un estúpido—. Pero ir donde tu madre… ¿no crees que es apresurado?

—Apresurado es quedar embarazados así, a lo loco, como nosotros. Deja el drama. Si vamos a conocernos, tienes que conocer a mi familia. La familia de los bebés.

Suspiro, harta, y finalmente le digo lo que en verdad me estaba sacando de mis casillas.

—Como bien sabes, estoy embarazada. Y de mellizos. Lo cual es claramente tu culpa —digo señalándolo—. En mi familia no hay embarazos múltiples, así que eso viene de ti. ¿Hay gemelos en tu familia?

—Según sé, mi abuelo era gemelo. El padre de mi papá.

—¿Ves? De todo eres culpable. Como son dos, soy literalmente un caldero hirviendo de hormonas, Derek —respiro hondo—. Y si pretendes llevarme en tu carro a todos lados, ponle polarizado a los vidrios. No soporto este sol.

—Lo que digas —responde.

Ignoro por completo su cara de asombro y seguimos el camino hacia mi casa.

Su petición de que lo enseñe a ser padre… me conmovió.
No puedo negarlo.
Mi corazón sintió algo, algo que no estoy dispuesta a definir, pero me hizo querer creerle.

Al final, él es el padre. Siempre lo será.
Y si este experimento no funciona, si todo se va a la mierda, al menos tendré el alma tranquila sabiendo que procuré que mis hijos tuvieran a su papá.

Derek detiene el auto y no hace el menor movimiento.

—¿Y ahora qué te pasa? —pregunto, esperando que al menos abra la puerta.
Estamos justo frente a la casa de mi madre.

Él me mira, inquieto, como si se hubiera metido en un problema nuevo.

—Nina… —sus ojos buscan los míos, tratando de descifrar mis intenciones—. ¿Tu madre me conoce? ¿O al menos me ha visto? ¿Ella no estaba en una de tus consultas con Octavio?

Tiene razón.
Mi madre sí estaba el día que conocí a Derek.
Bueno… el día que lo vi por primera vez.

—¿Y tu hermano? —continúa—. Él sí me conoce. Ese día en el parque cuando te conocí… bueno, cuando no te reconocí… bueno, todavía no te reconozco —suelta, enredándose solo.

Tuerzo los ojos.

—El punto es que me conoce —concluye, derrotado.

—Por mi madre no te preocupes —digo—. No creo que se fijara en ti.
Y mi hermano… bueno, él sabe la historia completa. No será el más feliz, así que no respondo si se pone como loco —bromeo.

—Pero si enloquece delante de tu madre… ¿no será peor? —pregunta alarmado.

Su cara es un poema.
Parece un niño esperando que alguien lo lleve cargado.

—Tranquilo, él esperará hasta que ella no esté —le aseguro—. Ahora bájate.

Derek obedece, pero baja del auto como si fuera a su ejecución. Camina detrás de mí lento, demasiado lento.

—¿Te sientes bien? —pregunto, frunciendo el ceño.

Él mueve el cuerpo de un lado a otro, nervioso.

—Es que… es que le tengo miedo a las madres.

Intento no reír, pero es imposible.

—¿Disculpa? —Derek sale con unas cosas que ni Netflix inventaría.

—Es decir… respeto. Respeto a las madres. Mi madre era una mujer maravillosa. Y si tú eres tan fiera con los bebés… tu madre también debe serlo. Y yo no me he sabido comportar.

Al menos tiene sentimientos… en algún rincón de su cuerpo gigante y confundido.

—Solo piensa antes de decir una frase completa —le digo con un suspiro.
En un impulso, le agarro la mano y lo arrastro hacia la casa.

—¡Mamá! ¿Estás en casa?

—¡Dime, hija! —se escucha el grito de mi madre desde el piso de arriba.

—Puedes bajar —le respondo—. ¿Y mi hermano?

—Él no está… dame un momento —dice ella desde arriba.

Derek está a mi lado, rígido, mirando cada rincón de mi casa como si fuese un enigma arquitectónico.

—Los niños no pueden crecer aquí… —murmura, horrorizado—. Es demasiado, demasiado pequeño.

—La verdad sí, es pequeño —admito—. Lo que pasa es que no es una casa de juguete como la tuya.
Es una casa normal.

Los pasos apresurados de mi madre me obligan a callarme.
Trago saliva, detengo el aire, y cuando la tengo enfrente, solo atino a decir:

—Hola, mamá.

Ella alza las cejas… y su atención se posa inmediatamente en el hombre enorme que tengo a mi lado.

—Hola, hija. ¿Quién te acompaña?

Antes de que pueda responder, él se adelanta.

—¿Cómo está, señora? —le extiende la mano con una seguridad que no sé de dónde salió—. Soy Derek. Un placer —dice, acompañándolo con esa sonrisa grande y los hoyuelos que pueden conquistar países.

—Un gusto, Derek. Soy Myriam —responde ella, aunque sus ojos gritan que quiere más información. Mucha más.

Intento hablar.

—Mami, él es…

Pero mi lengua se entume. Se queda pegada. Y, para mi suerte o desgracia, es Derek quien completa la frase:

—Yo soy el padre de los bebés —dice, cortante, preciso… casi orgulloso.

Mi madre parpadea, desconcertada.

—Esto sí no me lo esperaba… —murmura—. Vamos a la sala. ¿Quieren algo de tomar?

—Agua, por favor —pido.

—Poco o nada sabía de ti hasta ahora, muchacho —dice mi madre mientras se dirige a la cocina, al regresar se sienta frente a nosotros y dice sinceramente—. Un poco demorado para venir a mi casa a presentarte, ¿no crees?



#325 en Novela romántica
#138 en Chick lit

En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 05.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.